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IGNACIO S. ACEDO
Las Palmas de Gran Canaria.
Sábado, 11 de septiembre 2021, 01:00
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Llegó el momento de lucir la joya de la corona de esta UD que va a por todo, entiéndase ascenso a Primera. Sin ambivalencias. No se entiende un equipo con Jonathan Viera alejado de aspiraciones máximas. Y ahí se cataloga a Las Palmas, candidato explícito y que ahora saca a escena a un futbolista impropio de la categoría por su piel estelar y que será capaz de todo lo que se proponga a poco de que esté sano y pueda hacer lo que le hace feliz, que es jugar. La presencia de Viera lo mediatiza todo y así lo asume Mel, sabedor de que gestiona a la individualidad sin competencia de Segunda. Ya lo comprobó hace justo dos años y pretende repetir experiencia ahora sacando lo mejor de un filón de juego, goles y carisma. Normal que la atención la polarice el gran reclamo del proyecto, de regreso a casa aunque fuese a renuncia de ganar más millones y vivir en zona confortable. Jonathan entiende que se espera todo de él, lo digiere desde su naturaleza guerrera, la que le ha permitido salvar todos los obstáculos. Conoce el camino porque en 2015 pilotó el último gran éxito. Y ha venido para repetir. Dicen en el club que podría ser hasta titular esta tarde, que el cuerpo le pide guerra y le sobran las ganas por iniciar este ciclo. Habrá que verlo. Pero imaginarlo de inicio, con el brazalete y estimulando al personal ya es una invitación a ir al estadio.
Así se presenta hoy la UD ante su gente, con una novedad de época y que le ayuda a tapar la grosería de Anduva, donde se llevó cuatro e indignó a todos. Mel habló de que hubiese cambiado a los once que estaban en el campo, Jesé denunció falta de actitud y, en conjunto, lo de Burgos dejó muy mal cuerpo. La semana ha sido inculpatoria y obliga al desquite. Y, de por medio, llega un Ibiza con tan poca publicidad como peligro evidente. A los mandos de Carcedo, que se hizo técnico en el Gran Canaria antes de llenarse de títulos como auxiliar de Emery, y ahora vuelve dispuesto a ratificar la competitividad de los suyos. Tras cuatro jornadas el Ibiza está por encima de la UD, todavía no ha perdido y parece que el tránsito de Segunda B a Segunda lo ha asumido de la mejor manera. A la base del cuso pasado ha añadido veteranos conocidos (Diop) e incorporaciones de sorprendente nivel (Bogusz), una mezcla que, de momento, le tiene como una de las revelaciones de la categoría. Suficiente aviso para dejarse de historias y competir como antes de la visita al Mirandés.
Hay, no obstante, condicionates que obligan. Navas no estará, aquejado de unas molestias que le siguen incomodando e invitan a darle descanso, lo que abre la puerta del once a Eric Curbelo como pareja en el eje de Ferigra. Benito tuvo días mejores al de la jornada pasada y Cardona anda pujante. Le toca evaluar a Mel si señalar o no al aldeano, teórico titular en el carril del tres. La reforma defensiva no será la única, por mucho celo que pusiera ayer el técnico en mantener sus planes en la reserva. La inclusión de Moleiro en la zona ancha se supedita a los tiempos que se marquen con Jonathan. El tinerfeño va como un tiro hacia arriba, pero tiene un perfil similar al de Viera. Pueden ser complementarios aunque todos no caben en el once si Pejiño y Peñaranda siguen entre los elegidos, como merecen ambos, y arriba Jesé o Sadiku marcan la referencia. Bendito problema para el cuerpo técnico.
Enfrente, un Ibiza amenazante, cómodo en su papel de primerizo, con poco que perder y todo por conquistar. Obligará a evitar despistes, a no caer en el recreo de pensar que está todo hecho. Sin duda que no es así. La lección de hace unos días sigue presente. Claro que con Viera suelto, motivadísimo y con hambre de dejarse ver, la tarea debe inclinarse. Para la UD, evidentemente.
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