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Osimhen, el héroe de la máscara que buscaba zapatillas en la basura

Osimhen, el héroe de la máscara que buscaba zapatillas en la basura

Ningún futbolista ha marcado más tantos que el delantero del Nápoles en este 2023 en las cinco grandes ligas. El ariete nigeriano hace soñar al equipo partenopeo en el Viejo Continente

Isaac Asenjo

Madrid

Miércoles, 22 de febrero 2023, 18:57

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En noviembre de 2021, en un salto de cabeza el central del Inter de Milán Skriniar envió a Victor Osimhen al quirófano con una veintena de fracturas en el rostro. El ojo se le salió de la órbita y, durante cinco horas, reconstruyeron su cara con seis placas y 18 tornillos de titanio. «Era como si su cabeza hubiese acabado debajo de una prensa», dijo en Il Corriere dello Sport el cirujano que operó al nigeriano, Gianpaolo Tartaro. Desde que regresó juega los partidos con una máscara protectora que bien podría ser la de un superhéroe de Marvel. La obligación de usarla hace tiempo que terminó, pero el jugador insiste: no quiere quitársela en absoluto, es un símbolo de su fútbol y detrás de ella se esconde un mordisco en forma de delantero.

Ningún futbolista ha marcado más tantos que el delantero del Nápoles en este 2023 en las cinco grandes ligas (10 goles); de hecho solo en esta temporada le supera el atacante noruego del Manchester City Erling Haaland (32 goles en todas las competiciones). Si el conjunto italiano domina en Italia y sueña en Europa tras su triunfo en octavos de final de Liga de Campeones ante el Eintracht Frankfurt es en buena parte por este ariete nacido en Lagos hace 24 años y a las necesidades que le obligaron a trabajar siendo un niño. «Era la única esperanza para dar una vida digna a mi familia», confiesa en el diario británico The Independent. Osimhen es dueño de una increíble historia de vida. Perdió a su madre cuando tenía 6 años y, tres meses después, su padre se quedó sin empleo, así que a él y a sus siete hermanos les tocó ganarse la vida con la venta ambulante. En su tiempo libre, el delantero hurgaba en los cubos de basura en busca de zapatillas para jugar fútbol. «A veces encontraba unas Nike para mi pie derecho y luego comenzaba a buscar para el otro pie izquierdo y tenía unas Adidas o Reebok; mi hermana las arregló para que pudiera jugar», explica el ariete en una entrevista con The Independent. Jugaba en las calles y recaló en la escuela de fútbol Synergy Ultimate Straikers de Lagos y una llamada de Emmanuel Amunike, ex del Barça para ir a jugar con la selección de Nigeria le cambió la vida.

Los sueños llevaron a Osimhen de la pobreza a llevar en volandas a su selección a la conquista del Mundial Sub-17 (10 goles en siete partidos) y a ser hoy en día uno de los talentos más brillantes del fútbol. «Juego al fútbol porque creo que es la única esperanza para que mi familia y yo tengan una vida digna», dijo en una entrevista con los medios oficiales del Nápoles. Lleva 18 tantos en la Serie A y dos en Champions League, más de un 30% de los goles de su equipo, y suma siete jornadas seguidas anotando en el campeonato italiano, haciendo que los récords de Diego Armando Maradona y Gonzalo Higuaín en el conjunto partenopeo ya son historia.

Clubes como el Liverpool, el Manchester United o el Chelsea han puesto sus ojos en él y se habla de cifras que superan los 120 millones de euros. Su ascendente precio ha ido en consonancia con la progresión futbolística exhibida. El Charleroi lo compró por 3.5 millones al Wolfsburgo, el Lille pagó por el 22.4 millones al Charleroi tras anotar 19 goles en 35 partidos y el Nápoles se lo llevó a Italia en 2020 por 75 después de marcar 18 goles y 6 asistencias en la temporada que jugó en Francia. En el Lille recuerdan el poderío del delantero: «Cuando presionaba parecía que lo hacía por dos o tres jugadores» Hay quien lo compara con Eto'o o Drogba». Otros, como Gianfranco Zola, exdelantero del Chelsea y del Nápoles, le comparan con Lukaku. «Su fuerza física le convierten en un jugador devastador».

Osimhen sigue en un extraordinario momento y cada encuentro vislumbra una ambición acompañada de una voracidad de un jugador que sabe que está en su momento. En Nápoles no solo hacen cuentas para un alirón esperado durante 33 años en Italia sino para seguir soñando en el Viejo Continente.

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