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Luis Sicilia, luciendo orgulloso, en su solapa, la insignia de oro y brillantes de la UD. Cober Servicios Audiovisuales

«En la UD que presidí todo era temerario e irracional. Ahora es otro mundo»

Fútbol ·

Luis Sicilia fue un dirigente valiente y que lidió con etapas de coyunturas al límite. Servicios prestados de oro y brillantes

Ignacio S. Acedo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 22 de diciembre 2023, 12:11

Hombre discreto, más cómodo siempre en el segundo plano, Luis Sicilia (Las Palmas de Gran Canaria, 1948) fue noticia días atrás por ser distinguido con la máxima condecoración de la UD, una insignia de oro y brillantes que luce con ilusión desbordante. No le cabe tanto orgullo en el cuerpo, como delata su rostro iluminado al hacer ilusión a un honor que le colma a todos los niveles. Admite, de hecho, que todavía anda procesando tanta emoción. Porque, sentimental como es, esa pieza de joyería que le han impuesto con el escudo de su vida trasciende sus límites.

–¿Cómo respira transcurridos unos días desde que la UD le brindó este homenaje público?

–Es un reconocimiento a una larga trayectoria en el club, desde que empecé en el infantil, en filiales de la UD, y luego una larga etapa hasta ser presidente. Cuando eres objeto de un reconocimiento de estas características, de esta importancia, y en una ocasión tan especial, un almuerzo institucional lleno de personalidades, un escaparate fantástico...Todo me emocionó muchísimo. Y ya que la insignia me la pusiera Germán Dévora... Yo he sido hombre de Germán de toda mi vida, desde que jugábamos uno contra otro estando él en el primer equipo. Siempre sentí idolatría por su juego, por lo que significó para nuestro club y el fútbol, con un liderazgo natural enorme. Me marcó mucho verle ahí conmigo. Desde ese día he recibido muchísimos mensajes que no paran de testimoniar el valor y la magnitud de esta insignia. Espero, con los días, poder aterrizar y asimilar todo. Mi agradecimiento a Miguel Ángel Ramírez, a Nicolás Ortega, a Rafael Méndez, al club en general, por este detalle tan especial y con la satisfacción que me viene ahora de que en mi familia sepan que el abuelo, que el padre, ha sido homenajeado de esta manera por la UD.

–Una insignia para no quitársela, una insignia para presumir...

–Por encima de si la llevo o no en la chaqueta, irá siempre en el corazón. Me han hecho diferencial desde el equipo de mi vida. Es algo que no tiene precio. Que jamás podré pagar por el simbolismo tan grande que implica.

–¿Esperaba esta distinción tanto tiempo después de haber dejado de pertenecer formalmente a la entidad?

–Sinceramente, no. Hasta el mismo Miguel Ángel Ramírez dijo que pensaban que ya me habían dado esta insignia cuando la realidad es que no había sido así. Con la edad que uno tiene, va pasando el tiempo. Pero, claro, ahora que se me otorgó este homenaje es un shock muy positivo para mí.

–Mire atrás. 1992-94, primer ciclo como presidente con la heroicidad de culminar la conversión en Sociedad Anónima Deportiva estando en Segunda B. Luego, la temporada 2001-02 en la que no se pudo mantener la plaza en Primera...

–Fue muy impactante, en mi primer ciclo como presidente, culminar un proceso tan complejo y delicado como la conversión del club en sociedad anónima en el año 1992. Entonces era o conseguir el dinero para ese requisito o, directamente, la UD desaparecía. Incluso, en el debate social que se generó en la época, hubo gente, afortunadamente un sector minoritario, que no le dio importancia a que Gran Canaria pudiese perder una seña de identidad tan importante como la UD Las Palmas. Con el tiempo se ha visto el acierto y la trascendencia que supuso aquel rescate del club para propiciar, con el paso de los años, su crecimiento y mayor consolidación, atravesando etapas complicadas, pero que le ha hecho llegar hasta aquí. Cuando me impusieron la insignia, recordé que el club es grande desde su nacimiento porque nace de la fusión de cinco equipos que renuncian a todo para fundar la UD. Eso dio una dimensión nada normal ni común. Hoy representa autoestima, orgullo y satisfacción por ver cómo se compite en Primera. Se puede ganar o perder, esto es deporte, pero esta UD siempre está ahí.

–Le tocaron épocas especialmente convulsas. ¿Siente que la historia le puso a prueba más que a nadie?

–Tuve de todo. La primera etapa, la conversión en Sociedad Anónima Deportiva, supuso un antes y un después y ahí queda. Y, en la segunda etapa, recuerdo que le ganamos en el Insular al Real Madrid en el que jugaba Zidane. La parte más dura, y lo digo ahora que ha pasado tanto tiempo que parece que está prescrito, es cuando siendo presidente en Segunda B, el Tenerife estaba en Primera, con Valdano y jugando en Europa. El efecto amplificador de Valdano como embajador del fútbol y estando en el Tenerife era increíble. Y sentirte tú en Segunda B en campos de tierra y el Tenerife ahí arriba hacía que pareciera inalcanzable. Entonces era muy duro vivir así. Quien lo pasó lo sabe.

–¿Qué pone en valor de la actual UD?

–Cuando nosotros estábamos en los primeros tiempos de la sociedad anónima deportiva, las finanzas era muy pero que muy complicadas, hasta el punto de que se renovaban directivos por falta de liquidez y los que venían cogían los avales de los que se iban. Todo era algo temerario e irracional. Otra época, evidentemente. Pero hipotecar el patrimonio personal de uno por una causa noble, eso sí, era algo que nadie en su sano juicio podría entender o defender. Ahora todo ha cambiado. El club tiene una estabilidad sostenida en un líder como Miguel Ángel Ramírez, que llegó en un momento crítico, y que dirige todo de forma fantástica y con unas posibilidades económicas impresionantes. Con mucho dinero, porque el fútbol actual y en Primera mueve cantidades que sanean una economía por sí mismas. Es otro mundo que no tiene nada que ver.

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