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Después de la tormenta no viene la calma sino la fiesta. Tras más de dos años y medio de pandemia de la covid-19, en el Teatro Pérez Galdós desde este miércoles, 28 de diciembre, hasta el viernes, se desarrolla una gran «fiesta musical» para toda la familia, de la mano del montaje 'Navidonia', la nueva apuesta de la compañía grancanaria Zalakadula.
«Es un homenaje a la Navidad. La fiesta de Navidad de los duendes y los espíritus mágicos de estas fiestas. Arranca un 28 de diciembre, porque para ellos es el día de la incredulidad y no de los inocentes. No se creen nada. Organizan la cena de empresa y en esa fiesta ocurre de todo y se refleja la visión de la Navidad en las calles. Es el momento de reivindicar el espíritu navideño después de tantas sombras y mascarillas, donde las restricciones sanitarias nos obligaban a ocupaciones del 50%. Ahora ya podemos acercanos unos a otros, reivindicar la amistad, las comidas y los tiempos en los que ser felices», explica Luifer Rodríguez, director de 'Navidonia' y coautor del texto que desarrolla el montaje con la también actriz Mari Carmen Sánchez.
Funciones y horarios Entre el 28 y 30 de diciembre se representa cada día en dos pases, a las 17.00 y a las 19.30 horas.
Historia Se desarrolla en torno a una fiesta de empresa de duendes o espíritus mágicos navideños, a partir de un texto de Luifer Rodríguez y Mari Carmen Sánchez.
Objetivo «Buscamos que los niños vivan su infancia y que los adultos revisen lo mejor de la suya», dice Luifer Rodríguez.
Sobre el escenario El montaje cuenta con música en directo y un elenco de actores y bailarinas
El punto de partida de los duendes que protagonizan este montaje navideño es claro. «Se fundamenta todo en que para ser duende, primero hay que ser niño. Todo el público será como los brinchillos, los duendes de la Navidad», subraya Rodríguez.
Y es que en 'Navidonia', los pequeños de la casa y los adultos van de la mano. No solo de forma física cuando entran al recinto escénico de la desembocadura del barranco del Guiniguada para sentarse en sus respectivas butacas. El montaje está diseñado para interesar y divertir a los dos, ya que sus responsables defienden que si el niño se aburre, el adulto también lo hará. Y viceversa. «Nuestro sello es que los niños vivan su infancia y lo bonito también es que los adultos revivan la suya y que durante hora y media sean transportados a todos los recuerdos que tienen de aquella época tan bonita», defiende.
El director de Zalakadula es consciente que después de tantas navidades escénicas en la capital grancanaria, sorprender al público era todo un reto. Tanto para el que acude a ver el montaje por primera vez como para los que repiten. Para lograrlo, además de música en directo, actores y bailarines, 'Navidonia' ha mirado al pasado. «Este año nos vamos a los orígenes. Lo que pedía Zalakadula para esta ocasión era más un concierto que un musical. Hemos vuelto a lo que consideramos como la fórmula del concierto animado, una suerte de canciones que cuentan la historia mientras que se van desarrollando en medio 'gags' a un gran ritmo para que el espíritu navideño traspase las butacas», asegura Rodríguez.
Y es que el montaje no se circunscribe al escenario para que el público tenga la oportunidad de sumergirse en esta historia de fantasía. «Incluimos un momento en el que cantamos un popurrí de villancicos en español, que es otra de las reivindicaciones del montaje. El público disfrutará mucho de este momento en el que podrá participar», avanza el actor y director grancanario que da vida al personaje de Mohamed Negrín sobre el escenario.
El rol del Brinch cobra vida con el actor Mingo Ávila. Los brinchillos son: Paula Ojeda (hada), José Oliva (Hob y Jaira), Sheila Martín (ninfa), Raúl Pérez (Chichirito, Conejo y Tiñor), y Alberto Ventura (cantarrador).
Las duendes del ritmo corren a cargo de las bailarinas Judith Sosa, Marta Oramas y Estefanía Ruíz, con unas coreografías que firma Vanessa Medina.
Ibán Negrín firma la dirección técnica y el diseño de iluminación de 'Navidonia', un apartado al que Luifer Rodríguez atribuye un valor simbólico dentro del montaje. «Se ha apostado por un espacio en el que haya mucha luz, tanto física como para el alma. Una luz que va creciendo, para que todos salgamos iluminados y esperanzados. Porque otro de nuestros sellos de identidad son los mensajes que incluyen los espectáculos de Zalakadula».
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