Gabriel González, director de orquesta
«Me gusta hablar directamente con el músico al que dirijo»El joven director grancanario culminó en junio su formación en Holanda y ahora comienza a cimentar su carrera profesional en el atril
El director de orquesta grancanario Gabriel González culminó en junio sus estudios en Holanda, con un concierto final en el que participaron varios solistas isleños que también siguen con su formación fuera del archipiélago. En esta entrevista explic su experiencia foránea y cómo tiene previsto encarar sus próximos pasos como profesional.
– ¿Cómo salió el concierto del 1 de junio en Helmond y qué valoración le dio el tribunal?
–El concierto superó todas las expectativas. Estoy agradecido a todos los que lo hicieron posible, a Renée, el promotor, a todos los músicos, a todos los que nos apoyaron a kilómetros de distancia, y en especial a Celia, Jennibel, Dani y Román, por montarse en el barco conmigo y ayudarme a cerrar un etapa muy complicada de mi vida. Ellos vieron toda la presión que supusieron esos días. Por eso es que les agradezco que estuvieran conmigo también sujetándome, para controlar todos los nervios. Fueron días de trabajo intenso, pero todo culminó con un más que notable 8'5 de nota final.
– ¿Cómo valora su experiencia de formación en el extranjero y qué aspecto destacaría?
– Sin duda alguna, para un canario es muy difícil estar lejos de casa durante cuatro años. Y más, cuando te sientes sólo o no tienes a nadie que te dé un abrazo. En Maastricht viví momentos buenos y malos, pero me considero una persona justa. Tuve muchas oportunidades para desarrollarme, pero no es menos cierto que tuve que aprender a sortear muchas circunstancias con valentía, las cuales agradezco para seguir creciendo día a día, aunque me crearon una coraza que es muy difícil de quitar, puesto que a veces hace que te encuentres en un hoyo sin la esperanza de salir. Pero pude sobreponerme y gracias a Dios, después de todo, hoy en día puedo presumir de una madurez personal y musical que nunca pensé que podría encontrar. Y creo que ese es mi eslogan actual: «Estoy listo para seguir luchando». Así que me quedo con eso, con la capacidad de brega en todo momento; antes, durante y después.
–A día de hoy, aunque generalizar siempre es complicado, ¿es imposible dedicarse profesionalmente a la música clásica con una proyección nacional e internacional si la formación no se completa fuera de las islas?
–En mi opinión, yo siempre pienso que un canario que sale siempre va a volver en algún momento. A mí me encanta mi casa, amo ir a Las Canteras y volver lleno de salitre. Pero también me emociona y me ilusiona llevar nuestra bandera por el mundo. Que en un programa de mano escrito en otro idioma, salga, en mi caso, Gran Canaria, o la isla de cualquier otro compañero. Tenemos que salir y conocer otras formas de hacer y de vivir. Siempre lo recomiendo a quien me pregunta. Porque está claro, estar en Canarias es un lujo, pero cuanto más tengas en la mochila, el camino será más fácil de andar.
-¿Qué planes tiene ahora para dar vuelo a su carrera como director de orquesta?
–Estoy deseoso y hambriento de seguir formándome. Ahora empiezo una nueva etapa en el Conservatorio Superior de Música de Aragón. Tengo muchas ganas de aportar lo que pueda y ayudar como el que más. También, y lo digo sin acritud, espero llevar a cabo todos los proyectos que no pude hacer en mi antiguo sitio. El haber completado la etapa neerlandesa me ha abierto algunas puertas a la hora de darme a conocer. Para la próxima temporada, tengo compromisos, tanto como asistente como director principal, tanto en la península como fuera de España, espero seguir colaborando con la Joven Orquesta de Canarias y, además, espero poder anunciar pronto un proyecto hermoso y muy emocional para mí en Gran Canaria.
–¿Qué cualidad considera que le diferencia de otros directores jóvenes?
–Desde pequeño siempre he sido bastante cabezota. Honestamente, nunca dejo luchar por las cosas o personas que amo, siempre y cuando me sienta capacitado. Por ejemplo, me acuerdo que cuando estudiaba algún que otro compañero me dijo frases como «estás sobrevalorado» o «dedícate a otra cosa», entre otras. Y dentro de que me afectaban y de que no cesaron nunca, pues me callé y seguí trabajando, porque sabía que algún día tendría una oportunidad. Por eso considero que esa obsesión que tengo por el trabajo y por el que todo salga bien, por muy difícil que pueda estar, hace que a lo mejor pueda tener ese punto extra de implicación. Y si me permites una segunda, me gusta hablar directamente con el músico que dirijo. Me gusta que desde su óptica me diga qué se puede mejorar. Es algo que me sorprendió no verlo entre mis antiguos compañeros.
– ¿Qué aspectos considera que áun tiene que mejorar?
–Muchísimos. Tengo 23 años. Por ejemplo, todavía me preocupo mucho por cosas que no puedo controlar, en vez de fluir y dejar que todo venga como tenga que venir. A veces me pongo fácilmente a la defensiva, y debo estar más abierto y ser más amable conmigo mismo. También fomentar el ser detallista, refinar mi forma de trabajar, tener muchos más recursos. Pero eso no es algo que me eche para atrás, todo lo contrario, tengo la ilusión de un niño el día de Reyes. Intentaré mejorar todo esto que mencioné, para poder pasar al siguiente nivel y solucionar los otros muchos que me quedan.
–¿Cómo se hace alguien un hueco en el complicado y exigente mundo de la dirección?
–Pues hay varias formas, aunque todas difíciles. Hay gente que gana concursos, otras personas lo hacen a base de ser director asistente de muchos, otros porque un Maestro se puso enfermo y hay que cubrir la emergencia y tienes tu primer contacto con esa orquesta… La verdad es que cada uno/a tenemos una historia diferente de por qué estamos aquí. Yo, personalmente, sólo quiero que sea trabajando, de una u otra manera, pues Dios o el universo te lo devuelve en algún momento. Hasta que no pase hay que seguir intentándolo.
– ¿Quién o quiénes le aconsejan por qué camino seguir?
–No puedo quejarme de tener la gente que tengo detrás, empezando por mi familia, y por las personas que amo, y que cuando he querido abandonar me llevaron en volandas. Dentro de la disciplina, tengo la suerte de conocer a Rafael Sánchez-Araña. Con él es con quien tengo contacto más a menudo. Fui afortunado de tenerlo como director en la Joven Orquesta de Gran Canaria cuando estuve tocando desde los 11 años. De hecho, la primerísima oportunidad me la dio él cuando hice los vídeos para hacer las audiciones al Conservatorio. Le estoy muy agradecido, y él sabe lo mucho que lo quiero. Un gran consejero que he tenido cada vez que hemos hecho algo juntos ha sido Antony Hermus, director titular de la Orquesta Nacional de Bélgica. Es una persona que siempre me ha tendido la mano cuando ha podido, y que con un simple «Sé tú mismo», me hizo cambiar la mentalidad. Con él seguiría trabajando alrededor del mundo si fuese posible.
«Nunca dejo de luchar por las cosas que amo, siempre y cuando me vea capacitado»
–¿En qué repertorio se siente más cómodo? ¿Le atrae la ópera y la zarzuela o se decanta por la música sinfónica?
–De momento me estoy moviendo más por el mundo sinfónico. Pero honestamente me he puesto como reto hacer más lírico, tanto zarzuela como ópera, sin dejar de lado el sinfónico. Por una razón muy simple, y es que el género lírico es de los mejores entrenamientos para un director, y más si es joven. Hay que estar pendiente de multitud de cosas más que en el sinfónico. Pero bueno, tiempo al tiempo.
–¿Ha seguido en contacto con Karel Mark Chichon tras participar en sus clases magistrales? ¿Qué fue lo principal que aprendió de aquella experiencia?
–Hay que decir que yo le doy las gracias al Maestro porque siempre me abre la puerta a sus ensayos cada vez que estoy por casa. Y siempre que puedo, he ido. Es cierto que es un hombre muy ocupado, pero le agradezco que haya tenido siempre, si había posibilidad, algún espacio pequeño para mí. Durante la 'Masterclass' tuve suerte de tenerlo más tiempo y me impactó su cercanía y el trato que tiene hacia los jóvenes. Además, me exigió como se exige en el mundo 'real', y me hizo dar cuenta de la capacidad de trabajo que hay que tener en esta carrera, de las horas de estudio, de que siempre se puede sacar algo más. Como dije antes, estar obsesionado con llevar todo al máximo nivel. Me identifico con él. Admiro su capacidad para gestionar todo lo que tiene hacer, que eso no se ve, pero es bastante. Desde el corazón, lo que ha crecido la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria con el Maestro Chichon es de agradecer. Mi padre es abonado de la Orquesta desde hace años, y como yo no estaba estos últimos cuatro, siempre me contaba que el nivel no hacía más que subir. Creo que eso dice todo de la calidad que tenemos en nuestra propia isla.
–¿Se ve dirigiendo a corto plazo a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria dentro de su temporada de abono en el Alfredo Kraus?
–Un abono para mí sería un sueño, aparte de que significaría mucho por todo lo que he vivido. Es mi casa, con músicos que me conocen desde que empecé el instituto, o incluso antes. Pero si estoy preparado, y el Maestro lo estima oportuno, lo haré e intentaré devolverle a todos el amor y el cariño que siempre me han demostrado. Si no es un abono ahora, pues que sea un Concierto Escolar o cualquier otro Extraordinario. Pero como digo, quiero que llegue en el momento indicado. Porque algo que si tengo claro para mi carrera es que tengo que estar seguro de lo que hago.