Maikel Mesa, Edu Espiau y Pietro Iemmello, ayer, antes de emprender viaje. Los tres apuntan al once. /
Maikel Mesa, Edu Espiau y Pietro Iemmello, ayer, antes de emprender viaje. Los tres apuntan al once. /
Caprichos del calendario, la UD va a pasar de la fama que le dio tumbar al Espanyol a visitar a un equipo de Segunda B, un dignísimo Navalcarnero (hoy, 16.00 horas, TV Canaria) que únicamente ha perdido un encuentro de todos los que ha disputado esta campaña (ocho en Liga más su pase anterior en la Copa del Rey). Ya se sabe lo que traen estos partidos, nada que ganar y todo que perder.
Dicho de otra manera, la clasificación no merecerá especial celebración. Pero, en caso de grosería, tal y como se dio el año pasado por estas fechas en Badajoz, habrá coscorrón. Mel ha prevenido a todos los que se lleva a la periferia de la capital de España: quiere intensidad, seriedad y actitud. Con eso debería bastar. Pero el mínimo que exige el escudo no admite excusas. Público en las gradas, termómetro helado, césped artificial... «La mejor forma de respetarnos es estar al cien por cien», insistió el técnico en la víspera.
Subrayada la llamada de atención, se espera una UD experimental, con protagonismo para Ale Díez, inédito desde octubre tras fracturarse el quinto metatarsiano, y otros jugadores que necesitan, igualmente, minutos y kilómetros.
En Gran Canaria se quedan imprescindibles como Lemos, Araujo o Sergio Ruiz, reservados para lo que viene en Mallorca. Pero en el sistema que premia la meritocracia, este tipo de partidos son la puerta de acceso para colarse entre la realeza. De ahí que ese «paso adelante» que se demanda en los menos habituales sea hoy el leitmotiv de la cuestión. Aridai, Iemmello, Clemente, Mesa o Clau son algunos sobre los que se posarán los focos a la espera de que emitan señales de vida.Y qué decir de la amplia nómina de jugadores del filial, portero incluido, que pretenden, de igual manera, lucir.