Alberto Moleiro en el once titular como gran revulsivo para obrar la reacción de la UD

El entrenador sabe que cuando un futbolista pide sitio es de justicia hacérselo y Moleiro se ha reivindicado a lo grande. Titular ante Girona y Huesca, y baja frente al Mirandés por sus compromisos internacionales, la normalidad vendría con su inclusión entre los elegidos, lo que obliga a mover una pieza. Pero es el momento de Moleiro. No se concibe que en Burgos arranque en el banquillo. Por su estado de forma y, también, por lo que demanda el equipo.

Mel ha mostrado flexibilidad y maestría a la hora de establecer rotaciones. Pejiño o Jesé ya han sido utilizados en esta misma campaña como recursos para las segundas partes (ambos fueron suplentes en Girona) y solo Peñaranda ha tenido el sitio sin relevos partiendo desde la izquierda.

Está por ver, igualmente, la manera en la que se dosifica a un Viera que ha regresado con hambre de minutos y presencia. Ahí tiene trabajo el entrenador para contentar a todos los que pujan por entrar y los que ya lo hacen.

En el caso de Moleiro, la progresión ha sido imparable este verano después de que el año pasado ya se quedara a las puertas de jugar. Ahora es diferente. No es una promesa de buena fama, un proyecto de canterano que puede llegar o la ilusión de lo que se pretende.

Ahora cada vez que juega se nota, ha llamado la atención de las categorías inferiores de España y viene de rescatar al equipo de una derrota que parecía segura. Y con 17 años. No le pesa la responsabilidad, carece de vértigo en los momentos decisivos y muestra una soltura y riqueza técnica que le hacen imprescindible en esta UD y en estos momentos.

Acumula tras su debut en la jornada inaugural. Se perdió uno por estar con la sub-19.

Totaliza y repartidos entre titularidades (Girona y Huesca) y suplencias (Valladolid e Ibiza).

Lleva en su cuenta. El del pasado sábado ante el Ibiza y que permitió sumar un punto (1-1).