¡Que esto se acabe ya!
La UD volvió a caer sin ofrecer resistencia y con un gol a los cinco minutos. El Eibar apenas tuvo que sudar para llevarse una victoria que la rubricó Charles nada más empezar. Todo lo que vino después, sobró. El aburrimiento reinó en un duelo sin trascendencia en el que se volvieron a ver las penurias de un equipo que no competiría ni en Segunda.
Enésimo trámite de vergüenza. La Unión Deportiva volvió a caer, esta vez en Ipurua y ante el Eibar. Pero el rival y el escenario es lo de menos. El guion está destinado a ser el mismo juegue contra quien juegue. El fin de este equipo sin alma es la de sonrojar a su dolida afición hasta el cierre del curso. En esta ocasión fue Charles a los cinco minutos el encargado de certificar una nueva derrota. Ahí se acabo el partido para todos. Un encuentro soporífero hasta la extenuación y que sobró tanto como los dos últimos, o como el que finiquitará la campaña para los amarillos ante el Girona.
Y no le hizo falta mucho al Eibar para adelantarse sobre esta caricatura de equipo que es Las Palmas. En la primera aproximación armera, varios rebotes mediante, una falta de concentración insultante y poca contundencia en defensa de los amarillos, Orellana cedió a Charles para que el punta marcase a puerta vacía en el minuto 5. La cara de Jémez era un poema y el panorama, desalentador.
Las alarmas saltaron tras el gol y con los minutos posteriores. Porque aunque los puntos ya no valen para nada, no se pueden tolerar más goleadas ni más humillaciones. Y viendo la actitud de unos y otros, no se descartaba otra lavada de cara. El problema es que el Eibar, aunque tampoco se jugaba nada, tenía ganas de darle una alegría a su afición, y la Unión Deportiva se ha convertido un caramelito para endulzar a cualquier rival.
Si ya de por sí tiene muchos límites este equipo, cuando juega sin intensidad, único rasgo positivo que le ha logrado inculcar Jémez, el espectáculo es calamitoso. Y con esa pasividad amarilla los locales pudieron imponer su ritmo, controlar la posesión y manejar lo poco que ocurría en un encuentro intrascendente y aburrido. Lo único destacable fue la fea lesión de Diop a los nueve minutos y alguna que otra amarilla en ambos bandos, impropias en un partido sin intensidad ni tensión competitiva.
Con el paso de los minutos, dejaron de generarse ocasiones y los bostezos inundaron las gradas. Bueno para la UD. El Eibar se conformaba, mientras que el 1-0 les valía a los dos. Las pocas aproximaciones de los visitantes tenían siempre a Halilovic como protagonista. El croata pecaba de individualista, pero no se le puede reprochar nada. Con Jairo y Nacho Gil de acompañantes, es normal que el 8 opte por hacer la guerra por su cuenta. Mientras, Calleri, como durante toda la temporada, vivía aislado y desasistido como referencia ofensiva.
El descanso tardó demasiado en llegar. El partido estaba siendo una tortura y los minutos pasaban como horas. En una Liga como la de esta temporada, en la que se ha decidido casi todo con varias jornadas de antelación, se han vivido muchos duelos sin nada en juego, pero en los que se ha visto espectáculo. Sin nada que perder, los conjuntos atacan sin tapujos, van a divertirse y se descuidan más en defensa de lo normal. Lamentablemente, en la tarde de ayer no fue así. A ambos conjuntos les pesaba el choque y el fútbol cansino se trasladaba al césped y a todo el estadio. Incluso Ipurua, campo pequeño y animoso, se dejó llevar por el ambiente que se respiraba sobre el verde y terminó por silenciarse.
Cerca de la hora de partido entró Imoh Ezekiel por un Jairo que integra un grupo también formado por Nacho Gil y Emenike que son la vergüenza de la secretaría técnica. El nigeriano no ha debutado ni lo hará, pero los otros dos como si tampoco lo hubieran hecho. El extremo cántabro volvió a firmar una actuación paupérrima y su alineación en el once, en detrimento de gente de la casa como Momo, o futuribles para continuar en el equipo como Toledo, es una patada a la lógica. Parece más otro ridículo pulso del entrenador frente a la opinión general que ha criticado la incorporación de estos fichajes, que una decisión estratégica destinada al bien del equipo.
Precisamente tras el cambio del ex del Racing de Santander llegaron los mejores minutos de la UD. Los amarillos reclamaron un penalti que pudo serlo por manos de Oliveira dentro del área y, acto seguido, Calleri protagonizó la, hasta entonces, mejor ocasión del partido para la UD con un cabezazo que rozó el palo tras un saque de esquina.
Pero quien de verdad pudo haber puesto las tablas fue Ezekiel. Corría el minuto 69 cuando el mediapunta se aprovechó de un fallo defensivo de la zaga del Eibar en la salida del balón, pero el nigeriano se topó con Dmitrovic en el mano a mano cuando tenía a su lado a Calleri para certificar un gol cantado. Para tirarse de los pelos.
No hay manera, esa es la conclusión de un equipo que, además de hacer mal las cosas, le acompaña un gafe que parece que no le va a abandonar hasta la conclusión del presente curso. Necesita hacer un mundo Las Palmas para marcar. No es casualidad que sea, con 23 tantos, el equipo con menos goles a favor, empatado con un Málaga que cuenta con un partido menos.
Menos de una semana para el fin del suplicio
Es este uno de los tantos males endémicos que llevan acompañando a la UD todo el año. Su nula pegada en ataque. Pero ya da igual, queda menos de una semana para que esta tortura acabe y no vale la pena sacar conclusiones en partidos como los de ayer. Solo queda aguantar el chaparrón y esperar que todo este bochorno sirva para algo. De aprendizaje futuro, aunque sea.
El encuentro terminó con el 1-0 del principio y sin más historia. Ya son 15 choques sin ganar y la UD sigue sin lograr un triunfo lejos de la isla desde la tercera jornada. Y ese, ante el Málaga, será el único porque, afortunadamente, no quedan más salidas que soportar. El Girona, el próximo sábado, será el último trámite de este curso infernal.
