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Wajdi Mouawad es una referencia mundial escénica. Este dramaturgo libanés, que reside en Francia desde que su familia huyó de su Líbano natal por los conflictos religiosos, se convierte en un acontecimiento cada vez que estrena y sus obras, sobre todo a raíz de 'Incendios', son representadas en los principales escenarios con directores y elencos de primer nivel. Este fin de semana, a partir de las 20.00 horas, se estrena en el Teatro Pérez Galdós sobre un escenario canario para contar la historia de Harwan, un compatriota que reflexiona sobre su vida ante 'El regreso del hijo pródigo', de Rembrandt, en el museo Hermitage de San Petersburgo.
-¿Qué le inspiró la escritura de 'Seuls' (Solo) y cómo encajó dentro de su serie denominada 'Domestic'?
- He escrito 'Solo'... En fin, no he escrito 'Solo' porque de hecho esto se ha hecho de una manera diferente, he trabajado directamente en el escenario, a partir de la sala de ensayos, y la escritura ha venido a lo largo de los ensayos. 'Solo' ha venido en realidad porque después de 'Litoral', 'Incendios', 'Bosque' y 'Cielos' tuve la impresión de que me encontraba al final de una escritura, de un cierto tipo de teatro que contaba historias que se apoyaban sobre todo en la relación entre el texto y el actor. Sentí que necesitaba ir más allá, de trabajar de manera diferente, de buscar otra cosa para no estar pillado en un sistema en el que la escritura de 'sangre de promesa' terminó por instalarse, de una manera o de otra, tanto en mí como en la manera en la que el público tenía a la hora de contemplar mis espectáculos. Tenía ganas de presentar otra cosa, ir más allá, liberarme quizás de una definición que estaba construyendo alrededor de lo que hacía. 'Solo' ha llegado a partir del momento donde me contaba que tenía ganas de hacer un ciclo que se ocuparía de cada miembro de mi familia. Resulta que somos cinco, un padre, una madre, un hermano, una hermana y yo. Pensé que esto cubría todo lo que podía existir en una célula familiar. Un padre, una madre, un hermano, una hermana y uno mismo. Me dije: «Voy a hacer cinco espectáculos». Cada espectáculo partiría de uno de los miembros de mi familia y contrariamente en 'Litoral', 'Bosque', 'Incendios' y 'Cielos' no quería partir de una ficción sino de la biografía, sabiendo que el trabajo me haría estar la deriva poco a poco. Lo que me interesaba era justamente la manera con la que iba ir hacia la ficción partiendo de un elemento extremadamente autobiográfico. Resulta que hace unos años tuve que ir a San Petersburgo y visité el Museo del Hermitage y estuve muy emocionado por el cuadro de Rembrandt del 'El regreso del hijo pródigo', que muestra al hijo arrodillado de espaldas a los que miramos el cuadro. Tuve ganas de entrar en el cuadro. El cuadro es muy grande y tuve verdaderas ganas de subirme en el cuadro y penetrar y una de las preguntas que me ocuparon mirándolo fue: ¿Pero donde está la madre? Vemos un padre con un hijo que ha regresado, vemos un hermano que mira detrás de una columna, dos amigos de la familia que están sentados, que contemplan el reencuentro del padre y del hijo y entonces me dije que si la madre no estaba allí es que necesariamente tenía que haber muerto. Porque, ¿qué haría que una madre estuviera ausente a un evento tan importante como el regreso de un hijo? En todo caso ella había desaparecido. Y a fuerza hablarle al cuadro, poco a poco las ideas fueron viniendo. Es un poco todo esto lo que ha hecho que la escritura de 'Solo' haya tenido lugar después.
-¿Tiene mucho de usted Harwan, el protagonista y por eso optó por protagonizarla?
-No. Hay un poco de mí en todos los personajes que he escrito. Hay una parte de mí que se encuentra en ellos y no voy a interpretarlos necesariamente. Lo que me ha llevado a interpretar el personaje yo mismo es que, como digo, no he escrito la pieza primero para montarla después. He buscado verdaderamente a través de la pintura primero, ya que el personaje está pintado. Primero he pintado en el escenario, he trabajado mucho con la pintura y después resulta que el personaje tiene una relación con la lengua materna, con el árabe, hay que saber pintar un poco, en todo caso no hay que tener miedo de la pintura. Así que rápidamente resultó que el espectáculo se ha construido con una cierta forma de 'performance' y ésta ha nacido de mis experiencias y de mis investigaciones en el escenario. Así que necesariamente fue una cuestión natural que fuera yo quien lo fuera a interpretar
-¿Durante el proceso de escritura ya tenía claro que la iba a protagonizar usted o esa decisión fue posterior?
-Exacto. Como he dicho era evidente. No nos hemos cuestionado tanto el espectáculo. Ha nacido de las improvisaciones que yo hacía, de las 'performances' que hacía con la pintura, del mismo acto de pintar, de los textos que aportaba, de la investigación que he hecho con el vídeo y con el sonido. Todo esto hizo que el espectáculo fuera construido verdaderamente alrededor del hecho de que era yo quien lo sostenía, quien lo llevaba en mi interior.
-¿El hecho de que el protagonista de 'Seuls' se quede encerrado en una sala del Hermitage de San Petersburgo cobra una nueva dimensión a raíz de la invasión rusa de Ucrania? ¿Considera que esta guerra da un cariz diferente e inesperado a su texto?
-No, no lo creo. Desde que creé el espectáculo, desde 2008, han ocurrido todo tipo de eventos, se produjeron los atentados del Bataclan en París, las elecciones de Trump, la explosión del puerto de Beirut, la guerra en Ucrania. El personaje pasa su tiempo diciendo que si él es quien es, es porque ha habido una guerra. Evidentemente, podemos pensar en ello, por eso no me interesa demasiado hacer un teatro que se pega de manera oportunista a la actualidad. Es algo que me molesta siempre, incluso como espectador. Pero por sensibilidad es posible que el espectador pudiera pensar en ello. Sí, efectivamente es posible, pero lo que están viviendo las gentes de Ucrania en este momento es tan inconmensurable de dolor que no va a ser una obra de teatro la que va a permitirse el lujo de pensar en poder hacer un testimonio que esté a la altura para dar cuenta de lo que las personas están viviendo de forma tan espantosa. Pienso que el teatro es mucho más humilde y de hecho ahí está su fuerza.
-¿Podemos entender 'Seuls' como una pieza sobre la memoria y el peso de un pasado que nunca abandona?
-Sí podemos considerarlo así, si queremos. Decirlo no sería absurdo, pero no es solamente eso. Me parecería una pena que la considerásemos solamente así.
-¿Cómo fue el trabajo con la dramaturgo Charlotte Farcet? ¿Su texto original se ajustó o varió a partir de sus aportaciones?
-El trabajo que hago con Charlotte Farcet como dramaturga no es una cocreación pues sigue siendo un texto que he escrito yo y donde establezco las cosas, pero ella vino con una mirada que penetra, que vino dada para ver en primer lugar qué hay detrás. Y ella me contaba. Y fue al contármelo que yo pude elegir introducir más evidencias en ciertas cosas porque no se explicaba suficientemente al espectador. Lo que ella ha visto puede que sea mucho más interesante de destacar que lo que yo había tenido intención de mostrar. Ella actuó verdaderamente como una visionaria. Es algo del orden de la visión, ella ve lo que no es todavía suficientemente visible y ella me permitió decidir lo que yo quería mostrar o no.
-Para un público que no sea francófono, como es la mayoría del que acudirá a las funciones en el Teatro Pérez Galdós, ¿será especialmente complicado seguir 'Seuls' a pesar de los subtítulos en castellano?
-No en absoluto, hemos presentado 'Seuls' en todo tipo de países. Lo he interpretado muchísimo en España, en América del Sur, Japón, Alemania, en países donde a veces no tienen nada que ver con el Líbano y en general las personas comprenden muy bien la situación. Los subtítulos se colocan suficientemente cerca del espacio de la obra, lo cual hace que el espectador no pierda nada de la escena por el hecho de leer subtítulos. Creo que se puede seguir la obra muy bien. Además hay una gran parte del espectáculo donde no hay palabras. Toda la última parte. El espectáculo dura dos horas y hay unos cuarenta minutos donde ya casi no hay palabras. Y cuando hay palabras, creo que es bastante simple. No es una obra que vaya rápido, tenemos tiempo de leer, de comprender y la situación es bastante simple.
-Como dramaturgo, su trayectoria es bastante conocida en España, pero ¿cómo es Wajdi Mouawad como actor?
-No lo sé. Me gusta actuar. Digo el texto que he escrito así que evidentemente tengo una relación bastante epidérmica con el texto. Sé por qué lo he escrito y lo llevo dentro. Además es una obra que interpreto desde hace ya 13 años y cuando la comencé a interpretar tenía 40 años, ahora tengo 54. Ahora, el juego teatral forma parte de mí completamente, no tengo la impresión de interpretarlo. Y además, cada vez que lo interpreto en escena, algunos minutos antes de entrar siempre me digo que habrá una persona en el teatro, una sola, que necesita absolutamente ver este espectáculo y que es por esa persona por la que voy a actuar. Voy a interpretarla un poco como un médico, actuó para ella, incluso si no la voy a conocer después, incluso si no sé quien es. Lo voy a hacer por ella. Este acto me permite estar más cerca, casi como un chamán. No lo digo en el sentido de maestro, sino de médico. Voy a hacer las cosas sobre mí mismo, no para mí, yo no necesito hacerlo. En los ensayos quizás tuve la necesidad de hacerlo, como una especie de exorcismo, pero ahora para interpretar la obra ya no necesito hacerlo, sino que el hecho de hacerlo me remite al espectador, a un espectador que necesita verdaderamente poder vivirlo y quizás encontrar una pequeña sanación, un poco a la manera homeopática de la poesía. Sanar por la poesía. Y de esta manera, quizás, llego a tener placer cada vez que actúo. No lo hago para mí, sino para una persona en la sala que ese día, seguramente, tiene necesidad de ver este espectáculo.
-¿Cómo se digiere un éxito tan mayúsculo como el que cosechó a raíz de 'Incendios'?
-Buena pregunta, esto no se digiere. Se da usted cuenta de que todavía me pregunta algo sobre 'Incendios' y cada vez que hago cualquier cosa, siempre me preguntan algo sobre 'Incendios', así que en un momento dado 'Incendios' comienza a... Bueno, al mismo tiempo está bien, ha sido una suerte extraordinaria, es formidable. Pero es algo que se gestiona, no se digiere. La manera de gestionarla es aceptarla y estar contento sobre todo por los jóvenes que descubren el teatro a través de 'Incendios'. Se dan cuenta que el teatro puede ser bello, emocionante, uno se puede reconocer en él. Y eso lo genera 'Incendios' en los jóvenes, a menudo, gracias a los profesores. Eso me emociona mucho, evidentemente.
-¿Qué idea de programación y creación defiende como director del Théâtre National de la Colline, en París?
-Defiendo la noción de autores, de escrituras contemporáneas, escritas hoy. En la mitad de los proyectos no hay texto. Acepto acoger un proyecto sin haber siquiera leído el texto, simplemente porque yo mismo no escribo el texto antes de montarlo. Hay algo que pone en el centro el acto de creación de un autor. Mi deseo se centra más en los autores que en los directores de escena. A veces resulta que el autor es él mismo director de escena, pero es raro que yo me encuentre con un director de escena que quiere montar algo de un autor. Comienzo por encontrar al autor y después hablamos de un proyecto, algo que él va a dirigir o que será dirigido por otra persona. Pero mi deseo primero es verdaderamente el autor, en el sentido amplio de la palabra. O sea, Amos Gitaï es un autor incluso si él no escribe teatro, Angelica Lidell es una autora incluso si su manera de escribir no es la misma que Yasmina Reza, Valère Novarina o Alexandra Badéa. Escribir en el sentido mas amplio.
-En septiembre veremos en el Teatro Cuyás su obra 'Cielos', dirigida por Sergio Peris-Mencheta. ¿Qué le ha parecido la versión que ha creado este director español y el elenco que la protagoniza? ¿De dónde surgió la idea de ese montaje?
-Me da muchísimo placer, porque 'Cielos' es una pieza que me toca mucho el corazón. La creé en 2009, comencé a pensar en ella en 2005 y sobrevolaba mucho alrededor de la idea de una juventud en cólera que decide hacer actos terroristas en los museos. Fue hace mucho tiempo, mucho antes de lo que vivimos ahora. Que la pieza se remonte hoy me emociona enormemente. No he podido ver desgraciadamente la versión de Sergio, pero la idea de que haya tenido ganas de hacerla hoy con todo lo que está pasando me toca enormemente. Y la idea de la producción ha venido de él, ha sido un encuentro deseado.
-¿Tiene en mente una versión escénica de su novela 'Ánima', que acaba de editar en España el sello Destino?
-No. No estoy en contra. Sé que hay proyectos para hacer una serie y una película, pero no podría trabajar en ello porque cuando escribimos una novela, no puede ser otra cosa más que una novela. No porque yo no lo quiera, pero no puedo trabajarla de otra manera que de esa forma. Lo mismo pasa con una obra de teatro. Sería incapaz de hacer una novela o una película u otra cosa distinta a lo que es. Esta relación con el objeto y la forma del objeto para mí es tan importante como lo que se me está contando. Y al mismo tiempo no tengo ningún problema en que otro se haga con la historia bajo otra forma, un poco como paso con 'Incendios' y el proyecto que Denis Villeneuve desarrolló para hacer una película. No he participado en absolutamente nada, porque no podía. Hubiera sido un muy mal consejero, porque no podía imaginar la obra de otra manera que siendo una obra de teatro.
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