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El jazz y la lucha por los derechos civiles formaron una sociedad cuando Martin Luther King abría las mentes hacia la igualdad racial en Estados Unidos. Mientras a músicos como Miles Davis le aplaudían en el escenario pero le detenían en la calle como sospechoso habitual sólo por el tono de su piel, el lamento heredado del blues fue quedando atrás en una perceptible evolución de reivindicación y autoestima. Entre los cuarenta y los sesenta genios del jazz como John Coltrane exigieron justicia con temas como 'Alabama' (1963), dedicada a las víctimas de una bomba del Ku Kux Klan colocada en una iglesia o Nina Simone interpretaba «Mississippi Goddam' (Maldita Mississippi).
Éste es el camino, y la historia, que ahora agranda Wynton Marsalis, trompetista excelso que dirige The Jazz at Lincoln Center Orchestra y que acaba de lanzar, en vísperas del desalojo de Donald Trump de la Casa Blanca, su álbum 'Democracy! Suite' (Suite ¡la democracia!). Como antes Charles Mingus, con 'Fables of Faubus' (Fábulas de Faubus) que en 1959 protestaba, sin palabras, contra un gobernador que envió militares para impedir la integración racial en un colegio, ahora Marsalis crea un manifiesto con una sola palabra, «democracia».
Fieles al estilo de la institución fundada en los ochenta para mantener viva la tradición del jazz orquestal, libre de contaminaciones electrónicas o influencias de otros estilos, las partituras del álbum de ocho temas desglosan los últimos acontecimientos vividos Estados Unidos. Forma parte de una respuesta ciudadana que defiende su sistema de convivencia y libertad, constantemente empujado hacia atrás por el ya expresidente. Por ejemplo, hay un surco titulado 'Sloganize, Patronize, Realize, Revolutionize (Black Lives Matters)', palabras de argot intraducibles que parten de la táctica de Trump de crear eslóganes contra los hechos y terminan en la revolución.
«El jazz toma las realidades más duras de la vida y las convierte en música, para dotarlas de un nuevo sentido de esperanza o triunfo. El jazz está conectado a una forma de vida que depende de los principios democráticos», aseguró Marsalis la primera vez que tocó estas canciones en público. Las había reservado para su concierto anual, en homenaje a King, en The Kentucky Center. Fue en septiembre del año pasado, cuando también se grabó el disco que recién ahora está disponible en todas las plataformas.
En este trabajo que Marsalis ejecuta en formato de septeto, capaz de desgarrar con su trompeta, el saxo de Walter Blanding o el trombón de Elliot Mason, en sinuosas aperturas, como en 'Deeper than Dreams'. O en solos rabiosos como en la canción que abre, titulada 'Be present' (Estar presente), que trata de la paradoja en la que a pesar del confinamiento por la pandemia los ciudadanos tenían que salir a protestar. Protestar bailando y con músicos de su talla en un «papel ceremonial», como sucedió en Nueva York.
El signo de exclamación en el título no es gratuito. Se convierte en exigencia y entusiasmo a la vez. «Democracy! Suite es optimista sobre nuestro futuro colectivo», sostiene Marsalis. «Una de las cosas más importantes que podemos hacer es votar. Mucha gente lucha por el derecho al voto en nuestro país. Este es un momento muy importante», decía cuando comenzaba la campaña electoral.
Tenía razón. La movilización logró destronar a Trump. A pesar del aparente triunfo, 'Democracy! Suite' incita a la memoria y, por tanto, la prevención, y deja fluir los sentimientos desde el luto hasta el triunfo, al compás de la orquesta apegada al sonido Nueva Órleans, donde la polifonía se impone, y sigue un compás marcado en los treinta por Louis Armstrong, también trompetista y también comprometido con los derechos civiles.
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