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colpisa/AFP
Viernes, 2 de octubre 2020, 15:03
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Sicilia en la época en que se caen la hojas: el sábado comienza un Giro de Italia de belleza otoñal, delante de la catedral de Monreale, con dos veteranos como Vincenzo Nibali y Geraint Thomas, ambos con un Tour de Francia en su palmarés, como candidatos a vestir de rosa el 25 de octubre en Milán.
Pero el abanico se puede extender al menos a cinco corredores con serias opciones a la victoria final. Junto a Nibali (35 años) y Thomas (34 años), el danés Jakob Fuglsang (35 años), el holandés Steven Kruijswijk (33 años) y el británico Simon Yates, de 28 años, aspiran a lo máximo.
Contrariamente al último Tour de Francia, donde brilló la nueva generación encarnada en el sorprendente vencedor, el esloveno Tadej Pogacar (22 años), el Giro ofrece su oportunidad a los «treintañeros». Por eliminación también, ya que el prodigio belga Remco Evenepoel (20 años) causa baja después de su caída a mediados de agosto en el Giro de Lombardía.
Nibali, dos veces ganador del Giro (2013, 2016), se postula para una tercera victoria que le situaría al nivel del mítico Felice Gimondi. Además, el 'Tiburón de Mesina' correrá en esta ocasión en casa, al menos en las cuatro primeras etapas por la isla mediterránea.
La salida del Giro fue reasignada a Sicilia, la isla plagada de maravillas de la antigüedad, después de haber tenido que renunciar a su salida inicialmente prevista en Budapest (Hungría).
Los sicilianos podrán disfrutar de la contrarreloj inicial entre Monreale y Palermo, el final un día después cerca de los Templos de Agrigento, y sobre todo una primera llegada en alto el lunes en las pendientes del Etna, el volcán siempre dispuesto a despertar.
Un Giro fascinante en todo caso. En un país que fue el primero de Europa en ser duramente golpeado por la pandemia de coronavirus, pero que los últimos meses ha sabido frenar una segunda ola, la 'corsa rosa' quiere aportar «un mensaje de confianza a lo largo de toda Italia», según palabras de su director Mauro Vegni.
Todo el país está presente, desde las llanuras del sur de la 'bota' a las montañas del norte, que se visitarán en la tercera semana, hasta los puntos más altos -el Stelvio (2.758 m) y el Agnello (2.745 m)- siempre que las condiciones climáticas permitan hacer cumbre en esos puertos en esa época del año.
La carrera reserva también su parte del pastel para los velocistas (Fernando Gaviria, Arnaud Démare, Elia Viviani y, por primera vez, el triple campeón del mundo Peter Sagan). Además, se correrán 64,9 kilómetros en lucha contra el crono, una cifra que casi duplica los kilómetros de contrarreloj en el Tour (36,2 km).
Para Thomas, el mejor rodador de los favoritos, la ventaja es innegable. Pero, según apunta Nibali a propósito del recorrido, «este Giro, por su preparación y el periodo de la temporada en la que tiene lugar, es un verdadero rompecabezas».
«El año es especial, la temporada es muy extraña, la carrera está llena de incógnitas. Por ejemplo: ¿habrá público?», se preguntaba esta semana el siciliano del equipo Trek en el periódico de las páginas rosas Corriere della Sera. «La experiencia me enseña que todavía estoy preparado para las grandes vueltas», añadió Nibali.
El otro cabeza de cartel de esta 103ª edición tiene un discurso similar. Geraint Thomas, cuyas actuaciones previas en el Giro fueron discretas, se presenta para mejorar el sabor de boca del equipo Ineos, que fracasó en el Tour.
Su jefe, Dave Brailsford, advierte: «El Giro es un reto, sea en mayo o en octubre». En 2018, su corredor británico Chris Froome dio un impresionante vuelco a la carrera en 80 kilómetros a lo largo de las montañas del Piamonte. Cada edición un reto diferente.
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