Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Mientras Manolo Márquez, en soledad, daba sus explicaciones respecto a su dimisión, en primera fila, siendo los últimos en llegar y saliendo luego casi sin mirar atrás, le observaban Toni Cruz, director deportivo, Luis Helguera, secretario técnico, Patricio Viñayo, director general del club, y Paquito y Valerón, hasta la fecha técnicos ayudantes y, en adelante, a saber en qué atribuciones.
Cruz y Helguera quedan retratados, por la responsabilidad que les confiere el cargo, después de lo acontecido en los últimos tiempos. En 27 meses en Primera División y ya van camino del cuarto entrenador. Una aritmética ilustrativa y que evidencia un problema estructural que va más allá de la transitoriedad en el banquillo de la UD. Cuando no hay memoria (Paco Herrera, el héroe del ascenso a la máxima categoría, fue fulminado en octubre de 2015, dos meses después de iniciar su proyecto en la elite), tampoco alcanzan los resultados (los que sí sostenían a un Quique Setién que se negó en redondo a renovar) y, para rizar el rizo, en el colmo de la torpeza, apuestan y esperan por un profesional al que descartan sobre la campana (Roberto De Zerbi) y, en su huída hacia adelante, recurrieron a un hombre de la casa (Manolo Márquez) que les ha explotado en las manos a las primeras de cambio.
Márquez asintió ayer cuando le recordaron una de las máximas del refranero popular. «Lo que mal empieza, mal acaba». No hay sentencia que defina mejor la deriva que está consumiendo a la UD desde que el pasado 18 de marzo Quique Setién, anunció en comparecencia pública, que no seguiría en el club una vez finalizara su contrato.
Con el equipo en caída libre, inercia que no ha variado desde entonces pese al cambio de campaña, el cántabro, hoy en los altares del Betis, abrió una herida que sigue sangrando. A Setién trataron de convencerlo varias veces en un intento desesperado y ridículo de reconducir la situación y, en paralelo, negociaron y acordaron un contrato con el italiano Roberto De Zerbi, fichado, a falta de firma, por catálogo.
De Zerbi visitó varias veces Gran Canaria e, incluso, tuvo a dos ayudantes residiendo en La Minilla para preparar su desembarco. Pero lo que iba a ser una espera asumible, mientras, decían, finiquitaba su relación laboral con el Palermo, la UD se metió en julio con el dudoso honor de quedarse como único equipo de Primera sin entrenador. Y considerando que el curso 206-17 había finalizado a finales de mayo, más de un mes con esta vacante vigente ya chirriaba.
El 3 de julio, la entidad anunció que Manolo Márquez, que ya había sido confirmado al frente del filial, llevaría los destinos del primer equipo. Un volantazo a todo lo previsto y que trató de explicar, sin éxito, Toni Cruz en la presentación el entrenador catalán. «Buscábamos entrenadores que dieran continuidad a nuestro proyecto, y respetaran la idea de juego por la que se nos reconoce. Quedaron seis de perfiles variados y se eligió a De Zerbi, con Manolo Márquez como finalista, pero una serie de hechos durante esta última semana, que no vienen al caso, nos hicieron desistir de la idea de que era el idóneo», explicó entonces el ejecutivo. Entró al cargo sentenciado Márquez. Con más alusiones a la elección frustrada que a la que, finalmente, fue. Muchos sostienen que la marcha de Márquez pilló por sorpresa a todos, pese a que rendimiento y resultados ya le habían situado en la frontera. Pero otros tantos sostienen que jamás se dejó de mirar el mercado de técnicos intuyendo que lo que pasó estaba cantado.
«Esto se veía venir desde hace tiempo. Le venía grande la responsabilidad. No llegaba a los jugadores y, de hecho, hasta él mismo lo ha reconocido», dicen fuentes del club, al tiempo que lamentan la erosión que ha provocado en su figura la efímera y discreta etapa en el primer equipo. «Tendría que haberse quedado en el filial, donde estaba llevando maravillosamente bien el proyecto de formación de jugadores y con el aliciente de estar ahora en Segunda División B. Le empujaron a subir y, al final, se ve en septiembre sin una cosa ni otra por la precipitación en todo lo ocurrido», añaden estas mismas voces.
Ayer, 84 días después de aquella rueda de prensa esperpéntica, todos quedaron retratados. El entrenador, por decir que se sentía capacitado y, de repente, dejarle el muerto a otro a cuatro días del Nou Camp. Y Toni Cruz y Luis Helguera por acudir, como público, a la despedida del técnico y no aceptar preguntas. Ni una voz institucional se hizo visible pese a la numerosa representación.
Manuel Rodríguez, Tonono, director de Formación y Captación y gran valedor de Márquez, no se dejó ver en el epílogo de su mirlo blanco.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.