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JUANMA MALLO | J. ORTIZ DE LAZCANO
BILBAO
Domingo, 3 de enero 2021, 16:55
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El Athletic fulminó este domingo a Gaizka Garitano, que será sustituido por Marcelino García Toral con un contrato hasta junio de 2022 (el club rojiblanco anunció por la noche un principio de acuerdo hasta esa fecha), de forma sorprendente por el momento elegido, tras una victoria. Se produce «la sustitución», así se titula la nota hecha pública en la página web del club, después de un triunfo tras muchas semanas del técnico de Derio en el alambre, casi desde principios de octubre cuando el Athletic cayó de forma sonrojante contra un Cádiz recién ascendido y con nueve futbolistas. La entidad vizcaína comunicó a las 17.42 horas una noticia que causó desconcierto por cómo se ha producido y por la ubicación de la formación en la tabla tras semanas de penuria, más cerca de Europa que del descenso. Incluso provocó cierto asombro en una parte de la directiva que no pudo acudir al encuentro: se enteró diez minutos antes de que el club hiciera oficial el cese a través de un whatsapp. Tampoco los jugadores intuían que se iba a producir el final del que ha sido su entrenador durante 89 partidos oficiales: muchos se marcharon a casa sin saber que, minutos más tarde, el vizcaíno dejaría de ser su 'jefe'.
De esta manera, inesperada, se puso fin a la era de un preparador, renovado en pleno confinamiento por un curso, que salvó al Athletic de la quema en su primera temporada, le colocó en la final de Copa el pasado ejercicio, y que ha sumido al grupo en una desconcertante irregularidad esta campaña. No obstante, se va con el equipo más cerca del séptimo puesto, a tres puntos, que del descenso, a seis. Y en su lugar, a falta de una confirmación oficial que no había llegado al cierre de esta edición, se ficha al asturiano, un técnico de prestigio, que rechazó otras ofertas, y que ha tenido varios encontronazos con la hinchada bilbaína, algo similar a lo que sucedió con Raúl García.
Pero, ¿qué ha ocurrido para que una destitución tan sorprendente? La derrota contra la Real, con una imagen desoladora, sin ningún tiro a puerta. La decisión, por tanto, estaba tomada desde Nochevieja. Ese día, tras el encuentro, varios directivos se reúnen. Y los integrantes del grupo que había defendido a Garitano contra viento y marea, con Elizegi a la cabeza, aceptan que el proyecto no da más de sí, que no el preparador no puede continuar. Desde el 31 de diciembre, el deriotarra, al igual que su segundo Patxi Ferreira y Juan Irribarren, su preparador físico, era ya historia. Igual que Marcelino sabía que iba a entrenar en La Catedral, aunque los últimos flecos se ultimaban este domingo.
Eso sí, el presidente apostó porque Garitano siguiera hasta este domingo en una estrategia cuanto menos extraña. Porque si algo ha tenido regularidad este curso han sido los constantes ultimátums. Su cargo ha pendido de un hilo de forma frecuente y en cualquier fecha podía haber caído, pero crea cierto desconcierto que se haya anunciado tras una victoria.
Hay que remontarse al 1 de octubre, a la derrota contra el Cádiz, ante nueve, para encontrar la primera ocasión en la que Garitano ya está en el alero. Ese día, el preparador agotó el crédito en una parte de la junta directiva, en la que están algunos de los pesos pesados. Este sector, que al final se ha impuesto, ya recelaba del vizcaíno desde finales de la pasada campaña por el triste final, por su apuesta por unos determinados jugadores, que acabaron exhaustos, y su incapacidad para clasificar al equipo para la Europa League. Tampoco les gustó su nula apuesta por los jóvenes. No obstante, el máximo dirigente siempre salía en su defensa; además, tampoco se debe olvidar que el empresario hostelero vinculó su mandato con el preparador ayer destituido, y ahora lo hace con Marcelino. No se le destituyó con derrotas tan sonrojantes como la de Vitoria, sin ningún disparo a puerta, ni frente al colista Valladolid, en noviembre.
Entonces, eso sí, algo se movió. Se produce el primer contacto con el asturiano. Era noviembre y había un parón de quince días. Este grupo del órgano de gobierno quería fuera a Garitano de manera inmediata porque es incapaz de generar ilusión. Hubo presiones al presidente. Pero no dio su brazo a torcer, a pesar de que se habló con el míster de Villaviciosa antes de que el 23 de noviembre se ganara al Betis. En ese encuentro, el deriotarra cambió piezas, apostó por Vencedor y Vesga en el centro del campo, colocó a Villalibre en punta. Siempre fiel a sus ideales, el técnico removió una pizca el árbol en busca de una reactivación. Se consiguió. Aunque duró poco. Semanas después llegó el Celta, y de nuevo las alarmas, las dudas, un fútbol sin precisión, gris, paupérrimo. Pero salvó la bola de partido contra el Huesca el 18 de diciembre. Firmó un encuentro decente en Villarreal... Aunque la Real volvió a bajar a la triste realidad al equipo.
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