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España es campeona del mundo y la reina del fútbol femenino mundial. La obra cumbre se retrasó medio siglo, transcurso de tiempo en el que se pasó de la clandestinidad y el rechazo machista de los setenta a la profesionalización y reconocimiento actual hasta tocar el cielo. España ya puede bordar en su escudo la primera estrella, una epopeya que le faltaba al deporte español, y poner así la guinda a una gesta sin precedentes en el balompié de mujeres en nuestro país. Lo hizo frente a la poderosa Inglaterra, actual campeona de Europa y verdugo de las de Jorge Vilda en la última cita europea, disputada en tierras británicas en julio del pasado año.
Frente a las pupilas de Sarina Wiegman, arquitecta de las 'pross', se cerró el círculo que comenzó con una derrota que supuso el inicio de la conocida rebelión de las 15 hacia el seleccionador madrileño. No perdían las inglesas en un gran torneo desde el tercer y cuarto puesto del Mundial 2019 de Francia hasta que se vieron las caras con La Roja, un equipo con alma y multitud de recursos que tras romper la barrera psicológica que había sufrido hasta ahora con la maldición de los cruces ya sabe que es capaz de todo. Saber recomponerse tras los golpes recibidos ha sido clave en el camino triunfal hacia la eternidad para una generación de jugadoras tan extraordinaria por su cualificación técnica como por sus ansias para competir.
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El duelo comenzó con un respeto tremendo y en los primeros compases ninguna de las contendientes lograba imponer el estilo de ambos entrenadores. Las de Sarina Wiegman, tres veces nombrada mejor entrenadora del mundo, apretaban desde el inicio para evitar el juego reconocido de toque y posesión del grupo que dirige Jorge Vilda. Las británicas llegaban al área impulsadas por Laura Hemp, a la que el larguero le impidió abrir el marcador al inicio, y las dos carrileras Lucy Bronze y Rachel Daly, que destacan por su capacidad física y proyección ofensiva.
Tuvo que aplicarse bien desde el inicio España en labores defensivas ante un rival que quería imponerse en los tiempos de posesión. Por fortuna, La Roja ha aprendido en este torneo a crecerse ante cualquier adversidad y tener paciencia como una de sus virtudes. «Lo que tenemos ahora y no antes es la mentalidad ganadora, de creer, de no dar nada por perdido, de no bajar los brazos y, sobre todo, de saber sufrir», reconoció hace días Aitana Bonmatí, jugadora superlativa que tras ser una de las cabecillas de la famosa revuelta contra su entrenador, regresó al equipo para elevarlo hacia la perpetuidad.
Peón a peón evitando la progresión ofensiva del adversario se situaba España para dominar la posesión mientras que las de azul cielo optaban por aprovechar la verticalidad de Alessia Russo desde la derecha en un duelo que se jugaba sin centro del campo y el esférico se movía desde los costados. Si unas lo hacían desde la derecha, las otras desde la izquierda, desde donde apareció la eficaz Olga Carmona, como hizo ante Suecia en semifinales, para adelantar a España en el marcador.
La capitana andaluza demostró su capacidad para armar el disparo desde posiciones cercanas al área y mandó un balón raso a la esquina del palo largo donde no pudo hacer nada la arquera inglesa. El gol se cantó en todo el país. Varios pueblos y ciudades españolas instalaron pantallas gigantes para seguir esta hazaña que supone revulsivo para la explosión de este deporte.
España
Cata Coll; Ona Batlle, Irene Paredes, Laia Codina (Ivana Andrés, min 73), Olga; Aitana, Teresa Abelleira, Jenni Hermoso: Alba Redondo (Oihane, min. 60), Mariona (Putellas, min 90) y Salma
1
-
0
Inglaterra
Mery Earps, Lucy Bronze, Keira Walsh, Alex Greeenwood, Millie Bright, Georgia Stanway, Rachel Daly (Kelly, min. 46), Ella Toone (England, min. 87), Lauren Hemp, Jess Carter, Alessia Russo (James, min. 46)
Gol 1-0 Olga Carmona (Min.29)
Árbitra Tori Penso (EE UU). Amonestó a Lauren Hemp y Salma Paralluelo
Incidencias Final del Mundial femenino disputado en el Estadio Australia de Sídney
Una nueva dimensión que hace que el fútbol femenino se eleve para impulsar aún más su profesionalización, aumentar su visibilidad mediática, la formación de entrenadores, licencias, instalaciones o el trabajo que se hace desde la cantera. «Que podamos ser referentes también es hacer historia», reflexionó Irene Paredes, capitana sin brazalete de un equipo que rompió su techo de cristal ante Suiza para traspasar la frontera prohibida de los octavos de final, que derrotó en cuartos a la subcampeona del mundo, Países Bajos, y que no dejó de confiar cuando Suecia empató un duelo en el 88 para rematarlas instantes más tarde.
España volvió a estar sobrada de posesión y así se siente cómoda. Aitana Bonmatí apareció con criterio dejando sus destellos como brújula hasta llegar a Mariona Caldentey o Alba Redondo en los extremos. El signo del duelo estaba indudablemente en el equilibrio, desde la posesión y la táctica desde la que se imponían los planteamientos de Vilda y Wiegman, que representan la evolución que el juego ha tenido en los últimos años. España se mostró inteligente antes de irse a los vestuarios y apretó a una Inglaterra que no se esperaba este escenario. El poste negó el segundo a Salma Paralluelo, jugadora que mientras se debatía entre el balón y el atletismo ganó los Mundiales sub-17 y sub-20, y que es fiel reflejo del relevo generacional que vive el fútbol español.
En la reanudación, la neerlandesa que dirige a las Tres Leonas incluyó a la talentosa Lauren James y modificó el dibujo táctico para dar un paso hacia delante y evitar que España se cosiera su primera estrella en el pecho. No obstante, las de Vilda salieron enchufadas y una conexión entre Jennifer Hermoso y Mariona Caldentey obligó a Earps a estirarse muchísimo para negar el tanto de la atacante del Barça, que estuvo a punto de poner tierra de por medio, como al poco después intentó Bonmatí con un disparo desde la frontal.
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Se lanzó España al ataque y de nuevo tuvo una ocasión de oro en el penalti tras una mano de Keira Walsh advertido primero desde el VAR, que alertó a la juez para que viera la jugada en el monitor y rectificase su decisión de campo. Jennifer Hermoso lanzó pero Earps adivinó su lanzamiento y la portera del Manchester City, nombrada mejor guardameta del año, paró fácil.
Tocaba sufrir hasta el final y a la mala suerte de la atacante del Pachuca, máxima goleadora histórica con España, se unió la lesión de Laia Codina, un puntal en la defensa de Vilda, que tuvo que dejar su sitio a Ivana Andrés, que ya formó dupla con Irene Paredes en los dos primeros encuentros de este Mundial. Lo intentó Inglaterra con un buen disparo de James que atajó con reflejos Cata Coll, otra de las jugadoras que lo ha ganado todo con las categorías inferiores.
Estudiaba Vilda junto a los suyos cómo cambiar la dinámica del partido en los instantes finales, donde España estaba torpe en las conexiones e intentaba salir a la contra debido a la presión alta de las inglesas. Salía Caldentey y dejaba su puesto para que entrara Alexia Putellas. La doble Balón de Oro ha asumido un rol secundario en su tercer Mundial, respetando en todo momento las jerarquías marcadas en la selección durante sus nueve meses de ausencia tras romperse en ligamento cruzado. La delantera, 11 de España, es junto a Jennifer Hermoso e Irene Paredes, supervivientes de aquella España que llegó a la Eurocopa de 2013 como Cenicienta y ha vivido todas las fases del fútbol hasta hacerse inmortal en Sídney.
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