«Esta tormenta, como todas, pasará»

Ignacio S. Acedo
IGNACIO S. ACEDO

Una semana encerrado en una tienda de campaña. «Mi mundo durante siete días fueron dos metros cuadrados», recuerda Javi Cruz, eminencia de la alta montaña en Canarias y que vivió esa experiencia extrema en 2002, cuando hizo cima en Cho Oyu, la mítica cumbre fronteriza entre Nepal y el Tíbet, que, con sus 8.201 metros sobre el nivel del mar, es la sexta más alta del mundo. Fue integrado en un equipo liderado por Juanito Oiarzábal y de un aprendizaje del que todavía saca moraleja. Que le hablen ahora de confinamiento al bueno de Cruz, quien, después de superar esa situación límite «y otras muchas similares en numerosas expediciones», asegura llevar «de maravilla» el encierro domiciliario impuesto por el coronavirus.

El alpinista isleño admite que los tiempos que ahora se viven «son excepcionales y tienen una raíz negativa», pues nacen de una pandemia mundial, pero, asegura, pueden tener «una vertiente positiva» si se toman con espíritu positivo y didáctico. «Lo mismo es la oportunidad que nunca habíamos tenido antes para hacer introspección y empezar a conocernos mejor. Jamás en mi vida tuve esa inclinación hasta que me encontré metido entre cuatro lonas, con un clima infernal fuera, y sabiendo que solo desde la serenidad, madurez y fortaleza podía salir adelante. Ni siquiera podía estirar los pies. Y así, un día tras otro. Con una humedad que te consumía. Los que hemos tenido que lidiar a miles de metros de altura con condiciones inhumanas conocemos el lado más constructivo que esto te deja», insiste.

En este sentido, recomienda a quienes peor lleven las limitaciones de movilidad impuestas «la aceptación de la realidad sin lamentos y el aprovechamiento de las opciones, bien de ocio o bien de enriquecimiento interno» que están al alcance.

«Dentro de lo que cabe, somos unos privilegiados porque podemos tener unas condiciones que, al menos, nos garantizan una serie de comodidades. Alimentos, televisión para estar informados de todo, acceso a internet y redes sociales, una sanidad pública que es fantástica, un clima insuperable. En Nepal, con un nivel de afectación del coronavirus enorme, la mayoría de la gente vive en chabolas o infraviviendas, con serios problemas de poder acceder a comida y ya ni hablamos de otras posibilidades. Además, allí no hay una red sanitaria. Encima, con todos los circuitos de alta montaña parados, la quiebra económica será absoluta. Yo he visto y vivido aquello y puedo comparar. No hay color. Es cierto que duele lo que tienes a la vista, que ahora no te planteas pensar cómo estarán en la otra parte del mundo. Pero eso está ocurriendo allá o, mucho más cerca, en la mayoría de los países de África, con carencias tremendas. De ahí que sea justo que pongamos en valor lo que tenemos», enfatiza.

Javi Cruz planeaba una expedición a Marruecos a mitad de marzo que no pudo salir por el cierre de fronteras y, a la larga, fue lo mejor que le pudo pasar. «Una de las integrantes del equipo acabó dando positivo por coronavirus y, cancelándola a tiempo, evitamos muchos contagios ya no solo al resto de los miembros. También a toda la gente que veríamos en Marruecos», recuerda aliviado.

«Para los que estamos acostumbrados a la alta montaña este confinamiento no supone mayores sacrificios. Pero como somos minoría y lo que quiero es lanzar un mensaje de optimismo a todos, insistiré en una máxima que se aprende cuando estás allá arriba, más cerca del cielo y de las estrellas: todas las tormentas, por muy fuertes que sean, siempre pasan. Y esta tormenta también va a pasar», concluye en su alegato optimista.