Se acabó la poesía, la UD de Jiménez es pura practicidad
La UD Las Palmas de Manolo Jiménez deja a un lado el buen juego para convertirse en un equipo completamente nuevo. Un conjunto que se abona a los triunfos sin importarle el peaje previo.
Lejos queda ya aquella etapa de ensueño de Quique Setién a los mandos de la UD. Desde su adiós estuvieron de paso Manolo Márquez, Paquito Ortiz, Pako Ayestarán y Paco Jémez, estos dos últimos con resultados impropios para un equipo de fútbol profesional. Y este año, con la vuelta a Segunda División, era una evidencia que Las Palmas se iba a dejar de florituras. Por eso se apostó por Manolo Jiménez.
Y con la llegada del preparador sevillano al banquillo grancanario se dejó a un lado la poesía para apostar por un fútbol práctico. Un estilo que puede dejar indiferentes a los más románticos de este deporte pero que, sin duda alguna, es un aval muy importante para obtener uno de los tres billetes que otorgan plaza en Primera División.
Venía el líder de la categoría de plata, con un pleno de triunfos en su casillero y con una pegada que asustaba, y se marchó de vacío para la Costa del Sol. El Gran Canaria se puso el traje de gala de las grandes citas, presentó la mejor entrada en lo que va del curso y empujó hasta que Ocón Arráiz pitó el final del partido.
Sonaron tambores de guerra y se respiró aire de batalla desde que la guagua del equipo bajó por Fondos de Segura. Era un choque entre dos colosos que quieren el ascenso. Dos conjuntos que no van a dejar de pelear hasta verse de nuevo entre los mejores equipos de Primera y así lo demostraron sobre el tapete del recinto de Siete Palmas.
Desde que arrancó el duelo hasta que los futbolistas, tras noventa y cinco minutos sin tregua, tomaron el camino hacia el túnel de vestuarios nadie aflojó en esfuerzos. Cada uno con sus armas. Así fue como dejó los tres puntos Manolo Jiménez en la isla. Apostó, como había avisado en la previa, por el músculo en la sala de máquinas. No quería que el Málaga corriese a la contra. Había que amarrar en corto a los virtuosos y a los velocistas. Y con Javi Castellano y David Timor mordiendo en el centro del campo a los Ontiveros, Pacheco y compañía, solo un destello podía decantar la balanza a favor de locales o visitantes.
A los malagueños les valía con no perder. Sus 15 puntos en la tabla clasificatoria y el colchón de cuatro que tenía con la UD les invitaba a firmar el empate. Mientras, los isleños se aferraban a una acción individual de Rubén Castro, pichichi de la categoría. Pero esta vez no sería el de La Isleta el que reventaría el Gran Canaria. Rafa Mir cogió el testigo y se convirtió en el héroe del choque. Lo hizo saliendo desde el banquillo y en la posición en la que mejor rinde. Un tanto de nueve puro que evidencia que donde mejor se desenvuelve es dentro del área. Control y disparo con su pierna mala, la izquierda, para batir a Munir y vencer al Málaga.
Con el zurdazo del punta murciano y la incisiva lucha del cuadro insular llegó la primera derrota del líder. Y la UD sumó su tercera victoria consecutiva. Con menos fútbol que en otras ocasiones. Con menos oportunidades para que los aficionados se levantasen del asiento, pero con una certeza ya en el horizonte. La practicidad y la efectividad de Jiménez regalará muchas alegrías este año. Y si no, al tiempo.