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Dani Sarmiento ya es centenario con la selección española, un logro que engalana, aún más, su impresionante historial deportivo, adornado con un palmarés sin igual (olímpico y campeón de Europa y del mundo con España, a nivel de clubes lo ganó todo con el Barcelona) y una trayectoria ejemplar. El jugador grancanario alcanzó esta cifra redonda el viernes, en Palencia, con motivo del Memorial Domingo Bárcenas y en partido ante Polonia. Camiseta personalizada, entregada de manos del presidente de la Federación, Francisco Blázquez, ovación de la grada y felicitaciones de todos sus compañeros, con el adorno de un triunfo en el que también colaboró con goles (aportó 1 en el 34-28 final), marcaron un día que, como admite, jamás podrá olvidar.
«Nunca pensé que llegaría a esto. Sabía que me estaba acercando a la cifra de cien partidos como internacional, pero tampoco estaba muy pendiente y me ha cogido un poco por sorpresa. Al final llegó y mi felicidad y orgullo por todo es enorme. Me siento muy contento», admitió en conversación mantenida con este periódico desde la concentración del equipo nacional.
Sarmiento quiere acordarse de los suyos en un momento tan exclusivo como el que está viviendo. «Mi familia siempre ha estado ahí y va dedicado a ellos. Mis padres, mi mujer, mis hermanos, todos los míos... También a los amigos y los compañeros que me han apoyado. No quiero dejar a nadie fuera porque han sido muchas las personas que me han ayudado».
Un torneo amistoso en Río de Janeiro, con enfrentamiento ante Brasil, y bajo las órdenes de Chechu Villaldea, supuso su bautizo internacional, hace ya más de un década, y, desde entonces, sus presencias con la camiseta roja han sido una constante. «Poder compartir con leyendas de nuestro balonmano y entrenadores impresionantes tantas experiencias es algo que valoro muchísimo», apunta a modo de retrospectiva y localizando dos momentos estelares en su historia con España: el Mundial ganado en 2013 y el Europeo del año pasado en Croacia.
«Representar a tu país es un privilegio y cada vez que he podido hacerlo lo he valorado muchísimo. Ya si tienes la suerte de ganar torneos y medallas, como he tenido el privilegio de disfrutar, no tienes palabras para describir lo que sientes. Ahora uno no se da cuenta de lo que significa todo esto, supongo que con el paso de los años podré asumirlo», enfatiza.
Formado en el Juventud de Escaleritas (sus padres, Pino y Pepe, recuerdan que siempre cumplió con sus tareas de estudiante y que no fueron pocas las veces que acudió a entrenarse al Obispo Frías a pie, desde su barrio de Las Torres), con paso posterior por el Gáldar, donde se hizo profesional, Almería, Ademar León y Barcelona, todos escudos en los que se consagró, el actual jugador del Saint Raphael francés, que en agosto cumplirá 36 años, espera seguir disfrutando de su deporte «todo lo que se pueda». Ya tendrá tiempo, luego, de saborear efemérides como la que le convierte hoy en noticia.
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