Senegal en la arena
Lucha canaria ·
Con talento, disciplina y entrega, una veintena de menores inmigrantes ha transformado al club San Bartolomé de Tirajana en un referente del deporte vernáculoEn solo dos años, el Club de Lucha Canaria de San Bartolomé de Tirajana ha pasado de ser un proyecto modesto a convertirse en un referente del sur de Gran Canaria por su buen hacer social, cultural y deportivo. Buena parte se debe a un grupo de menores inmigrantes senegaleses, que han encontrado en la lucha canaria una oportunidad para integrarse, crecer y brillar como personas y deportistas.
«Le hablo del rol que están desempeñando los menores extranjeros no acompañados, los conocidos como «menas», en el Club de Lucha Canaria de San Bartolomé de Tirajana.» Así comienza su relato Jennifer Marrero, una de las personas que más de cerca vive el día a día de este joven club, que en apenas dos años de vida ha encontrado en estos chicos que se han adaptado a la perfección y que se dejan todo en la arena. Además de ser una cantera prometedora.
Jennifer Marrero explica que desde los inicios del club, una de las necesidades más urgentes fue la de crear una base sólida, con niños y niñas que se comprometieran con la disciplina. Fue así como surgió la idea de acercarse a centros de menores inmigrantes, la ayoría senegaleses. «Fuimos a un centro a dar clases y a hablar con ellos, preguntándoles si de verdad se lo iban a tomar en serio. Y fue un acierto total, porque pasamos de tener solo dos niños a tener ahora mismo 24».
Casi todos los jóvenes que a día de hoy entrenan en el club son senegaleses, aunque también hay siete u ocho canarios, todos menores de edad. «Se lo toman muy en serio. Aquí se sienten realizados. Hacen cosas que en su país serían inviables. Más allá del entrenamiento, la implicación con los chicos va mucho más lejos: «A veces algunos vienen a mi casa por las tardes después de entrenar. Un sábado pueden venir diez niños. Para mí es un orgullo, porque son personas que merecen una oportunidad. Solo necesitan un poco de atención para darte todo».
El idioma es todavía una barrera para algunos: «Solo tres o cuatro dominan bien el castellano, pero el resto lo entiende perfectamente. Si hay algo que no entienden, se lo explico a los que sí saben y ellos se lo traducen al resto», aclara Jennifer.
Pero si hay una cualidad que destaca por encima de todo es la disciplina: «Son inteligentes, constantes y muy sacrificados. Y aunque han tenido que soportar comentarios racistas, como que nos llamen «el equipo de los negros», ellos no responden con odio. Demuestran su valía donde tienen que hacerlo: en el terrero».
La conexión con la lucha canaria también tiene raíces en su país. En Senegal practican la lucha lamb, similar a la canaria: «Al principio les costó adaptarse por las normas, que son distintas, como no poder tocar la arena con la mano o rozar la rodilla. Pero en menos de dos meses estaban al día. Su adaptación ha sido impresionante», dice.
Hablando de nombres propios, especificó que todos son buenos pero si tuviera que destacar a uno, ese sería Babacar Samba, «el máximo tumbador juvenil». Lo describe como «un luchador nato, humilde y con magia. Tiene una planta increíble y una forma de luchar zurda, como en Senegal». Otro nombre que destaca es Ibrahima Sarr, quien llegó incluso a la selección infantil de la isla de Gran Canaria.
Además, quiso reivindicar el valor de este proyecto:«Sé que la lucha canaria no acapara titulares, pero nosotros estamos ayudando a la sociedad a integrar a estos chicos. No vienen a hacer daño. Son muy buenos, leales y agradecidos. Van contigo hasta el final si les das una oportunidad. El club ha cosechado logros como el subcampeonato en cadete en la zona sur, y un tercer puesto en infantil».
Concluye argumentando: «Este club es deporte, inclusión y futuro: Lo único que pido es que se les valore, que no se les juzgue por el color de su piel. Están totalmente integrados. Y sí, el Club de Lucha Canaria de San Bartolomé de Tirajana está donde está, gracias a ellos».