De las palabras a los hechos
Jémez debuta en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey (20.00 horas) con la promesa de resucitar a un equipo que heredó muerto.
Ignacio S. Acedo y /Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 3 de enero 2018, 07:28
La UD de Paco Jémez salta esta noche al ruedo. En Copa del Rey, quizás el frente de batalla menos importante en esta coyuntura, y ante un adversario de cuernos afiladísimos, con el que lo normal sería pegársela. Pero así lo dicta el calendario y aquí ya se acabó la época de excusas. Manda lo inmediato.
En la regeneración que se pretende, cada partido, desde el primero, el de esta noche mismamente, supone una oportunidad, un mensaje al resto. La UD carga con una publicidad pésima. En virtud de sus números y prestaciones, le perdieron el respeto hace una eternidad y, de manera sistemática, el sometimiento y las decepciones marcaron su camino. Pero con Jémez a los mandos el chollo se ha terminado, o debería ser así. Y él quiere ver cambios desde ya. Por encima del resultado, actitud y sacrificio. Piensa que si sus futbolistas dan lo que tienen, el premio de los puntos y las alegrías vendrá por añadidura y en ésas anda el enésimo (y, acaso, último) revulsivo al que se agarran en el club para huir del descenso y el
fracaso.
Y tras una semana de plan de choque, cambio de hábitos y psicología personalizada, hay ganas de medir el impacto del nuevo jefe de la UD. Hasta Jémez reconoce que el tiempo y la paciencia no son aliados en esta aventura, pues no está el patio para tirar más partidos por el sumidero. Ni siquiera en la Copa, un banco de pruebas que puede ser fiable, además de activar a todo el personal, más o menos habitual en el torneo de la regularidad.
Con los cuartos de final en juego, desafío que quizás no convenga considerando que el foco está en la permanencia, Las Palmas inicia sus propósitos de enmienda.Lo hará con su gente en la grada, sabiendo que el escrutinio será severo, agotada ya la paciencia, pero también con la certeza de que, si ofrece motivos, el entorno va a responder. Tan necesaria es la confianza como la reconciliación, son objetivos entrelazados, indispensables, urgentes. Y por ahí cobra una importancia superlativa esta china en el zapato que es jugar entre semana sabiendo que lo esencial está el sábado (Éibar).
Es previsible que Jémez mezcle fondo de armario con actores principales. Querrá ver y abrir la meritocracia a partes iguales. Muchos de los que tenían el puesto en propiedad tendrán que apretar. Y los que parecían sentenciados ven abiertos los cielos. Una y otra cosa irán en beneficio de lo importante, en beneficio de la UD. Gálvez, recién llegado, y Halilovic, ya con el alta médica luego de lesionarse en septiembre, son las grandes novedades en una lista de convocados políticamente muy correcta. Lemos, Dani Castellano o Peñalba (a falta del tránsfer), llamados a ser importantes, guardarán descanso. El entrenador quiere verlos a todos y con una advertencia clara: el tren pasará una vez y el que no se suba o dude en hacerlo, lo mismo ya no llega más a tiempo.
El Valencia llega como contrario acreditado, potente y temible esta campaña y que, a diferencia de la UD, sí tiene en la Copa uno de sus tesoros. Su debate es si apostar fuerte por este título, en el que quiere opositar a lo máximo, o administrarse sabiendo que en la Liga está entre los tres primeros y sueña con volver a la Champions. Maneja, en todo caso futbolistas de talla internacional que, en once experimental o formación de gala, son temibles a partes iguales. Augura batalla, con el colchón que le da el segundo asalto en su territorio, y asume el cartel de favorito sin incomodidades y como parte de su naturaleza. Sobre el papel, las apuestas le abrigan ampliamente. Claro que el orden establecido, ya con Jémez en la arena, ha pasado a ser discutible.
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