El objetivo para el próximo sábado es el cuarto ascenso consecutivo en casa
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Los últimos tres saltos de categoría de la UD (2000, 2006 y 2015) han tenido del denominador común de certificarse en Gran Canaria y ante la aficiónNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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En la semana grande que tiene por delante la UD, a falta de un partido para consumar su regreso a Primera División y pudiendo certificar su éxito incluso empatando, procede recordar que las tres veces que ha dado el salto de categoría fue en este siglo siempre, en Gran Canaria y ante la afición propia, un denominador común que alimenta el optimismo para el próximo sábado, día en el que se prevé un lleno a reventar en el coliseo de Siete Palmas. No hay cuarto malo y la intención de jugadores, técnicos y dirigentes es la de certificar, sin esperar a la red de la promoción, opción ya asegurada pero que no se contempla ante este escenario, un nuevo hito y de repercusiones económicas y deportivas incomparables, por positivas.
Un repaso a la historia contemporánea refleja que el destino siempre ha querido que una fiesta mayor de estas características se produzca con la condición de local y paralizando la atención de una isla que, sin excepción, se vuelca con su representativo a las duras y a las maduras. En este caso, el motivo no puede ser más importante debido a la dimensión que tiene regresar al mejor escaparate del fútbol nacional, convertido en escenario fugaz en los últimos tiempos (apenas cinco años de los últimos 35).
Hace unos días se anunció el aforo completo en el estadio, lo que ayuda a dimensionar el calado del logro que se puede materializar con la parroquia isleña en la grada, tal y como sucedió en los precedentes que ahora cobran vigencia: 2000, 2006 y 2015. Tres expresiones únicas de júbilo para el universo de la UD que ahora vive la vuenta atrás para añadir otra más.
El 21 de mayo de 2000, entonces bajo la dirección técnica de Sergio Kresic, un Estadio Insular colmado hasta arriba y con más de 20.000 espectadores fue testigo del regreso del equipo a Primera doce años después. Restaban tres jornadas para la finalización del calendario regular de la temporada 1999-00 y un 4-1 inapelable al Elche, con tantos de Sequeiros, Eloy (2) y Pablo Lago consumaba la vuelta de la UD a una Primera División de la que llevaba fuera doce años. La invasión de césped resultó inevitable, en una expresión de espontaneidad multitudinaria, y dejó imágenes icónicas que todavía perduran en la memoria de quienes lo vivieron. El posterior festejo en la Plaza de la Victoria endulzó una madrugada mágica que resonó en todos los rincones de la capital grancanaria. Aquel curso, como puede suceder en el actual, se añadió el premio de quedar campeones de Segunda División por delante de Osasuna y Villarreal, hoy clubes consolidados en la élite.
Todo lo que había dejado el Gran Canaria en la vida de la UD desde su inauguración, en 2003, habían sido malas noticias. Descenso a Segunda B e incapacidad para escapar de una jaula que era una ruina económica y deportiva para la entidad. Pero el 24 de junio de 2006, y tras una agónica promoción de ascenso, un solitario gol de Marcos Márquez desnivelaba la eliminatoria ante el Linares, tras el empate de la ida (2-2). 30.280 espectadores, según los datos oficiales, vivieron en directo la primera gran noche en la nueva casa del equipo y que le rescataba de una categoría que ponía en cuestión su porvenir, ya que el plan de viabilidad desarrollado por Miguel Ángel Ramírez, que llevaba un año en el cargo, pasaba inexcusablemente por subir a Segunda como así sucedió. En este sentido, fue un logro fundamental para que la entidad comenzara a recobrar la normalidad perdida y que la pusieron al borde de la disolución.
Desde 2002 lejos de Primera, y con dos promociones de ascenso anteriores en las que no se culminó el camino, un 3-1 encajado en La Romareda dejaba el desenlace en el Gran Canaria pendiente de una remontada para cumplir el sueño. 21 de junio de 2015. De nuevo, un Gran Canaria hasta la bandera y rebosante de fe. Roque Mesa, en la primera mitad, y Araujo, ya cerca de los compases finales, sellaron un 2-0 que hacía explotar de júbilo y emociones a una hinchada que llevaba esperando este momento más de una década. Hasta el momento, es la última vez que se ha festejado un ascenso a Primera en el campo que el próximo sábado puede ser escenario de un festejo idéntico. No hace falta superar un marcador adverso como le tocó a hacer a los hombres dirigidos por Paco Herrera ocho años atrás. Incluso hasta un empate podría resultar suficiente.
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