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IGNACIO S. ACEDO
Martes, 23 de marzo 2021
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Tres goles con la misma denominación de origen, Argentina, tienen un lugar especial reservado en las evocaciones más recordadas de la afición de la UD en el capítulo de derbis contemporáneos disputados en el Rodríguez López. No hay mucho de qué presumir en este siglo XXI en territorio blanquiazul. Dos triunfos, 1-2 en el año 2000 coronado con el ascenso a Primera, y 1-3 en la campaña 2001-02, y, desde entonces, cuatro empates y seis derrotas para completar el cupo de doce comparecencias en la isla vecina correspondientes a este tramo. Eso sí, las estampas de Nacho González, Siro Darino y Mauro Quiroga con sus efusivas celebraciones en el Heliodoro figuran como momentos relevantes y que provocaron el delirio en los seguidores de Las Palmas por el significado especial que comportaron. En su contexto, y considerando las circunstancias especiales que rodearon estos encuentros, cada uno de estos goles comportó una carga icónica y que les hace merecedores de un recuerdo pormenorizado.
Fue el 22 de diciembre de 2001, ya con el parón navideño encima, y en fecha para la efeméride: primera vez que UD y Tenerife se cruzaban en la máxima categoría y justo en el encuentro que hacía el millar de Las Palmas en la elite del fútbol español. Un penalti a Tenevet, en el minuto71, y cuando el clásico marchaba 1-2 para la UD, le brindó el cancerbero argentino la posibilidad de sentenciar el pleito. Y así fue. «Entró como un misil», reflejan las crónicas de la época. Fuerte, arriba, sin opción alguna para Sergio Aragoneses. Nacho no se cortó: brazos al cielo y grito desgarrado para silenciar a la parroquia local y éxtasis de los seguidores amarillos que lo vivieron en directo.
3 de noviembre de 2007. La UD acaba de destituir a Juanito Rodríguez como entrenador y llega al Heliodoro con Juan Manuel Rodríguez al frente y ocupando la última plaza de la clasificación. El Tenerife es claro favorito y, además, cobra venta en el marcador a los siete minutos. Pero un pase en profundidad de David González habilita el zapatazo de Darino, que dijo darle «con el alma» y entró por el sector derecho derecho del área. Cruzó el balón imposible para el meta local. Su celebración fue la de toda Gran Canaria. Cuando la UD parecía abocada a la ruina, apareció el de Bolívar para poner las cosas en su sitio. Luego Colunga haría otro gol de museo para el definitivo 2-2, pero la carrera feliz de Siro tras clavarla quedó como algo imborrable. El primer gesto de rebeldía de un equipo que terminaría eludiendo la caída a Segunda B.
23 de enero de 2011. A tres minutos para el final, y luego del gol anotado por Melli que le pone en ventaja (1-0), en el Tenerife ya se sienten vencedores. En la grada, incluso, afloran cánticos alusivos a la mala situación clasificatoria de la UD, que con esa derrota se hundía en los puestos de descenso. Una acción a la desesperada con centro de Quero y punterazo de Quiroga a la red finiquita la algarabía chicharrera. Quedaban segundos para acabar el choque y el empate in extremis provocó, incluso, el posterior manteo de Jémez como expresión superlativa de satisfacción.
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