El cielo está a un solo salto
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La UD Las Palmas tumba al Getafe gracias a un cabezazo celestial y suspendido en el aire de Julián Araujo | Cristian Herrera sentenció en tiempo de descuentoSecciones
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La UD Las Palmas tumba al Getafe gracias a un cabezazo celestial y suspendido en el aire de Julián Araujo | Cristian Herrera sentenció en tiempo de descuentoNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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En la tempestad también hay cierta belleza. En el caos es donde nace el destino. Y en la locura radica el poderío. La UD sabía que tendría que bajar al barro para competirle al Getafe y lo hizo con maestría. Lo ejecutó con la experiencia de lo vivido recientemente, años atrás, en el infierno de la Segunda División. Sufrir para ser feliz. Tocar el fondo y hundirse para resistir. Bajo la intensa lluvia de Siete Palmas, los amarillos se impusieron al Getafe gracias a un cabezazo de Julián Araujo y a Herrera (2-0). Fue poesía. Tras un centro lateral ante las torres de Bordalás y, ya en tiempo de descuento, con el primer gol de Cristian con la camiseta amarilla. La pelota tuvo un solo color, pero hubo que bregar. Como colosos.
Duerme la Unión Deportiva en la octava posición de la tabla clasificatoria, con 21 puntos ya y a solo cuatro de los puestos europeos. Probablemente queden lejos aún en la poca distancia que hay. A más metros se encuentra el descenso y evitarlo es el principal objetivo del curso. Pero qué bonito es vivir el momento. Sentir el deseo. Disfrutar de la libertad. En esas anda Las Palmas, como el niño que tiene una primera cita y no puede esconder su sonrisa. Y cada vez que mira a los ojos verdes de la pelota, quiere acariciarla, cuidarla. Quererla.
Sabedor Pimienta de que iba a necesitar más mordiente de la cuenta, hizo tres movimientos en su once inicial. Julián Araujo para dar amplitud al lateral derecho, Enzo para estirar la sala de máquinas y Sandro para intentar sacar su látigo a paseo. Sentó a Suárez, Perrone y Marvin el catalán. Y desde bien temprano se notó que Las Palmas era consciente de que, para abrir en canal al rocoso Getafe, debía acelerar todas las fases de su fútbol. Con la pelota crecieron Kirian, Mika y Moleiro. De un lado a otro. Sin prisas, pero sin pausa. Buscando el espacio del grupo madrileño.
En una de esas, en el minuto 7, tras un gran robo de Enzo y un mejor pase a Munir, que se plantó solo y la echó al muñeco, avisó la UD. El juez de línea levantó la bandera, pero parecía partir en posición correcta el marroquí. Acto seguido, en el 10, una entrada dura de Óscar a la rodilla de Araujo se quedó sin el castigo que la grada consideraba merecer. Porque sacó la roja Busquets Ferrer, pero al ir a verlo a la pantalla en la banda, la dejó solo en cartulina amarilla. Y, con la corrección, llegó la lluvia al Estadio de Gran Canaria.
Mientras la UD trataba de recuperar el control, los visitantes intentaban pescar en los balones largos y el fútbol directo, siempre con Greenwood amenazante. El extremo casi sorprende a Valles desde fuera, aprovechando el césped recién mojado. Un fuera de juego invalidó un señor gol de Sandro Ramírez, que tenía ganas de poner la música para bailar su canción. Y, entre algún que otro palo de Gastón, Mika se atrevía a tirar sombreros. Quería Las Palmas exhibir su sonrisa traviesa, aquella con la que siempre había convivido y que, durante un tiempo, llegó a olvidar en el pasado.
Ya al borde del descanso, y cuando los amarillos se enredaban entre las medias de los jugadores visitantes, Julián Araujo tocó el cielo. Se elevó y se mantuvo en el aire para colar, con un salto casi celestial y un cabezazo certero, un centro cargado de veneno de Kirian Rodríguez desde la derecha en el 43. Era el 1-0 y llegó, para mayor escarnio, con una jugada más típica de los de Bordalás que de la Unión Deportiva. Pocos se esperaban ese balón volando con rosca desde la banda. Pero estuvo muy vivo Araujo para poner por delante a los de Pimienta. A veces hay que ponerle corazón y valentía. Y el mexicano lo entendió todo. Sandro, con un misil que escupió David Soria a córner, casi puso tierra de por medio.
Tras el intermedio, Alderete vio la roja luego de que avisaran desde el VAR al árbitro. Poco le faltó para amputar el talón al bueno de Enzo. Con uno más sobre el verde y la ventaja en el marcador, Las Palmas solo debía tener cabeza, aunque por un momento casi la pierde, para dejar los tres puntos en la isla. A Coco se le escapó un control con Valles fuera de su área y un intento de primeras de Mayoral se marchó fuera por poco. Respondía Sandro en un disparo repelido por Soria. En otro mano a mano, Diego Rico le pegó un empujón monumental al propio Ramírez y el árbitro prefirió mirar a otro lado. Difícil de explicar. El Gran Canaria exigía penalti. Lo era. El choque entraba en revoluciones y a Las Palmas no le interesaba esta faena. O sí.
Un centro de Sandro desde el saque de esquina, con remate colosal de Sergi Cardona, engrandeció la figura de David Soria, que volvía a salvar de la quema a los suyos. Vaya estirada para evitar el segundo. En el 63, Pimienta quería piernas frescas. Marvin y Perrone, al ruedo; Munir y Enzo, a descansar. Pasaban los minutos, Las Palmas no sentenciaba y el Getafe se empeñaba en demostrar porqué recauda odios en los campos donde batalla. Con Kirian por el césped y echando Coco el balón fuera para que le atendieran, los de Bordalás ni devolvieron la bola. Escasos modales, pobres valores. Pero al fútbol se impuso el único equipo en el campo que quiso ganar el partido. Cristian Herrera, en tiempo de descuento y gracias a un pase de Marvin, sentenció (2-0) y, por fin, pudo gritar gol con la camiseta amarilla.
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