Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
El Cordobazo forma parte de la historia negra de la UD Las Palmas desde hace casi cinco años. Es de los recuerdos más fatídicos que los aficionados amarillos pueden evocar y el peor momento que ha vivido el Estadio de Gran Canaria. Con el ansiado ascenso en la mano, en el descuento, a falta de escasos segundos para el pitido final, se produjo una invasión del campo por aficionados, pero, sobre todo, indeseables que sin entrada aprovecharon la apertura de puertas para unirse a lo que debería haber sido una fiesta de primera. Y lo que se vivió fue un drama. El árbitro se vio obligado a parar el partido y a punto estuvo de suspenderlo. Los propios jugadores, con Valerón a la cabeza, fueron los encargados de desalojar el césped casi suplicando a la gente que guardase la calma por todo lo que había en juego.
Demasiadas emociones y una situación surrealista que desembocó en una pérdida de concentración de los locales que resultaría fatal. Solo quedaba una jugada, el balón echó a rodar y una serie de fallos en cadena en el área de Mariano Barbosa, portero por aquel entonces de la UD, terminaría con un error del propio guardameta argentino, el balón dentro de la red, y un silencio sepulcral en Siete Palmas. Solo los gritos del centenar de seguidores del Córdoba hizo volver a la realidad a una afición que se quedó en shock y no se terminaba de creer la pesadilla que estaba viviendo.
Sánchez Martínez decretó el final, se consumó el desastre y comenzó la batalla campal. Nueva invasión de campo por parte de una chusma que ni el fútbol ni la UD les importaba lo más mínimo, y la impotencia de los verdaderos seguidores amarillos que encharcaban las gradas con lágrimas al haber tenido el cielo en las manos y ver como se esfumaba otra oportunidad de regresar a la élite por culpa de su propia gente. Un drama que se vivió con perplejidad incluso fuera de nuestras fronteras.
Afortunadamente, un año después Las Palmas vivió su ansiado ascenso y la herida no supuró más de allá de esos 365 días. Al menos hasta hoy. Ahora, de nuevo con el equipo en Segunda, la UD tiene en su mano darle el golpe de gracia al Córdoba -que realmente poca culpa tuvo aquel día- y enviarlo sino matemáticamente, virtualmente a Segunda División B. El conjunto andaluz marcha penúltimo con 30 puntos, a 11 de la salvación. Con 15 dígitos en juego, si los locales ganan, y tanto el Rayo Majadahonda como el Numancia puntúan, los de Rafael Navarro se convertirían en equipo de la categoría de bronce.
Y, de paso, la UD dejaría prácticamente certificada su permanencia. Sería, tras el chasco del derbi, una victoria moral que animaría un poco el deprimido ambiente que rodea al Gran Canaria. Consumar una venganza que cinco años después parecía enterrada, pero que con el equipo de nuevo en Segunda ha vuelto a florecer. La revancha del Cordobazo no se puede escapar.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.