Solo Marita Koch resiste a McLaughlin
La vallista también reina en los 400 metros lisos tras una final espectacular y se queda a 18 centésimas del récord del mundo que estableció la alemana
Igor Barcia
Jueves, 18 de septiembre 2025, 17:11
Reina sobre las vallas y reina en lisos. Hace un año, Sydney McLaughlin rompía en pedazos el récord del mundo de 400 metros vallas en ... la final de los Juegos Olímpicos de París y este periódico tituló la crónica 'El privilegio de ver volar a McLaughlin'. Desde este jueves ese privilegio se extiende a verla deslizarse en el Mundial de Tokio para ganar el título en 400 metros lisos, bajar de los 48 segundos y con 47.78 hacer la segunda marca de todos los tiempos. Eso sí, acostumbrada a no tener rivales, la estadounidense se encontró dos en la pista del Estadio Nacional de Tokio.
Una de hace 40 años, un nuevo reto para que Sydney siga queriendo hacer historia. En 1985 Marita Koch, velocista de la extinta RDA, estableció un 47.60 que desde entonces permanece inalterable en el tiempo e inalcanzable para el resto de atletas que han ido pasando por la carrera de la vuelta a la pista. Pero ojo, porque tras lo visto en Tokio, McLaughlin puede proponerse ese reto, teniendo en cuenta la marca que realizó sobre una pista que estaba mojada. 18 centésimas la separan de tener las dos plusmarcas mundiales, la de 400 metros vallas y la de 400 metros lisos.
La otra rival es actual, y la tuvo pegada a su costado derecho toda la carrera. Honor para Marileidy Peinado, la campeona olímpica, que compitió de tú a tú ante McLaughlin por la calle nueve, sin referencias de salida y siendo parte importante de la marca que realizó la estadounidense porque la presionó hasta la línea de meta.
La dominicana ya dijo que llegaba a Tokio dispuesta a todo y no era un farol. Buscó el oro en todo momento y en la llegada rompió por vez primera en su carrera la barrera de los 48 segundos. Un 47.98 que le coloca tercera en el ranking mundial de todos los tiempos, por delante de otra leyenda del atletismo de otra época como es Jarmila Kratochvílová (47.99), poseedora del eterno récord del mundo de 800 metros. Palabras mayores lo de esta final de 400 metros lisos, que puede considerarse la mejor de todos los tiempos, con dos atletas por debajo de 48 segundos y Salwa Eid Naser, la tercera clasificada, con un 48.19 que es la séptima de la historia, a cinco centésimas de su marca personal.
Días antes del Mundial, Sydney McLaughlin-Levrone explicaba a Olympics.com los motivos que la llevaron a dejar aparcadas las vallas, donde es la dominadora absoluta, y correr los 400 metros lisos esta temporada. «Es muy gratificante salir de mi zona de confort. Quiero ser la mejor atleta integral posible y este es uno de esos retos que creo que había estado posponiendo. Quería dar un paso al frente de una manera diferente. Exigirme de una manera que no lo había hecho antes ha sido emocionante. Es un reto, pero... estoy emocionada de ver hacia donde me lleva», explicó.
Tras lo de este jueves se puede decir que su apuesta la lleva a la historia del atletismo. Es la primera atleta capaz de ganar el oro mundialista en ambas pruebas, es plusmarquista de 400 metros vallas y está a 18 centésimas de hacer lo mismo en 400 metros. Su carrera deportiva se basa en centrar objetivos y dosificar esfuerzos para evitar las temidas lesiones, y McLaughlin ahora mismo es el gran referente femenino de este deporte. Teniendo en cuenta que en 2028 los Juegos Olímpicos se disputan en Los Ángeles, la estadounidense podría plantearse el inédito doblete de 400 metros lisos y vallas, si los responsables del programa de atletismo se lo permiten.
De nuevo en Tokio
En el Estadio Nacional, McLaughlin estuvo a punto de sumar su segundo récord del mundo sobre esa pista. En 2021 rompió el récord mundial de 400 metros vallas con un tiempo de 51.46 y con 21 años se convirtió en la atleta más joven en ganar el oro olímpico en esa prueba. Acaparadora de protagonismo sobre la pista, fuera de las mismas es una estrella discreta a la que no le gustan los focos mediáticos. Criada en la pequeña localidad de Dunellen (Nueva Jersey), su padre, Willie, fue semifinalista en los 400 metros en los Juegos de 1984, mientras que su madre, Mary, fue corredora en la escuela secundaria, especialista en 400 y 800 metros. Y su hermano mayor, Taylor, ganó la plata en los 400 metros vallas del Mundial sub-20 de 2016.
«Sí que hay algo de presión a la altura del nombre McLaughlin», reconocía Sydney en una entrevista sobre la saga familiar. «Todos practicaron otros deportes como fútbol y baloncesto», explicó su padre, «pero sabíamos que seguirían el camino». Pero no todo ha sido sencillo para la vallista. Su enorme talento la llevó a los Juegos de Río de Janeiro en 2016 con tan solo 16 años, la más joven del equipo estadounidense en cuatro décadas, pero no estaba preparada para eso. En su libro 'Más allá del oro: huir del miedo a la fe' recordaba que no se clasificó de forma voluntaria para la final, porque sufrió un ataque de ansiedad y solo quería salir del estadio. La forma que ha tenido McLaughlin para solucionar esos problemas es abrazar la fe cristiana, y asegura que desde entonces le ha ido mucho mejor. «Mi fe ha sido como una gracia salvadora que me ha ayudado a comprender quién soy», afirma la atleta casada con el exjugador de la NFL Andre Levrone Jr.
Tras ejercitarse en la Universidad de Kentucky con Edrick Floreal, pasó a Los Ángeles para entrenar con Joanna Hayes y después cambió a Hayes por Bob Kersee, uno de los entrenadores estadounidenses más reconocidos y marido de Jackie Joyner-Kersee -triple campeona olímpica (heptatlón y longitud) y cuádruple mundial-. Con él se prepara en la Universidad de California.
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