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Riazor revienta todos los cálculos

El partido de Riazor, con su empate inocuo (1-1), ha dejado mala resaca en la UD, que afronta el parón del calendario con los cálculos hecho añicos y el sueño de la permanencia a una distancia que, sin ser insalvable, aumenta incertidumbres y preocupaciones.

Ignacio S. Acedo y A Coruña

Lunes, 19 de marzo 2018, 09:17

Cotiza a la baja el optimismo en Las Palmas, maltrecha después de un enfrentamiento ante el Deportivo marcado en rojo para sostener unas previsiones de puntos ahora arruinadas. El triunfo que no llegó en Galicia coincide, además, con el despegue del Levante, que ha exprimido al máximo su relevo en el banquillo con dos victorias consecutivas. De repente, el conjunto azulgrana se ha levantado de la lona, lo que acentúa la crisis de resultados de la UD, sin alegrías en las últimas siete jornadas y frente a un panorama preocupante. Sus próximos compromisos tendrán una exigencia total: primero, en el Gran Canaria, el Real Madrid y, posteriormente, visita al Ciutat de Valencia. Nulo margen de error en una coyuntura de extrema necesidad y riesgo. Así se entiende en el club, donde se teme que la sequía de resultados persista y, a mitad de abril, continúe la actual desventaja de seis puntos que se ve, por momentos, como una barrera infranqueable.

La falta de respuesta de técnico y futbolistas ha llevado a una situación de máxima alerta, considerando que restan nueve partidos y que, por cómo está la tabla clasificatoria, va a estar casi imposible involucrar a más rivales en la lucha por la permanencia. El Alavés, con 31 puntos, diez más que la UD, no tiene pinta de ser abordable, dado su buen momento competitivo y el colchón del que dispone. Por mucho que tenga que venir todavía por el Gran Canaria, recortarle semejante margen está fuera de planteamiento. Requería un desplome del equipo vitoriano, quinto por la cola, y que la UD hiciese un pleno impensable por su mala inercia hasta ahora. Por tanto, todo se reduce a dar caza a un Levante que cuenta con red. Se puede permitir algún tropiezo y guarda, como una bala de oro, el 0-2 de la primera vuelta en Siete Palmas y del que puede sacar un valor extraordinario. Además, tendrá el factor campo a su favor cuando vuelva a verse las caras con la UD y, dependiendo de cómo transcurra la jornada venidera, hasta le podría valer con no perder para salvaguardar su estela.

Paco Jémez quiso tirar de optimismo pese al panorama. Recordó que la UD ya ha sido capaz de minimizar diferencias y que, lo mismo, el punto de Riazor al final computa directamente para mantener la categoría. El discurso del entrenador se entiende como un ejercicio de corporativismo para no dinamitar las aspiraciones del vestuario. Pero no son pocos los jugadores que, atendiendo a la trayectoria exhibida, admiten que acabar marzo así cierra muchos caminos.

Tampoco colabora el rendimiento del equipo, que, salvando arreones aislados y que no han valido tampoco para ganar, persiste en errores y deficiencias que explican su delicada posición. Que Chichizola se distinga en cada jornada como el mejor de la UD habla a las claras de la fragilidad generalizada. Por si fuera poco, Jémez ha dado bandazos tácticos (doble delantero sí, doble delantero no) delatadores. No termina de verlo claro el entrenador y eso intensifica las dudas de sus hombres, a los que ha llegado a censurar públicamente en términos muy duros.

Demasiados percances.

Imposible armar un once tipo por la incidencia de lesiones y sanciones, con piezas llamadas a ser importantes y que no lo van a ser (Emenike ni debutará y Ezekiel, Nacho Gil o Jairo se han exhibido como refuerzos invernales intrascendentes) y futbolistas fuera de forma, no le queda otra a Paco Jémez que hacer de tripas corazón y tirar con lo que tiene, incluso escarbando en el filial como ha hecho con Erik Expósito o Benito.

Hay confianza en que las dos semanas de preparación antes de recibir al Real Madrid permitan rearmar anímicamente a la plantilla. Es el aspecto psicológico, en estos momentos, una tarea crucial. Dijo Valdano que el fútbol es un estado de ánimo y muchas veces esa disposición mental para competir y ganar termina inclinando la balanza. Que se lo pregunten a esta UD que no levanta cabeza o a un Levante que hoy luce sonriente.

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