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Jessica Pratt y Xabier Anduaga, como Lucia y Edgardo. Nacho González-ACO
Tenor, tenor, tenor
Crítica de ópera/ 'Lucia di Lammermoor'

Tenor, tenor, tenor

El Edgardo de Xabier Anduaga fue antológico y Jessica Pratt volvió a demostrar su maestría como Lucia

Cayetano Sánchez

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 24 de mayo 2023, 23:03

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Recuerdo muy pocas ocasiones, tal vez ninguna, donde los aplausos, los vítores, los bravos, la algarabía fuesen tan manifiestos en una ópera en la ciudad; y no solo en momentos puntuales... En ese ambiente de entusiasmo se vivieron las casi tres horas de espectáculo –matizo gran espectáculo– que supuso la representación de 'Lucia di Lammermoor' en la temporada grancanaria cuyas expectativas de éxito se cumplieron con creces. La habitual cronología de estos textos salta por los aires: empieza por Xabier Anduaga. Del tenor vasco, que debutaba como protagonista en el complejo rol belcantista de Edgardo, era de esperar que cumpliera con pulcritud su cometido de principiante, pero absoluto fue así. Lo suyo fue una interpretación antológica, de esas en que parece que el intérprete lleva en el fondo de su repertorio y que ha ido cincelando a base de representaciones. Su voz es cautivadora, de potencia bien administrada, tesitura implacable; expresividad y técnica irresistible. Soberbio.

De la compañera protagonista ya sabíamos de su excelencia, su mágica y arte de una voz privilegiada. Jessica Pratt es desde hace tiempo una Lucia de referencia en todos los escenarios del mundo; algo que volvió a evidenciar ante el público local. Domina a la perfección las dificultades del personaje con unos agudos y sobreagudos que aparentemente emite sin dificultad, e igualmente sublime en todos los matices vocales que su personaje encierra. Su Lucia, lejos de ser el rol paródico habitual, está lleno de naturalidad. La escena de la locura, vista por ella, es descubrir una nueva pieza, siempre con voz poderosa, pero sin perder el encanto; la ternura.

En cuanto a las voces restantes, el barítono Youngjun Park demostró su potencia y afinación desde su primera intervención, línea que mantuvo en todo momento. Igual de satisfactorios fueron el resto de compañeros y, por su puesto el Coro de la Ópera en sus destacadas y celebradas intervenciones.

Otra estrella de la noche fue el director musical Lorenzo Passerini, cuidadoso en todos los detalles de la partitura; sutil en los más íntimos y con serena energía en los grandes momentos. Siempre al servicio de las voces. Seguramente, de no haber sido una formación como la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), nada habría sido tan perfecto.

Carmen Castañon firmaba la escenografía, sin duda y con creces, la mejor de la temporada, casi diría que de las últimas... Sugerentes proyecciones sobre una espacio casi desnudo, apoyadas con la magnifica atmósfera obtenida con la iluminación de Rodrigo Ortega.

Por fin, y es de esperar que en más ocasiones, el escenario del teatro ha enseñado su profundidad, que no se sabe como otros limitan hasta la claustrofobia. Bravo también por la dirección de escena de Bruno Berger-Gorski que a base de imaginación y matices en los pequeños detalles dio vida a un libreto que no es fácil de coreografiar.

Muy poco público abandonó el teatro al bajar el telón; todos fueron partícipes de las ovaciones recibidas por el conjunto de los protagonistas de este noche para la historia de la ópera en la ciudad.

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