Helguera llega con plenos poderes y contrato hasta 2023
Luis Helguera prepara su desembarco en la UD con un ambicioso catálogo modernizador y medidas de impacto. Un plan de choque que pretende poner fin a una sucesión de temporadas en caída libre, con proyectos sistemáticamente despedazados por los resultados y las decisiones erróneas y que han convertido a Las Palmas en un superviviente en Segunda División.
El fichaje de Helguera, que firmará hasta 2023, persigue la revitalización y estabilidad perdida en los despachos, en el centro neurálgico para diseñar y planificar, para establecer las líneas estratégicas necesarias en una entidad que quiere recuperar el posicionamiento perdido. Precisamente el dirigente al que ahora se recurre vivió en su propia carne esta larga sucesión de pasos en falso.
En su última temporada en nómina, la 2017-2018 que desembocó en el descenso a la categoría de plata y en su salida, la UD tuvo hasta cuatro entrenadores diferentes (Manolo Márquez, Pako Ayestarán, Paquito Ortiz y Paco Jémez), tendencia que no se corrigió el curso pasado, cuando desfilaron por el banquillo Manolo Jiménez, Paco Herrera y Pepe Mel, que aún sigue. Desde que Helguera se fue, hasta siete han sido los técnicos contratados, una deriva que también se ha llevado por delante a un director deportivo (Rocco Maiorino) y puede que añada a su lista de agraviados a Toni Otero, cuya labor como secretario técnico ofrece más sombras que luces.
Todo ha ido a peor en la UD que conoció y a la que no ha dudado en volver tras un breve paso por el Levante. Desde mayo pasado sin destino profesional, Helguera se ha dedicado en este tiempo a aumentar su red de contactos, actualizar su base documental y a ver mucho fútbol. De hecho, ha presenciado numerosos partidos de la UD en esta temporada, por lo que posee referencias directas de lo que va a encontrar. En las conversaciones que ha mantenido con Miguel Ángel Ramírez a la hora de negociar su contrato, ha acreditado que está al día de todo lo que concierne a la plantilla profesional y a la cantera, en la que, como su cargo habilita, también tendrá plenas atribuciones.
Aunque la temporada aún permite soñar con estar en el sexteto de cabeza que da opción a pelear el ascenso, objetivo al que no se piensa renunciar, Helguera sabe que su aterrizaje comportará una profunda remodelación del equipo, con mayoría de activos devaluados, para recuperar la candidatura a Primera División. De ahí que su llegada inminente privilegie una transición tranquila hacia un verano en el que se ejecutará el viraje necesario y que le ha traído de vuelta.
Si de aquí a junio se dan los resultados que habiliten objetivos mayores, entrando en una promoción de ascenso que es una lotería, sin duda puede acortarse el camino. Pero Helguera prefiere situar su punto de partida en una campaña 2020-21 en Segunda y con máximas aspiraciones. Su desembarco temprano, con toma de posesión inmediata sin esperar a junio, se justifica en que pueda disponer del margen suficiente para desplegar la exigente puesta a punto que ya tiene milimetrada. Sin renunciar al presente, pero con los cinco sentidos puestos en un porvenir en el que tanto el club como él se lo juegan todo.