
La permanencia pasa por un milagro
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La UD necesita hacer en mes y medio lo que no ha sido capaz desde diciembre: ganar. De las ocho jornadas que restan, al menos la mitad deben saldarse con victoriaSecciones
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La UD necesita hacer en mes y medio lo que no ha sido capaz desde diciembre: ganar. De las ocho jornadas que restan, al menos la mitad deben saldarse con victoriaLa UD está abocada a un milagro si quiere lograr esa permanencia que no para de alejarse de las posibilidades reales del equipo. Es lo que trae ir camino de los cuatro meses sin victorias, que se dice pronto, y necesitar ganar, al menos, la mitad de la jornadas que restan y no perder en alguna más. Esto es, añadir al casillero cuatro victorias más y algún empate extra para que, con esos catorce puntos, como mínimo, se alcance a barrera de los cuarenta, aunque tal y como se están dando los últimos resultados, con los de abajo sumando de tres en tres, lo mismo se necesita alguna unidad más. La pregunta, ante esta encrucijada, es inevitable: ¿está capacitada la UD para lograr en las próximas semanas lo que no desde diciembre?
El mantra en el club es que nadie se va a rendir y que, hasta el final, se competirá con todo lo que hay. El problema es que, de momento, eso no alcanza y hay jugadores que arrastran un declive en su rendimiento que no aventura mejoras, léase Essugo, irreconocible en los últimos tiempos por mucho que ya haya firmado por el Chelsea, Sandro, Campaña o Bajcetic, entre otros. Por si fuera poco, la desgraciada baja de Cillessen, que engrosa un apartado en el que ya figuraba Kirian desde hace largo tiempo, priva al equipo de uno de sus líderes y mejores baluartes. Porque por mucho que Horkas pare, que para y cumple, Cillessen solo hay uno.
Así, Diego Martínez navega entre bajas obligadas, urgencias y futbolistas que no se encuentran y sabiendo que ya no hay margen de error. Y con un calendario inmediato que impone (el sábado el Getafe en Madrid, luego el Atlético en el Gran Canaria y posterior visita a San Mamés), hay que hacer acopio de optimismo para pensar que el ansiado viraje se va a materializar de manera inmediata.
El técnico ha tratado de corregir en vano problemas estructurales como la querencia a encajar goles (la última portería a cero coincide con ese triunfo en diciembre al Espanyol que antecedió al desplome posterior), una auténtica condena en esta categoría. La UD es el segundo equipo más goleado de la categoría con 59 tantos recibidos solo superado por el Real Valladolid, colista y con la friolera de 69. Un dato insostenible y que obliga a una reflexión que lleve soluciones, algo que no termina de suceder. El colmo del despropósito vino con dos de los tres goles encajados el domingo y que nacieron en sendos saques de banda, todo un sacrilegio para el libreto de un entrenador que basa su postulado en el rigor en la marca y la disciplina táctica.
Eso, por no hablar de un centro del campo permeable, con continuas permutas y que se ha quedado descabezado. De repente Bajcetic se cae de la nómina de elegidos como que Campaña o Essugo entran y salen. Y arriba, a Silva todo lo que le entraba antes ahora se pierde entre largueros y guantes de los porteros o McBurnie al fin ve puerta pero con un gol para el anecdotario y de valor nulo en el 1-3 con la Real Sociedad.
La conjura de seguir peleando y creyendo va con el sueldo y la exigencia profesional. Pero los hechos evidencian que el discurso no cuadra con las actuaciones. Y así va la UD.
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