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Kike Pérez, junto al cartel anunciador de su nuevo espectáculo. C7
«Mi sello es la cercanía y que piensen: 'Este pibe podría ser mi colega'»

Kike Pérez, humorista

«Mi sello es la cercanía y que piensen: 'Este pibe podría ser mi colega'»

Los días 2 y 3 de mayo, el artista lanzaroteño presenta su último espectáculo en el Teatro Guiniguada de la capital grancanaria

Francesc Zanetti

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 28 de abril 2025, 02:00

¿Acaso está viviendo Kike Pérez la 'segunda edad del pavo'? Habrá que ir a ver su nuevo show, 'Entradas ProhiVidas', para descubrirlo. El humorista lanzaroteño se enfrenta a la cuarentena mirándola de frente y confiesa en esta entrevista que encara esa nueva fase de transición y conflicto en la que se adentra ahora, con un ruego: «que pueda seguir disfrutando de lo que hago sin perder la ilusión». Los días 2 y 3 de mayo, a partir de las 20.00 horas, presenta su último espectáculo en el Teatro Guiniguada de la capital grancanaria.

-¿Alguien le llama Enrique?

-Pocos, la verdad. Mi madre cuando está enfadada, algún profesor en su día... Pero vamos, Kike es lo que ha calado. Enrique suena como demasiado serio para lo que soy yo.

«Intento enseñar el poquito talento que pueda reunir con mi arma más leal, la honestidad»

-¿Qué recuerdos tiene de su isla natal, Lanzarote?

-Uff... muchísimos. El viento, el mar, la tranquilidad de la gente... y por supuesto, la comida de mamá. Aunque lo que más recuerdo es la infancia en el barrio, los amigos, los ratos en la calle jugando sin preocupaciones. En Tías empezó todo. Recuerdo los nervios de aquella primera función en su teatro. Sudaba más que en una verbena de agosto. Pero también el cariño de la gente, que me dio un empujón increíble. Fue el típico 'bautizo' en el escenario que no se olvida nunca.

-¿Cuándo tuvo claro que quería ser humorista?

-Desde pequeño ya me gustaba hacer reír, pero claro, uno no piensa en eso como una profesión. Lo tuve claro cuando empecé a ver que la gente pagaba por venir a verme. Ahí dije: «¡Oye, pues igual va en serio esto!».

-¿En estos más de 30 años de profesión hubo algún momento en el que dijera: «no vale la pena»?

-Claro, como en cualquier trabajo. Hay momentos duros, de dudas, de pensar que no merece la pena tanto esfuerzo. Pero luego te subes al escenario, ves a la gente riéndose, y se te olvida todo.

-¿'Entradas ProHividas' puede considerarse un 'show' ecuador en el que de alguna manera formula un recuento de lo que ha sido tu existencia hasta la fecha, o por el contrario aventura lo que será o espera de la vida a partir de ahora?

-Un poco de ambas. Hablo de lo vivido hasta ahora, pero siempre con la mirada puesta en lo que queda por venir. Hay que reírse del pasado y del futuro.

-¿Por qué nadie debería perderse su último espectáculo?

-Porque está hecho con el corazón, como cada propuesta anual, y porque sigo intentando enseñar el poquito talento que pueda reunir con mi arma más leal, la honestidad.

-¿Cuando está en capilla para afrontar los 40 qué le pide a esa nueva etapa que se te abre?

-Salud, que es lo importante, y seguir disfrutando de lo que hago sin perder la ilusión. Y si puede ser, que el metabolismo me respete un poquito más.

-Se opina que la crisis de los 40 afecta más a los hombres que a las mujeres, que se mueven más en el caos. ¿Tiene esa percepción?

-Puede ser. A nosotros nos entra la bobería de empezar con el gimnasio, la moto... cosas que ya no vienen a cuento. Las mujeres, en cambio, parecen llevarlo con más filosofía, para nosotros es algo más nuevo, por sistema.

-¿Qué le queda del Kike veinteañero?

-Las ganas de seguir riéndome de todo, las ganas de seguir afrontando las cosas sin el miedo a caer.

-¿Qué le queda por hacer que esté pendiente y esté empeñado en realizar antes de irse de este mundo?

-Viajar más, que mi hija viaje conmigo, que cuando llegue a los cuarenta tenga en la maleta más viajes que ropa.

-¿Se parece algo el escenario a la vida?

-Totalmente. En los dos improvisas, en los dos metes la pata y en los dos intentas que la gente se lo pase bien.

-¿Su arma secreta de defensa cuál diría que es?

-El despiste. Cuando crees que no estoy haciendo nada, ¡pum! Suelto la broma, eso y salir corriendo.

-¿Cuál diría que es tu sello cómico?

-La cercanía. Contar las cosas como las vive cualquiera, pero dándoles ese toque que te hace pensar: «Este pibe podría ser mi colega».

-¿Prueba o consulta con alguien los guiones de sus shows antes de su estreno?

-Sí, claro. Wendy (su esposa) y mis amigos son mis mayores críticos. Si ellos se ríen, sé que va por buen camino. Si no... hay que replantearse cosas.

-¿Qué chistes le ofenden?

-Los que hacen daño gratuito, sin el ingenio que necesita de la bondad.

-¿Se puede hacer humor desde el miedo que provoca no gustarle a todo el mundo?

-Se puede intentar, pero no se disfruta igual. Hay que asumir que no vas a caerle bien a todo el mundo y seguir adelante.

-¿Se siente presionado siendo una de las pocas personas en Canarias que cae bien a casi todo el mundo?

-Bueno, es un honor, pero también una responsabilidad. Hay que medir más las palabras, pero siempre siendo uno mismo.

-¿Qué es, más de Quevedo o de Pepe Benavente?

-De los dos, según el día. Quevedo para el coche, Pepe Benavente para la fiesta.

-¿Broncano o Pablo Motos?

- Broncano, por pura coincidencia generacional y esa forma de construir, rompiendo las cosas. Pablo tiene su trayectoria, pero Broncano va más a mi rollo.

-¿Los canarios nos reímos mucho o poco?

-Mucho. Tenemos un humor increíble y cada vez más desacomplejado.

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