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365 días de un adiós que todavía no se ha superado

Hoy se cumple un año desde que Quique Setién anunciase su marcha de Las Palmas. 365 días negros para la UD. El cántabro dejó una huella que aún pesa y que todavía no se ha superado en la casa amarilla. Con él, el equipo primero se salvó y luego asombró con su juego de toque y seda. Las señas de identidad históricas del club se recuperaron, y la isla vibró y se identificó más que nunca con el fútbol del representativo.

Sábado, 17 de marzo 2018, 22:27

Setién ha sido uno de los entrenadores más importantes en la historia reciente de la Unión Deportiva y desde su marcha, el equipo va a la deriva. No se ha encontrado un sustituto que ni se acerque a olvidar al ahora entrenador del Betis y aún muchos le echan de menos.

La caída libre empezó desde aquel sábado 18 de marzo de 2017. Día elegido por Setién para reunir a la prensa en el Estadio Gran Canaria e informar que había tomado la decisión de abandonar el barco a final de temporada. Fue un día después de haber ganado al Villarreal en casa, y se ha convertido en una fecha de luto para la parroquia amarilla. Todo lo que vino después fue malo. Los últimos meses con el cántabro en el banquillo se hicieron muy largos. Técnico, jugadores y afición esperaba con ansia el cierre del curso. Con el equipo salvado y sin opciones de entrar en Europa, no había aliciente por el que luchar, y la tensión con Setién era palpable, quien hablaba sin tapujos de sus posibles destinos futuros aún con el chandal de Las Palmas. Además, los resultados fueron para olvidar y el profesional terminó yéndose por la puerta de atrás pese haber sido el principal artífice del periodo más brillante de la Unión Deportiva en décadas.

No se hicieron bien las cosas por ninguna de las partes, pero al menos quedaba el consuelo de saber que el club iba a tener tiempo más que suficiente para construir un nuevo proyecto con calma y sin urgencias. Setién tomó la decisión de no continuar con mucha antelación, y la situación del equipo en la tabla aseguraba que el equipo seguiría en Primera. Pero la planificación fue un desastre.

De Zerbi iba a ser el entrenador, pero después de esperar por él hasta última hora, se apostó de improvisto por Manolo Márquez. El extécnico del filial demostró no estar preparado para el reto y presentó su dimisión en la sexta jornada. Entonces se fichó a Ayestarán, un entrenador cuyo único paso por Primera había resultado nefasto al mando del Valencia. Los números con él condenaron al equipo y lo condujeron a los puestos de descenso. Unas posiciones que no ha abandonado ni con el paso de Paquito ni Jémez por el banquillo, técnicos que sucedieron al vasco. Y eso que la primera opción fue la de Almirón...

Sin rumbo

Ha sido un constante camino sin rumbo desde el adiós de Setién. Disparos al aire con la consecuente pérdida de todo estilo y filosofía. El camino enfila el descenso cuando hace poco más de un año se tocaba el cielo y se soñaba con Europa. Desde el anuncio del cántabro, Las Palmas ha acumulado seis victorias, cinco empates y 28 derrotas en 39 partidos. 23 puntos de 117 posibles que confirman una debacle que solo tiene un fin posible: la Segunda División.

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