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El olvido es cruel. Sobre todo si no es fruto del paso del tiempo, que lo genera de forma natural en la mayoría de los casos. A veces se le pone freno cuando ese manto que cubre realidades y personas tiene una motivación humana que la sustenta. Surgen voces que se rebelan y lo exterminan. O lo intentan, al menos. Así sucederá los días 8 y 9 de marzo, en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria, gracias a la compañía isleña La Intempesta, con la actriz, directora y dramaturga grancanaria Romina R. Medina al frente, que revive la figura de cinco integrantes del grupo conocido como Las Sinsombrero con el estreno del montaje titulado 'Donde no habita el olvido'.
Ángeles Santos, Josefina de la Torre, Lucía Sánchez Saornil, Marga Gil Roësset y Maruja Mallo son las cinco Sinsombrero que inspiran esta apuesta escénica, cuyo estreno absoluto se llevará a cabo en el recinto de la calle Viera y Clavijo.
'Donde no habita el olvido' tiene una vertiente pedagógica evidente. Da a conocer quiénes fueron estas cinco mujeres, unas creadoras mayúsculas cuyo brillo y trascendencia fue sepultado por sus colegas masculinos de la Generación del 27 y por todos los que vinieron después. Se lleva a cabo esta labor desde la ficción, desde la creatividad de un montaje artístico inspirado en unos personajes reales que renacen ahora dentro de una pieza escénica moderna y sugerente.
«El proyecto nació hace cinco años. Yo daba un taller en un espacio de Mujer Madrid, llamado EMMA, y en el Teatro del Barrio, cuando estaba Alberto San Juan en el equipo directivo. Un día escuché una conferencia de Tania Bayó, que es quien aborda a Las Sinsombrero a través de libros y documentales. Me quedé impresionada, porque no conocía a ninguna. Entonces vi la necesidad de hacer algo sobre ellas a través del teatro, que es mi medio. Lo hablé con la propia Tania y me dijo que me pusiera a ello, porque no había nada escénico sobre Las Sinsombrero», explica Romina R. Medina, responsable del texto, la dirección y la interpretación de un doble personaje de este montaje.
Mientras se documentaba sobre aquellas creadores de primer nivel que fueron silenciadas, el actor Alberto San Juan le habló de Lucía Sánchez Saornil. «Me contó la historia de esta poeta anarco-sindicalista y me habló de la posibilidad de hacer algo sobre ella en el Teatro del Barrio. Pero vino la covid-19 y lo demás ya es historia», confiesa Romina R. Medina, que aprovechó el confinamiento para escribir 'Donde no habita el olvido'.
Las cinco mujeres que rescata la obra no son las únicas que fueron víctimas del olvido generado por el machismo y la envidia. «Fueron muchas más, tanto las que ya conocemos ahora como las que seguimos sin conocer. Pero opté porque el eje central fuera Lucía Sánchez Saornil y añadí a las otras cuatro, que me parecía importante que estuvieran. Las elegí tras el trabajo de documentación que realicé y para que la obra mostrase una cierta variedad, con la presencia de la escultura, la pintura, el teatro y la poesía. También las elegí por una intuición del corazón, que me llevaba a estas cinco mujeres», añade esta artista isleña que ha labrado su carrera con proyectos en Canarias y Madrid.
En la obra, asume un rol muy concreto. «Son cinco historias independientes que están unidas, como ellas lo estaban en su época. La idea de la dramaturgia es que quien las une sea una especie de maestro de ceremonias. Se trata de un símbolo de Federico García Lorca. Un Lorca pero sin imitar a Lorca. Es un símbolo de los compañeros de generación, que fueron los que no las nombraron y participaron en ese olvido. A partir de ese personaje, que viene del más allá al igual que estas mujeres que surgen desde debajo de la arena, aparece la autora, que también interpreto yo. Es la esencia, la conciencia y la voz que espera nacer porque no tiene referentes para hacerlo. Cuando esta autora resucita también desde debajo de la arena las va dando a conocer. El primer autor va muriendo y la autora va naciendo. Esto tiene que ver con 'La muerte del autor', el libro de Roland Barthes, que desde los años 70 del pasado siglo planteó un nuevo paradigma, donde el autor va muriendo», explica la creadora de una obra que contará con funciones escolares, los días 5, 6 y 7 de marzo, dentro del proyecto pedagógico Teatrae del Cuyás.
La escenografía es casi un séptimo personaje. «Es casi una 'performance'. Hablamos de mujeres de vanguardia de este país y la puesta en escena es un reflejo de esa realidad. Retrata mundos diferentes unidos por una misma línea estética. Hay audiovisuales en directo y vídeos grabados previamente. Es uno de mis sellos, lo de unir el teatro y el audiovisual, como ya sucedía en 'Salvando a la sal'», destaca Romina R. Medina sobre una obra que cuenta con la artista emergente grancanaria Lajalada al frente del apartado musical.
Desde un punto de vista escénico y textual, Romina R. Medina se apoyó en «tres estudiosas», Nuria Capdevilla, Tania Bayó y Alicia R. Mederos, esta última para la parte de Josefina de la Torre. «Me he apoyado en tres conceptos de los que habla Nuria. Por un lado está la idea del armario con la homosexualidad y el olvido de la mujer. Han estado encerradas dentro y la historia ha seguido sucediendo. Dentro de ese armario había una historia previa a que por fin se abriera. El segundo concepto es el de 'collage'. No conocemos sus historias de principio a fin, sino retazos. Y una tercera idea es lo fantasmal, unas madres fantasma, ya que son las primeras feministas en España y por eso hubo después una labor muy pensada para invisibilizarlas», avanza.
La actriz María de Vigo también se duplica sobre el escenario. Se pone en la piel de Lucía Sánchez Saornil y de Maruja Mallo. «Partir de personajes que han estado vivos me resulta interesante como actriz. Me gusta que no partan de mí y que hayan vivido antes, como sucede en este caso, porque me da mucho juego. En ningún momento hemos partido desde la imitación, porque lo importante en ellas es su esencia y lo que aportaron en su momento», defiende la intérprete.
Desde la intuición y bajo el paraguas de la libertad y el respeto han nacido sus dos personajes. Reconoce que Maruja Mallo y Lucía Sánchez Saornil «fueron muy distintas», por los que las aborda «con un tono totalmente diferente», sin entrar en detalles.
La niña prodigio Marga Gil Roësset es el reto que asume la actriz Niria Rodríguez en 'Donde no habita el olvido'. «No hay ni siquiera archivos sonoros de ella, porque murió muy jovencita, pero sí que tenemos datos para imaginarnos su vida y las piedras que se encontró en el camino», apunta la intérprete.
La obra pone el foco en el ocaso de su existencia y en los aspectos que llevaron a que optara por el suicidio. «Marga Gil viene de una familia muy conocida a finales del siglo XIX y en el XX, los Roësset. Se la conoce solo por su suicidio en torno a Juan Ramón Jiménez. Esto aparece en la obra, porque tiene que aparecer, pero lo importante es que descubrimos a Marga Gil la escultora, que hacía piezas con piedra de granito. Fue una niña genio a la que su parte artística desbordó, también por la presión familiar», apunta Romina R. Medina.
Ángeles Santos fue la más longeva de Las Sinsombrero que revive este proyecto. La actriz Alicia Ramos asume el rol de esta pintora, cuyo cuadro 'La Tertulia' es clave dentro de este montaje escénico. «Cuando con veinte años su padre la mete en un sanatorio, deja de pintar como hacía en aquel momento. Fue un prodigio que, sin recibir clases de pintura y documentándose con revistas, aprendió a pintar como las vanguardias de su época. Acabó explotando mentalmente, porque vivía en una especie de cárcel, sin relación con la sociedad», avanza sobre su personaje.
«A las mujeres artistas se las relaciona siempre con la locura, el suicidio y el amor romántico. Esta obra lleva detrás un trabajo importante para que no sea así. El caso de Ángeles Santos fue impresionante, porque vivió cien años. Se la conoce por 'La Tertulia', porque fue el primer cuadro vanguardista fuera de serie realizado en España por una mujer. Hoy cuenta con una sala propia en el Reina Sofía, junto a otro cuadro suyo, 'El Mundo'. En el sanatorio pasó al olvido, aunque su hijo ha explicado que siguió pintando, pero con un etilo más costumbrista», destaca Romina R. Medina.
Ruth Sánchez es la encargada de interpretar a Josefina de la Torre. «Es una suerte, un honor, un placer y una responsabilidad darle vida», dice la actriz grancanaria. «Es poliédrica, una niña genio que escribió desde muy joven. Fue atemporal. La traes al presente y sigue teniendo una gran entidad. Fue muy importante por muchos motivos. Siempre hizo lo que le dio la gana porque tenía un empoderamiento como si fuera la reina de Inglaterra. Contaba con la seguridad de saber que lo que hacía sobreviviría al paso del tiempo», defiende sobre esta creadora irrepetible.
Ruth Sánchez lamenta que a Las Sinsombrero y a la mayoría de las artistas mujeres se las «enmarque en un contexto político, económico, histórico o cultural», mientras que a los hombres no. «Forman parte de la Generación del 27, pero a Lorca, Dalí, Alberti se les da entidad propia. A ellas, es tal la falla y el entierro al que se las ha sometido, que hay que rescatarlas dentro del globo o salvavidas de que pertenecieron a la Generación del 27», denuncia. Una realidad que parece no haber cambiado, ya que el estreno de este montaje parece haberse enmarcado también dentro del programa cultural por el Día Internacional de la Mujer, como si no tuviera entidad suficiente por si solo, denuncian varias de sus intérpretes.
Unas actrices que han creado «tribu» durante el largo proceso de gestación del montaje. «Ha sido un ejercicio de poner en valor a nuestras madres creativas. No ha habido nada piramidal, hemos sido espejo unas de otras, con el lema de '¡eres buena!' querefleja la exigencia, pero hasta cierto punto», explica Emma Álvarez, ayudante de dirección.
El nombre de Las Sinsombrero nace del gesto de quitarse este atuendo en la Puerta del Sol como gesto de rebeldía y protesta por parte intelectuales de la época como Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca. Fueron insultados e incluso apedreados. Actualmente, se conoce como Las Sinsombrero a las mujeres de la Generación del 27 que fueron silenciadas sobre todo a partir de la Guerra Civil. En el montaje teatral 'Donde no habita el olvido' no solo cobran protagonismo las cinco protagonistas, el público descubrirá a Mary, la pareja sentimental de Lucía Sánchez Saornil, a Zenobia Campubrí, mentora de la pintora y escultora Marga Gil o a Laura de Cominges, alter ego de Josefina de la Torre.
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