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Jordi Savall, a sus 82 años, ha emprendido un nuevo viaje musical que ve la luz en el marco de la 40ª edición del Festival de Música de Canarias. 'Un mar de músicas 1492-1880' culmina este domingo, a partir de las 19.00 horas, en elAuditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria, la mini-gira festivalera que lo ha llevado por el Teatro Circo de Marte, en Santa Cruz de La Palma, y por el Auditorio de Tenerife Adán Martín, anoche. En esta entrevista, realizada en la Sociedad Cosmológica de la capital palmera, habla de un proyecto gestado en este festival, que bebe de sus investigaciones en el archivo de la Catedral de la capital grancanaria, y donde de nuevo plasma su idea de que su trabajo tiene que ayudar a mejorar la vida de quienes escuchan su tarea de recuperación de la memoria musical. En este caso, la tradición musical de los migrantes y los esclavos entre los siglos XV y XIX.
- El proyecto de 'Un mar de músicas 1492-1880' tengo entendido que nació durante su anterior visita al Festival de Música de Canarias y sobre todo a raíz de la muerte del escritor Alexis Ravelo, que participó en aquellos conciertos como narrador junto a Elsa López...
-Así es.
- ¿Se puede entender entonces como una continuidad a aquel proyecto en torno a la esclavitud?
-Sí, es una continuación. El primer proyecto comenzaba en Portugal y viajaba hasta Suramérica. 'Un mar de músicas' parte de las Islas Canarias y va al Caribe. Cuando me di cuenta de la riqueza musical que contenía me imaginé este título de 'Un mar de músicas'. La gran dificultad ha sido seleccionar y escoger cosas representativas de cada momento e ir alternando para que hubiese una pieza española, otra cubana, etcétera. Con el investigador que trabaja en nuestra Fundación hemos seleccionado muchos textos de la época para que expliquen cada momento histórico.
- En la rueda de prensa de presentación usted apuntó que se trata de una música que no cuenta con una partitura sino que se ha conservado por la memorial oral. ¿Cómo se consigue ser fiel con el original?
-Es imposible saber si somos fiel al original, pero hay una cosa cierta. En las tradiciones musicales, al revés que en la cultura occidental donde siempre buscamos el progreso, se conserva una fidelidad. Hay cantos tradicionales en Suramérica que son iguales a los que se compusieron en 1650. Lo mismo sucede con la tradición oriental. Las canciones del mundo árabe se cantaban ya hace 300 o 400 años. En el mundo oriental se conserva en el elemento central musical y después se improvisa en la forma de vestirla. Pero también esa improvisación se ha conservado y no hay cambios brutales como en occidente, donde se pasó de la melodía a la polifonía y al dodecafonismo. El mundo occidental está obsesionado con el progreso y el progreso tiene dos filos. Uno te hace avanzar y otro olvidar. En la historia de la música ves que se pasa de un compositor a otro y en seguida se olvidan de los anteriores. Se piensa que su arte ha sido sobrepasado y eso no es verdad. Estamos en el siglo XXI y sabemos muchísimas cosas de los faraones, de Roma y del universo y nadie sabe sobre lo que pasó con la música del siglo XVI. Avanzamos hacia adelante y dejamos en la oscuridad auténticas maravillas. En cambio, sí conocemos a los pintores de esas épocas...
- En España se conoce la literatura y la dramaturgia del Siglo de Oro pero desconocemos la música que se hacía...
-Así es y es muy rica. Es algo muy característico de la música. La explicación que tengo es que durante el Renacimiento, donde se inspiraron de nuevo todas las artes, la única que no la tuvo fue la música porque no había ejemplos. Hay que esperar hasta 1829, cuando Felix Mendelssohn interpreta 'La pasión según San Mateo', de Bach, y el mundo ve que una obra con cien años de antigüedad era una maravilla. Se empezó a revertir aquella situación y ahora es al revés, escuchamos más música de épocas anteriores que de nuestros días. Se compensa el olvido de tantos siglos.
- 'Un mar de músicas 1492-1880' invita al espectador a un viaje a la memoria. ¿El público contemporáneo se sorprenderá ante la modernidad de las piezas?
-Sí. Tocamos piezas que son casi populares que figuran en las orquestas de países como Cuba.
- Ha comentado usted que estuvo investigando en el archivo musical de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria. Se suele decir que Canarias es un puente intercontinental entre Europa, África y América. ¿Ese archivo musical es una prueba de ello?
-Sí. A la ciudad llegaban unos barcos que estaban pendientes de la situación climática y marina para seguir navegando. Contaban con muchos marineros de orígenes muy distintos y muchos cantaban muy bien. Los compositores los invitaban a escucharlos. En América sucedía igual con los esclavos y los indios. La iglesia se esforzaba en convertirlos y por eso los invitaban a cantar. Y de ahí nace la riqueza musical de este proyecto.
- ¿El público encontrará paralelismo con la música folclórica local?
-Sí, todo está interconectado
- Usted es un músico pero ¿también se le podría catalogar como arqueólogo musical?
- [Risas] Yo diría más bien que explorador. El arqueólogo encuentra unas ruinas y no las toca, no las reconstruye. Nosotros exploramos y cuando descubro algo intento reconstruirlo. Busco que la música siempre esté viva.
- De ahí su apuesta decidida por tocar con los instrumentos originales de cada época, donde ha sido un pionero...
- Sí, porque te encuentras, por ejemplo, con un poema que requiere de una flauta india original, construida a partir de la tradición oral muy antigua, para que cobre su verdadero sentido.
- ¿Entiende que esa labor de recuperación del pasado musical contribuye a la mejora de la sociedad contemporánea?
-Estamos en un momento en el que tenemos que reflexionar mucho. El miedo nos hace ser reaccionarios. El ser humano cuando lo tiene se protege, se encierra y evita el contacto con lo diferente. Esto pasa ahora de una manera muy fuerte y explica el auge de la extrema derecha. Se debe a un miedo que es comprensible pero que no se justifica. Siempre se exagera con los problemas existentes. Es cierto que los hay, hay personas sin trabajo. 'Un mar de músicas' intenta mostrar que todos somos seres humanos y expresamos nuestra humanidad. La belleza y la emoción son esenciales para que seamos plenamente humanos. Es lo que nos lleva a conectar y compartir con los demás. Es fundamental que aprendamos a compartir y a entender que somos diferentes, pero esa diferencia no es una desgracia sino un enriquecimiento.
- Quizás, si los que toman las decisiones importantes, los políticos, tuvieran una formación musical el mundo sería distinto...
- [Risas] Absolutamente. Si contáramos con una orquesta formada por los dirigentes del mundo, con la capacidad de tocar juntos, todo sería diferente y mejor.
- Pero la formación y la sensibilidad brilla por ausencia a esos niveles.
-Sí, aunque hay excepciones. Dentro de todo, tengo que decir que España es de los países en los que mejor se vive. Tenemos muchos problemas, pero a nivel global tiene un Gobierno que hace cosas positivas. Viajo mucho por Europa y creo que en general también podemos ser felices en el continente, sobre todo en comparación con Estados Unidos y otros países. A veces no somos conscientes de la riqueza y el nivel que alcanzamos en la vida. Si muchos de los que se quejan cada día se fueran a vivir un año a Estados Unidos se darían cuenta de esta realidad. Es un país muy avanzado, pero a nivel de calidad de vida, es muy inferior a los demás a nivel humano y social.
- ¿Le preocupa el auge de los nacionalismos? Se lo pregunto por su concepción global de la música, el arte y el ser humano...
-Creo que hay que diferenciar entre los nacionalismos. Unos son restrictivos y no quieren contar con los demás, evitan el contacto y se protegen. Y otros intentan sobrevivir en un mundo global que no deja espacio para las pequeñas culturas. No se puede comparar un nacionalismo como el polaco, que es exclusivo y xenófobo con uno de una cultura pequeña como la catalana que está al lado de una cultura inmensa como la española. Cuando hay dos culturas así, la pequeña está destinada a desaparecer. Hay centenares de culturas y lenguas que no han sobrevivido a la globalización. Antes de 1900 había una cantidad enorme de culturas y lenguas orales que, cuando se empezó a escuchar la radio, comenzaron a desaparecer. Tenían su propia música, pero comenzaron a escuchar la radio, a conocer otras canciones y las propias desaparecieron. La cultura es algo muy frágil y hay que protegerla y amarla. Amar la cultura propia no significa ser nacionalista.
- Cuando usted rechazó el Premio Nacional de Música en 2014 afirmaba que era un sinsentido porque no se cuidaba la cultura. ¿Ha mejorado la situación y hoy lo aceptaría?
-Sí que lo aceptaría. He podido hablar con el presidente y con el ministro de Cultura y veo que se ha evolucionado y se están haciendo cosas. En aquel momento yo llevaba 15 o 20 años hablando con Madrid y ministros y nunca se me escuchaba. Entendía que el Premio era un sinsentido y una cosa para que me callara la boca. Afortunadamente hemos evolucionado.
- ¿Teme a la Inteligencia Artificial?
- No. Creo que la Inteligencia Artificial, como todas las cosas en la vida, es peligrosa si cae en manos de personas malignas. Ya está pasando con esos vídeos que se están haciendo con las caras de jóvenes y cuerpos desnudos. Hay que regularla y establecer leyes al respecto. La Inteligencia Artificial la podemos utilizar cada día para mejorar. Con los teléfonos actuales puedes hacer unas fotos bonitas y un resumen... eso es positivo. Te hablo de un ejemplo muy pequeño y simple. No tenemos que caer en la trampa de olvidar que lo que el ser humano tiene de creativo es el esfuerzo. El talento sin esfuerzo y disciplina no lleva a nada. El peligro es que si todo se convierte en algo tan fácil perdamos nuestra creatividad. La creatividad consiste en intentar alcanzar la utopía. Si no creemos en la utopía nunca tendremos creatividad. Y eso no se consigue con la Inteligencia Artificial.
- La ventaja que tiene la música es que lo que se genera en el directo ninguna Inteligencia Artificial lo puede alcanzar. ¿No lo cree así?
- Lo que hay que recordar, sobre todo, es que lo que hace que una música sea bella no es que la haya creado el mejor compositor del mundo, sino el alma que ponen los intérpretes. La misma música, interpretada por un súper ordenador, nunca conseguirá transmitir la emoción que genera un ser humano, porque carece de alma y de vida. Una persona que tiene experiencia siempre lo transmite cuando interpreta. No hay ninguna Inteligencia Arficial que lo pueda conseguir.
- El festival de música que usted organiza en Santes Creus ha celebrado este verano su tercera edición. En la programación hizo un especial énfasis en poner en valor la figura de la mujer. ¿Considera que es uno de los terrenos en los que la música clásica sigue sin avanzar lo suficiente?
- Acabamos de grabar las 'Cuatro estaciones' de Vivaldi con la formación de fantásticas mujeres jóvenes que tocaron en el festival. El próximo estará más dedicado a la resiliencia. Estamos en un momento en el que tenemos que pensar en cómo afrontar este mundo.
- ¿Y cómo se consigue desde un punto musical ?
- Vamos a incluir un programa sobre la ruta de la seda de Marco Polo, que habla de ir al encuentro de otras cultura. También otro sobre el salmo de la paz, donde cantará un judío, un palestino y un europeo. Buscamos unir la idea de la música y la paz. También haremos otro programa con una orquesta de jóvenes y otro 'Profundis', muy espiritual, que habla de la redención, no solo la de Jesús, sino de que todos podemos redimirnos de lo que no hemos hecho.
- Podemos resumir su universo en que es un apasionado de la música, que busca rescatar joyas ocultas del pasado pero siempre con una visión contemporánea que ayude a mejorar la sociedad del presente...
- Siempre he dicho que si el arte no sirve para mejorar la vida de las personas no vale la pena. Tenemos que ser conscientes de que todo lo que hacemos sirve para eso. Y veo que sirve. ¡Cuántas veces, en muchas ciudades se me ha acercado gente tras un concierto y me dice que gracias a lo que ha escuchado se encuentra mejor! Veo que lo que hago, gracias a Dios, sirve para algo. Y eso es lo mejor que me puede pasar porque demuestra que el esfuerzo ha valido la pena.
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