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Armando Ravelo, este lunes, en la cafetería del Hotel Parque de la capital grancanaria. COBER SERVICIOS AUDIOVISUALES
«La película es un diálogo entre el pasado y el presente de Canarias»

«La película es un diálogo entre el pasado y el presente de Canarias»

entrevista al cineasta armando ravelo ·

El director grancanario comienza la promoción de 'Érase una vez en Canarias', que se estrenará en 2023

Victoriano Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 18 de octubre 2022, 01:00

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Este martes, a partir de las 18.00 horas, en los OCINE Premium 7 Palmas de la capital grancanaria, se lleva a cabo la presentación a patrocinadores y el equipo participante del largometraje 'Érase una vez en Canarias', dirigido y escrito por el teldense Armando Ravelo. Diana Diouf, Yanely Hernández, Mingo Ruano, Kira Miró, Álex García y Kike Pérez encabezan el reparto coral de esta historia protagonizada por la joven senegalesa Nola, que llega en cayuco a Canarias para intentar conocer a su padre, un marinero que reside en Tenerife. El filme tiene previsto su estreno el próximo año, apunta su director, que reconoce que esta producción está en plena carrera festivalera por los principales certámenes nacionales e internacionales.

-¿Podemos entender su película 'Érase una vez en Canarias' como una epopeya sobre la realidad contemporánea en las islas y también sobre el pasado que marca el presente?

-Sí, entiendo la película como un diálogo entre el presente y el pasado y cómo el pueblo canario se ha ido conformando a través de capas de emigrantes. En este caso, la emigración africana está aportando una nueva capa, que sorprendentemente estamos recibiendo con un extraño recelo. El diálogo que establece la película es a varios niveles, tanto en lo social como en lo humano y lo íntimo. Cómo se vive ahora y cómo se vivía antes. Establece los puntos de conexión y las diferencias. Quería señalar los puntos que nos hacen eternos como seres humanos y que conectan con los sentimientos más primarios, como son la soledad, el amor, la generosidad, el odio... Patrones que se repiten y nos han forjado como pueblo.

«En cuanto vi el vídeo de Diarra Diouf supe que era Nola, por su ternura noble e inteligente»

-¿Qué le motivó a levantar esta película? ¿Algún episodio concreto en torno a la emigración, como el desembarco en El Veril o fue la suma de distintas realidades?

-Ha sido fruto de mi propia carrera como cineastas en las islas. Ha sido más lenta de lo esperado. Con más dificultades de las esperadas, también por inconsciencia y por tener muchas ilusiones y esperanzas que la realidad acababa tumbando. Que haya sido lenta también es interesante, porque me ha ofrecido una perspectiva madura, como cineasta y persona y eso me ha permitido reflexionar cómo a través de la realidad de las islas se ven los eventos que van a conformar el futuro. El cine es también una forma de hacer crónica y quería contar el día de hoy a través de una fábula, una epopeya y al mismo tiempo lanzar ideas sobre nuestro pasado que nos explican. Eso es lo que me obsesiona, ese juego de espejos, partir el tiempo, doblarlo, ir hacia atrás y adelante.

-Si se quiere entender Canarias dentro de 50 o 60 años, cuando ya no estemos, habrá que entenderla y contarla teniendo en cuenta el fenómeno de la emigración. ¿Se refiere a eso?

-Exactamente. Aunque tenemos ADN negro, hasta hace poco era inusual ver a personas negras en ciertas partes de Canarias. Ahora ya es normal y en diez años lo será más. Sus hijos se mezclarán con los hijos de los canarios actuales. Ellos ya son canarios y sus descendientes también lo serán. Conformarán la Canarias del futuro y en cierta manera la película cuenta la Canarias del futuro y eso me parece interesante. Imagínate haber estado cuando llegaron los primeros habitantes a las islas y haberlo contado. Eso habría sido un regalo. Por mucho rechazo que provoque a algunas personas, supone un regalo presenciarlo y poder contar cómo llegan y el viaje que han superado para lograrlo.

-Cuenta en la película el viaje migratorio de los canarios a América en busca de una vida mejor, justo lo que hacen ahora los africanos que llegan a las islas...

-Así es. El pueblo canario se asemeja para mí a una palmera. Su tronco está hecho de las hojas que van soltando. Unas hojas fueron las africanas, otras los castellanos, los portugueses, la ida y vuelta suramericana y ahora toca la africana negra. Formarán parte de ese tronco que seguirá creciendo y evolucionando. Es parte de la naturaleza de las propias islas.

Armando Ravelo.
Armando Ravelo. cober servicios audiovisuales

-En la película figuran las dos caras de la sociedad contemporánea. Los que abren la mano al que llega y los que los miran y tratan desde el rechazo. Dos Policías Nacionales lo ejemplifican en una escena, entre otros.

-Esa escena se basa en las experiencias reales de los emigrantes. Lo primero que hice fue hablar con ellos para que contaran sus historias. Para respetarlos había que escucharlos. Y escuchándolos entendí que su historia dependía mucho de las personas que los recibían. Si hay una puerta cerrada hay dolor. Si está abierta, hay generosidad y esperanza. El pueblo canario, generalmente, es de puertas abiertas, es generoso y hospitalario. Lo contrario para mí es un giro inesperado que no tiene nada que ver con lo que somos. Y es artificial. Históricamente, salvo ciertos caciques, todos se apoyaban y el emigrante era uno más. Esa nueva realidad la quise plasmar sin buenos y malos. Es fruto de la conciencia y la inconsciencia.

-Una familia que vive en el campo y una pareja urbana con problemas económicos y personales ponen de manifiesto esa generosidad y hospitalidad en 'Érase una vez en Canarias', ¿no?

-Todo el que ha pateado o transitado por el campo sabe que si te falta algo, la gente se vuelca. Es un pueblo que se ha mantenido puro. El pueblo canario ha tenido siempre mucha necesidad y en ese sentido siempre ha sido de compartir y compartirnos. No solo en lo material, también en lo humano.

-¿Con qué presupuesto ha contado para esta película?

-Con 850.000 euros.

-¿Y cómo se afronta y se lleva a cabo?

-Siempre tenemos la tara del presupuesto. En 'La piel del volcán' fue bastante flagrante. Con 200.000 euros hicimos una película que requería de un millón. En este caso sería tener dos millones de presupuesto. Pero esa precariedad te enseña a optimizar y a hacer un trabajo de producción muy potente. Ya se la hemos mostrado a gente de fuera y alucinan cuando les decimos el presupuesto con el que hemos contado. Lo que más me presiona es tener ese dinero entre manos, pero por otro lado es que te permite hacer un producto de más nivel para competir de tú a tú con otras producciones nacionales.

-¿Cómo fue el rodaje en Senegal?

-Fue una sorpresa y alegría. Me ayudó a limpiar prejuicios que pensaba que no tenía. Vas con tu mentalidad colonial y es cierto que te tienes que acostumbrar a ciertas cosas, pero también ves que nos superan en otras muchas. En creatividad, valentía, sacrificio, capacidad de trabajo... aportan muchísimo. Y la vibración que nos dio el equipo local con el que rodamos es que son muy profesionales. Allí se rueda mucho cine, sobre todo francés. Y me dieron una bofetada en la cara y vi que yo era el que tenía cosas que aprender de ellos.

-¿Y el 'casting' para elegir a los personajes infantiles senegaleses?

-Fue difícil elegir, porque había mucho talento. Quedarme con una niña fue muy cruel. No eran actores y lo hacían estupendamente.

-¿La protagonista, Diarra Diouf, también apareció en un 'casting'?

-Sí. Se hizo 'online' y se presentaron unas cien actrices, de origen senegalés y maliense. En cuanto vi su vídeo, ya vi a Nola. No tanto la cara, pero sí su ternura y dulzura. Una ternura digna, noble y con inteligencia detrás. Como persona es así y se lo regaló a Nola.

-¿La presencia de Álex García y Kira Miró está desde el principio o llegaron después?

-Escribí el guion pensando en ellos. Hablé con ellos y entraron por el guion, porque les gustó. Con Yanely Hernández y Mingo Ruano ya había trabajado antes y sus personajes los escribí también pensando en ambos. Fue pura comodidad trabajar con ellos. Dentro del concepto de la película también quería trabajar con distintos tipos de intérpretes. Canarios que han triunfado fuera, los que triunfan aquí pero no trabajan en cine por nuestra precariedad cultural, y nuevas caras que tienen un talento impresionante.

-Y Manolo Vieira, cuyos vídeos sirven a Nola para aprender castellano, y que también aparece protagonizando una escena...

-Siempre me ha alucinado ver que pocos pueblos se unen tanto como el canario a través del humor. Que la socarronería y el humor burletero sea parte de nuestra esencia. Manolo es un máximo exponente. Él es como un faro que siempre nos ha acompañado. El pueblo canario siempre se quiere reír. Su legado está en la nueva oleada de cómicos, como Kike Pérez -que está en la película-, Aarón Gómez, Omayra... Manolo es el padre de todo eso. Nola en realidad representa al pueblo canario, aunque sea senegalesa. Y que aprenda a hablar español a través de sus vídeos me pareció un bonito homenaje. Además, Manolo se portó de maravilla. Colaboró gratis, nos abrió El Chistera con un gran amor y cariño. No había actuado antes de la película desde la pandemia y cuando acabamos de rodar me pidió que, si los extras querían, se quedaran como público y actuó para ellos casi dos horas más. Fue muy bonito.

-¿Entiende la música, compuesta por Celia Rivero, como un personaje más?

-Tras el director es el segundo autor más importante de la película. Aporta el tono emocional. Por eso quería encontrar a la persona adecuada, que entendiera la película desde su presencia. Celia Rivero lo hizo. Como si se hubiera metido dentro de mí. Sin palabras, solo viendo la película. Su partitura creo que tiene elementos de aquel cine en el que la banda sonora importaba y salías de la sala tarareando melodías.

-La grabó la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, dirigida por Rafael Sánchez Araña.

-Así es, fruto de un convenio. Fue algo increíble. No somos consciente del enorme nivel de esta gran orquesta. No lo digo yo, lo dicen los expertos. Íbamos a grabar en cinco días y lo hicieron en día y medio, por lo bien que tocaban. Fue impresionante.

-¿Confía en que la película no solo entretenga sino que genere reflexión y conciencia?

-Intenté no caer en lo panfletario. Parece que todo hay que hacerlo oscuro, pesimista y corta-venas. Eso ya lo sabemos. Pero también hay cosas que están bien y gente que quiere cambiar las cosas. Eso es fruto de una reflexión profunda y del despertar de las conciencias. El que está en la calle no quiere estar en la calle. Los que pienso que me están invadiendo igual me abren unos puentes que me enriquecerán como ser humano... La película intenta derribar muros para establecer esos puentes. Desde lo emocional, sin discursos dogmáticos ni superioridad moral. Sobre todo porque me inspiré en testimonios reales. Lo vi desde el otro lado. Tenemos mucho que aprender de ellos. Te acercas y ves que no entienden que nuestros mayores acaben en residencias, que la gente pase hambre cuando en Senegal no sucede porque se ayudan entre todos, que haya desunión en las familias. Son cosas que antes teníamos.

- 'Érase una vez en Canarias' se enmarca dentro de lo que usted denomina 'Proyecto Bentejui'. ¿Ya prepara una nueva entrega?

-Estoy en ello. La dinámica es acabar una película y continuar con otra, porque si la rueda para, seguir es más difícil. 'Érase una vez en Canarias' es una película grande en cuanto a localizaciones y con muchos personajes... Mi idea es que la próxima sea algo más pequeña e íntima. Será de nuevo sobre la realidad canaria. Hago cosas sobre la historia de Canarias porque es algo que me obsesiona desde niño. Lo veo natural. No es algo impostado. Cuando en las primeras entrevistas me preguntaban que por qué hacía películas sobre Canarias, te juro que no sabía qué responder. Es la realidad que conozco y no lo considero un mérito. Lo raro sería que hiciera cosas sobre mafiosos neoyorquinos. Scorsese hace eso porque es lo que conoce desde niño, lo vivió en las calles. Yo no voy a hacer lo mismo. Personajes como los de Paco y Pino, de 'Érase una vez en Canarias' son reconocibles de nuestro entorno.

- ¿Contará de nuevo con los toques poéticos que caracterizan buena parte de los diálogos de sus películas?

-No puedo escapar de eso. Y lo intento. Es una forma de hablar mía, un estilo propio que puede gustar o no. Pero no puedo escapar de eso.

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