A noventa minutos de la final del playoff. No hay más. El primer asalto se quedó en el Heliodoro Rodríguez López, donde Las Palmas pecó de indolencia y fue un espejismo del equipo que venía exhibiendo brillo y mordiente. Tal vez el cartel de ... favorito pesó demasiado en la mochila amarilla porque en cada choque, carrera y salto, los blanquiazules llegaban primero. Pero los tropiezos forjan a los campeones.
La derrota en casa, hace ya unos meses, contra el Girona parecía dejar fuera de cualquier opción para disputar la promoción. Y la UD se levantó con una racha imperial, al alcance de muy pocos equipos en la categoría. Nadie daba un duro. Hubo burlas, retrovisores y adelantamientos. Ahora, a tan poco de volver a la élite, no puede haber tiempo para lamentos ni cabezas bajas. Toca, una vez más, destrozar la utopía y darle la vuelta a la faena. El Gran Canaria dictará sentencia. Queda el segundo asalto.
En el Rodríguez López falló Las Palmas. El Tenerife también juega. Y lo hizo francamente bien. Utilizó sus cartas con maestría y cuando olió la sangre se fue a la yugular de los de García Pimienta, que en la banda no tenía muy buena cara. La primera batalla se la llevó Ramis. Pero esto va de idas y vueltas. El resultado es corto y el 1-0 con el que la Unión Deportiva salió viva de Santa Cruz aguarda esperanzas.
De las paradas de Álvaro Valles, salvador cuando el Tenerife ya mandaba en el marcador, a la trinchera amarilla que le espera al cuadro blanquiazul, solo hay un margen de tres días. Son los que tiene Las Palmas para levantarse. Mirar atrás solo puede servir para coger impulso. La vuelta se juega en casa y el Gran Canaria estará lleno a reventar para obrar la machada. Ya lo hizo la UD contra el Real Oviedo, cuando le dio la vuelta al marcador para asaltar el playoff de ascenso, y lo volverá a hacer. Que nadie tenga ni media duda de eso.
Abonada al sufrimiento, Las Palmas sabe lo que le ha costado siempre volver a Primera. El Cordobazo catapultó, tan solo un año después, a la UD frente al Zaragoza, donde demostró capacidades de remontada. Este sábado puede y deber ser grandioso. Los grancanarios saben lo que es vencer al CD Tenerife. Lo hicieron en el campeonato doméstico. En casa y fuera.
Si en Santa Cruz se creen que va a ser fácil plantarse en la final están equivocados. Y el discurso de Jonathan Viera al término del encuentro, donde citó a los blanquiazules para la vuelta, es el primer pase de gol para lo que viene. «Veo mucha fiesta aquí, nos vemos el sábado», dijo por activa y por pasiva el mediapunta, en un recital de declaraciones ambiciosas y motivadoras. Balones a Viera. Nunca le tiemblan las piernas al 21 amarillo.
Los días, hasta el sábado, se van a hacer largos en Gran Canaria. La gloria solo está a tres pasos y el vestuario amarillo lo tiene claro. Se sudará sangre en el recinto de Siete Palmas.
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