Matt Knigge: «A Camarero le duele perder hasta un punto»
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Quince victorias en otras tantas jornadas de la Superliga. Y las que vendrán. Porque en este Guaguas, avisa, «resulta imposible conformarse»Secciones
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Quince victorias en otras tantas jornadas de la Superliga. Y las que vendrán. Porque en este Guaguas, avisa, «resulta imposible conformarse»Graduado en Economía, políglota (inglés, ruso y castellano), educación exquisita, porte impecable y calidad en la cancha. Matt Knigge (Nueva Jersey, 1996) es uno de los protagonistas de este Guaguas de récord y que lleva cuatro meses ganándolo todo en la Superliga. Desde que arrancó, mismamente. Voz autorizada para analizar el momento intratable del equipo, Knigge no habla de secretos. Prefiere poner en valor rutina y mentalidad. La excelencia desde la sencillez.
–¿Cuál es la clave para mantener la motivación en cada jornada llevando 15 partidos consecutivos sin perder y con el segundo clasificado a una distancia insalvable?
–A ningún deportista le gusta perder. Siempre quieres ganar, superarte, ir a más. Pero la diferencia del Guaguas, la diferencia que tenemos, es que a nuestro entrenador le duele perder hasta un punto. Podemos ir ganando un set 10-0 que si nos hacen un punto o cometemos un error, a Camarero le duele muchísimo. No nos pasa una. Cada punto es una final, cada partido es una final. Y con ese pensamiento es normal que entrenemos como bestias, que salgamos a la cancha a buscar siempre un 3-0. Todo tiene que ser perfecto. Es imposible relajarse o conformarse con nuestro entrenador y así vamos como vamos. Y me gusta que sea así.
–¿No notan en los rivales la intimidación que imponen?
–Para nada. Cada contrario sale a jugar contra nosotros sin presión porque no tiene nada que perder. Se nota hasta cuando sacan, que es la acción en la que debes estar más concentrado, en la que te centras para no fallar. Nos sacan con tranquilidad porque no se sienten obligados a nada. Por eso también nosotros tenemos que dar el máximo siempre. Sabemos que en cada partido van a tratar de dar todo lo que puedan para ganarnos.
–Con la Copa del Rey a final de febrero... ¿No hay tentación de recoger la mano en el campeonato regular para guardar fuerzas o prevenir lesiones?
–Como decía antes, en el Guaguas no hay lugar para tomarse un partido sin motivación ni ganas. El entrenador nos aprieta cada día y, además, la mejor manera de llegar bien a la Copa es seguir como hasta ahora.
–¿Hay obligación esta temporada de títulos después de la última campaña en la que la Supercopa supo a poco?
–Yo no diría obligación. El primer año ganamos muchos títulos y parecía que estábamos obligados a repetir. Y no es fácil. Seguro que la temporada pasada nos hubiese encantado ganar la Liga o la Copa de nuevo... No fue posible. Ahora tenemos más la ilusión de querer levantar títulos que la obligación. No es bueno que pensemos de esa manera. Es mejor ir como vamos, día a día, dando el máximo que tenemos. Así, seguro, van a llegar las alegrías que todos queremos para el club y la afición.
–En verano se anunció que no seguiría... Y, poco después, estaba de vuelta...
– Después de cuatro temporadas como profesional, mi ilusión por ir a la selección de Estados Unidos parecía que no se iba a cumplir y decidí retirarme y dedicarme a mi profesión, a gestionar star ups en Los Ángeles. Pero jugué una liga de verano, tuve buen nivel y los compañeros me animaron a seguir. Me dijeron que si quería ir a la selección debía contactar con la federación, hacerles ver que estaba disponible para el equipo nacional. Así lo hice, me llamaron y pude completar con ellos unas sesiones de entrenamiento. Eso me empujó a querer seguir porque espero cumplir el sueño de jugar con mi país. Mi compañero Brandon Rattray coincidió conmigo allá y me dijo que tenía que volver al Guaguas. Juan Ruiz me llamó y a la semana siguiente estaba aquí y encantando.
–Porque podía haber seguido en otro club y eligió regresar al Guaguas...
–Me encanta el club. Pude ganar títulos y espero ganar más. Estamos al más alto nivel. Me siento muy integrado. Y vivir aquí es una maravilla. Es mi tercer año en Gran Canaria y tengo ya mi cafetería favorita, mi panadería favorita, mi supermercado de confianza... Irme a vivir a un pueblo de Rumanía en vez de estar aquí... No estoy tan loco (ríe).
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