La UD y la montaña rusa: clímax y crisis en 20 días

Fue el pasado 24 de enero, tampoco hace mucho, apenas veintitrés días. La UD acababa de ganar al Leganés (2-1), culminando una secuencia mágica de tres triunfos consecutivos y que, antes, habían añadido a la cesta de enemigos vencidos a Espanyol (2-0) y Mallorca (0-1), casi nada. Entonces, las sensaciones eran inmejorables, cuadraban las cuentas para engancharse a la lucha por el ascenso, los elogios llegaban de todos los rincones del país y Pepe Mel fue generoso en su discurso y elogios, regando de autoestima su vestuario: «Los futbolistas arriesgan porque se lo pide su entrenador. Lo que más me ha gustado de estos partidos es la personalidad. Han tenido paciencia, han arriesgado, pero con sentido, sabiendo lo que hacían. Me ha gustado la personalidad del equipo ante un rival muy físico. Estoy contento y orgulloso por todos ellos. Ese es el camino a seguir. Este equipo da tranquilidad a cualquier aficionado».

Tres semanas después, luego de la sucesión fatal ante Mirandés (2-0), Sabadell (0-1) y Almería (3-1), ni rastro queda de esas palabras grandilocuentes y el mismo Mel aventura «una semana muy dura» con vistas al partido de la próxima jornada frente al Cartagena (sábado, 19.30 horas) «que es el que marca la parte de abajo», en referencia al descenso. En la montaña rusa en la que se mueve la UD, en menos de un mes se ha pasado de presumir de estilo y prestancia a realizar una llamada de atención en toda regla y ya sin red. «Cometemos errores que no deberíamos», insiste un entrenador que, según reveló, no encuentra explicación a varios de los males que ahora marcan la actualidad del equipo. Y añadió: «El equipo hace esfuerzos que no se ven recompensados popr nuestra culpa».

Cierto es que en este ínterin, además del bajón colectivo, se han sucedido una serie de incidencias de todo tipo, desde un brote de coronavirus en la plantilla que dejó a una pieza capital como Rober fuera de combate y que todavía no ha podido volver (también cayó Silva), lesiones de relevancia (Álvaro Lemos), recuperaciones que no terminan de darse (Loiodice sigue en el dique seco y la puesta en escena de Pejiño ha sido más progresiva y lenta de lo esperado), expulsiones con sanciones inoportunas (Álex Domínguez) y hasta un cuadro de mareos en uno de los insustituibles de la zaga que comportó otra ausencia de calado (Eric Curbelo no pudo finalizar el partido frente al Sabadell y se quedó fuera de la lista de convocados ante el Almería). Por no hablar de futbolistas como Clemente o Araujo que han tenido que lidiar con molestias físicas, el primero debilitado por la covid-19.

En definitiva, que se ha juntado todo, en la misma dirección adversa, y entre lesiones, sanciones e inconvenientes varios la UD debe hoy «volver a la casilla de salida», como admite su técnico, en referencia al reseteo que se hace necesario e inevitable en el contexto de crisis actual y que demanda una reacción inmediata.

Que Jesé entre en acción, como así parece que sucederá este fin de semana, cuando ya habrá cubierto el plazo de tiempo que requería su activación, sin olvidar también la esperada reaparición de Rober (ambos parecían seguros en el último encuentro y se quedaron en casa a última hora), pueden ser argumentos de peso para propulsar al resto. Y Álex Domínguez, el portero titular, también apunta a novedad luego de purgar un partido por su expulsión dos jornadas atrás.

Varios nombres propios que, no obstante, no van a evitar que Mel eleve el tono para que se cumplan sus reivindicaciones y que van desde lo individual, para corregir esos desajustes en lo que se refiere a la concentración, a lo colectivo, con la misión de volver a sincronizar y armonizar un equipo que ha dejado de serlo.