Pedersen vence contra todos los elementos
Impone su fortaleza a la ambición del UAE, a una fuga con muchos ataques y a las protestas contra Israel antes de la jornada de descanso de este lunes
Iván Benito
Domingo, 7 de septiembre 2025, 16:54
Monforte de Lemos es la capital de la Ribeira Sacra, allá donde el río Sil queda encajado entre escarpadas orillas, monasterios y viñas. Una profunda ... garganta en la que el agua, con mayor o menor caudal, presionada por las rocas, logra siempre seguir su curso. Otra fuerza de la naturaleza, Mads Pedersen, debió sentirse así en la fuga de camino a la localidad gallega. Casi 50 ciclistas con la ambición de lograr la victoria y todos con la misma directriz: evitar llegar a la meta junto al danés. El temor era justificado. «Es una etapa que queremos ganar», había declarado después de dar varias veces al palo.
La lucha por la victoria era una cosa olvidada ya por los favoritos desde anteayer. Todos pensando en la jornada de descanso de este lunes y las cuatro etapas decisivas de esta semana. Empezando por el martes en Mos. El domingo era un día para el resto, una donación para los que más sufrieron en el Angliru. A todos ellos, el ciclista del Lidl-Trek les impartió un clínic intensivo sobre cómo gestionar una prueba ciclista en la que todos miran al mismo. Al más fuerte. Porque además de saber correr, hacen falta buenas piernas para ejecutarlo.
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Galicia es de todo menos llana. Los primeros 80 kilómetros eran todo subir y bajar, y luego ya sí, mucho más cómodos, los otros 70. A balón parado, ascendía el largo puerto de A Garganta, que dictaminó quien sí y quién no iba a entrar en la fuga. Dejó pasar a escaladores como Bernal, contrarrelojistas como Kung y todoterrenos como Kwiatkowski y Schachmann. Por contra, sprinters como Coquard o Philipsen, el más veloz, no pudieron con sus rampas.
Pedersen eliminaba a su mayor rival, pero le salieron otros. Primero, la alianza Vervaeke (Soudal) y Jay Vine. El UAE volvió a dar libertad al ciclista australiano. Todoterreno. Propenso siempre a fugarse porque se ve en las carreras virtuales de Zwift y se siente vulnerable en pelotón. A lo que sí tiene cogido el truco es a subir puertos. Afianzó su maillot de la montaña. Otro botín en el zurrón emiratí, a la caza de su octava etapa en la ronda mientras Del Toro lograba en Italia la 81ª de la temporada.
La dupla no era desconocida. Vervaeke lleva ya cuatro escapadas y el año que viene apunta a correr en el UAE. Estuvieron fugados alrededor de 150 kilómetros, con hasta casi tres minutos de ventaja, hasta que el yugo del Lidl-Trek de Pedersen, bien acompañado por cuatro gregarios, incluido Ciccone, les dio caza. La fuga quedó ya muy reducida en la subida al alto de Oural, no puntuable. Ahí el danés se quedó rodeado de ciclistas de otra talla. Sheffield, Bernal, Buitrago, Dunbar y Frigo, todos ellos escaladores, delgados, con menos fuerza en el llano. Ahí debía estar Javi Romo, mermado por la caída que provocó un manifestante propalestino.
Estaba escondido entre los árboles, empezó a correr hacia la carrera con una bandera y se tropezó en la acequia. El sobresalto del protestante, al que salió un policía a detenerle, provocó un bandazo y la caída del toledano, que se levantó como un resorte para recriminarselo. Unos metros más adelante, la Policía detenía a otro grupo preparado para hacer lo mismo. En la meta hubo que instalar una doble valla y se desplegó la UIP para evitar que ocurriera lo mismo que en Bilbao. Que el Israel haya retirado su nombre del maillot no rebaja el clima de tensión. «Van a seguir haciéndolo porque creen que no es suficiente todavía su causa», asume Vingegaard.
Clínic para resolver escapadas
En lugar de Romo, el Movistar coló a Aular, su hombre rápido, que se relamía a rueda de Pedersen mientras este sofocaba todos los arreones. Al excampeón del mundo no parecía preocuparle mucho el venezolano porque era al único que le podía interesar esprintar con él. El resto, le podían atacar todos. Vine, Dunbar, Bernal... hasta que él mismo cambió el ritmo a falta de dos de meta. Pero no pudo hacer hueco y todo quedó por decidirse al sprint. «Cuando Frigo ha saltado a 700 o 800 metros, ha sido perfecto, como si fuera un lanzamiento». Fue su referencia. Se fue acercando poco a poco. Como un depredador a su presa. «Después de la curva a 220 metros, era mi momento para lanzar el sprint». Solo escuchó, no vio, la caída de Sheffield en pleno giro, por la que Aular tuvo que frenar. Pedersen se impuso sin oposión tras superar todos los elementos posibles.
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