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Rompiendo barreras desde la cuna

El límite de los sueños se presenta en la mente y en la de Daniel Santana Sánchez no hay prohibiciones. Con tan solo 5 años de edad, tras sufrir a los pocos meses de nacer la amputación de su pierna derecha, desea ser algún día como Cristiano Ronaldo o Jonathan Viera. De momento, ya golea.

Jueves, 16 de julio 2020, 04:39

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Nada más nacer Daniel Santana (8-4-2012), a las dos semanas de comenzar a respirar, una tos bastante intensa sembró la preocupación en sus padres, José Santana y Vanesa Sánchez, quienes lo llevaron al materno. Desde allí les comentaron que tenía un cuadro vírico de catarro. Pero la tos no se iba y, al contrario, arreaba con más fuerza. «El pediatra nos dijo que lo volviéramos a llevar porque tenía tosferina -infección respiratoria-. Estuvo ingresado en la Unidad de Medicina Intensiva porque se le encharcaron los pulmones y, al pincharle la medicación para que le hiciera efecto, le cogieron la femoral, lo que provocó que se le rompiera la vena y le diera una necrosis en la pierna», relata la pareja.

Tras tres meses en vilo y luchando por salir airoso de su batalla más crítica y precoz (le daban de 24 a 48 horas), el pequeño Dani se aferraba al hilo de la vida. Con la amputación de su extremidad derecha inferior hasta la altura casi de su rodilla, el gran admirador del jugador de Las Palmas Jonathan Viera empezaba, por fin, a sonreír.

Ahora, ya con cinco años de edad, después de haber sufrido otras dos operaciones para limar los huesos, ya que al crecer podrían ocasionarle tantos problemas como daños, el niño, natural de Firgas, no tiene límites. Corre, salta e incluso es capaz de volar -en el sentido retórico de la palabra-. Creció viendo entrenar a Luis (23-10-2006), su hermano mayor y ejemplo a seguir, en el Acodetti. En los descansos de los partidos, Dani saltaba al césped y tocaba la pelota. Tiraba a puerta y, cuando el esférico traspasaba la línea de gol, celebraba su tanto como hace Cristiano Ronaldo en el Santiago Bernabéu. El público asistente -padres de los chicos del equipo de su hermano e incluso de los rivales- lo aplaudía y el pequeño, con alma de futbolista, sonreía como nunca.

Y, siguiendo la estela de su admirado hermano, el menor de los Santana comenzó a finales de septiembre su carrera deportiva -mini prebenjamín- en el Acodetti. El domingo pasado debutaba vestido de corto. Lo hacía por todo lo alto. Y, pese a caer ante el Unión Viera, Dani anotaba su primer gol, el único de su equipo. Ni la derrota empañaba una mañana mágica para una familia que ha luchado mucho para que llegara este día.

Hubo un momento en el que todo parecía negro, pero la brega constante de Dani por vivir y crecer obtuvo su premio. Y, cuando en la mente no hay limitaciones, el cuerpo humano es capaz de hacer posible lo imposible. Este chico lo demuestra día a día con una sonrisa. Con tan solo cuatro años ya corrió la pasada edición de la San Silvestre. Ahora, chuta a portería con la misma potencia que el resto de sus compañeros. Y, con su «pierna mágica», como él se refiere a su prótesis, quiere convertirse el día de mañana en su ídolo Jonathan Viera. De momento, no se pierde ningún partido de la UD Las Palmas.

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