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«Es increíble el legado musical de los esclavos»

«Es increíble el legado musical de los esclavos»

Los investigadores acostumbran a fijar su mirada en cuestiones desconocidas y que suelen pasar desapercibidas para la mayoría. El director de orquesta, musicólogo y violagambista catalán Jordi Savall (Igualada, 1941) atesora esta virtud, como pone de manifiesto el trío de conciertos que desde ayer y hasta mañana protagoniza, junto a 27 músicos, como broche final del 35ª Festival de Música de Canarias.

Jueves, 1 de enero 1970

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Con el proyecto musical titulado Las rutas de la esclavitud, 1444-1888 permite descubrir el «rico legado musical» de aquellos millones de personas que durante siglos fueron arrancados brutalmente de su hogares para que trabajaran hasta la muerte en condiciones infrahumanas.

«Lo que me motivó fue descubrir lo que pasó con el Nuevo Mundo y las músicas emanadas desde allí en torno a la llegada de los esclavos. Es una historia tan extraordinaria como terrible. Esta investigación me ha permitido descubrir una música maravillosa, que procede de unas culturas que han enriquecido el universo musical hasta nuestra época», explica por teléfono Jordi Savall, que anoche tocó con su grupo Hespèrion XXI en el Teatro Circo de Marte de La Palma, que repite esta noche, a las 20.00 horas, en el Auditorio de Tenerife Adán Martín, y mañana, en el mismo horario, en el Auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria.

Jordi Savall, una leyenda viva en el campo de la música antigua, reconoce que este proyecto de arqueología musical le permitió disfrutar de una «riqueza» mayor de la esperada. «Una de las cosas más apasionante ha sido descubrir el increíble legado musical que dejaron los esclavos a sus descendientes. Se trata de la música que llevaron en los barcos, que después transmitieron a sus hijos y que sirvió para crear una fusión, donde convivían la música española, la portuguesas, la africana, la colonial y la de los indígenas americanos», apunta.

Ese crisol, subraya Savall, «generó una música que hoy nos sigue sorprendiendo». «Nace de una fusión natural y no artificial como la que impera hoy, donde una orquesta de jazz toca a Mozart o una clásica toca jazz. El africano, con su propia cultura, cantaba sus temas y el compositor español o portugués que vivía en las colonias lo escuchaba y lo incluía en sus creaciones. Se producían influencias e intercambios de forma natural, no de una manera forzada», explica.

Para confeccionar este repertorio ha recurrido a dos fuentes. «Están las históricas, las del poder, con los nobles y la iglesia, que podían pagar orquestas, compositores y músicos. De ese repertorio tenemos muchísimo material. Están por ejemplo los villancicos coloniales, que llevan el título de Negrillas, y que provienen de los mestizos, los indios y los africanos. En el concierto los incluimos y vamos desde la época de Fernando el Católico hasta el Barroco», explica.

La segunda fuente fue más complicada. «Se trata de la música original de los esclavos. Se transmitió de forma oral. Hemos rastreado ese repertorio para ver lo que se conservaba en Brasil, México, Colombia... También hemos estudiado los modelos que sirvieron a la cultura africana, como es el caso de Malí, donde estaban los grandes trovadores. Es el canto priot, que se conserva desde hace siglos. Así comenzamos a buscar la primera fuente, el primer documento o crónica que nos explicase esa música y ese tránsito de esclavos. De esta manera, hemos trazado un mapa de la historia de esa humanidad que tanto sufrió y que, a pesar de ello, transmite tanta belleza y emoción», asegura emocionado desde Barcelona.

Jordi Savall, que ha dedicado 40 años a estudiar la música colonial y «cinco» a investigar directamente para este proyecto, reconoce que el repertorio es muy variado. «Hay piezas tristes y lamentos que explican lo que sufrían. Pero también había música mediante la que se libraban de sus males. Se escondían en las plantaciones esclavistas y cantaban y sacaban toda su esperanza. Esto les ayudaba a sobrevivir. Hay cantos espirituales y también otros que recuerdan al mar, ese monstruo que se los llevaba a todos. Se trata de música llena de energía y belleza», reitera Jordi Savall.

El público que disfrute de los conciertos Las rutas de la esclavitud, 1444-1888 se topará con «cantos que servían para explicar historias» en las que se narra «cómo algunos habían podido salvarse y otros habían realizado hazañas muy especiales», dice el músico español.

Localizadas y seleccionadas las piezas, Savall señala que «lo más complicado fue localizar a los músicos» con los que tocar. «Necesitábamos escoger músicos muy buenos. Por suerte, viajo mucho y pude encontrarlos. Así fui creando este equipo de 27 músicos, al que hemos sumado también una cantante afroamericana canadiense para los cantos de los esclavos americanos. Por suerte, viajo mucho y pude escoger», apunta sobre esta torre de babel compuesta por profesionales procedentes de Malí, Argentina, Colombia, México, Canadá y Europa.

Desde su punto de vista, este concierto es más que un acontecimiento musical. «Es un proyecto de memoria histórica, que recuerda el sufrimiento de millones de personas en una de las peores épocas del ser humano. Lo menos que podemos hacer es recordarlo, para ser conscientes de que pasó y qué sigue pasando hoy, ya que podemos comprar unas camisas que han sido producidas por niños en condiciones esclavistas», comenta.

Por eso, cuando se le cuestiona sobre qué receta para atraer al público joven ante un repertorio clásico no duda en recomendar «este concierto». «Tenemos que hacer programas como éste para captar a los jóvenes. Los que acuden a verlo, lo adoran. Ven a cantantes africanos bailando, a mexicanos que también bailan. Asisten a improvisaciones y además nos recuerda y enseña una historia muy dura, pero desde la empatía. Nos hace reflexionar sobre en qué mundo vivimos. Creo que la juventud no es tan tonta como algunos nos hacen creer. El público lo que necesita son cosas auténticas, que salgan del corazón, como esta música de los esclavos», apunta.

Tiene claro que este repertorio gustará en Canarias. «Si en algún sitio se escucharon villancicos de esclavos negros fue en Canarias. En la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria está el legado más importantes de villancicos que se llaman de lenguas. Están todas las imaginables. No hay que olvidar que los barcos, a veces, estaban en su puerto durante semanas, hasta que la climatología les permitía atravesar el Atlántico. Durante esa estancia, los marineros iban a la iglesia y cantaban, lo que inspiraba a los compositores. Mucha de esta música nos recuerda a la nuestra tradicional», dice.

Trabaja en varios proyectos. «Estoy preparando la celebración del año de Leonardo da Vinci, que fue un genio musical. También estoy preparando una integral de las sinfonías de Beethoven con los instrumentos y los tiempos originales, tanto con mi orquesta como con jóvenes de todo el mundo, que hemos seleccionado con un proyecto pedagógico europeo. También preparo una Pasión según San Mateo para Pascua», desvela.

A sus 77 años, Savall dice que ya no estudia, sino que «disfruta» cuando ve «que los dedos funcionan bien y que la cabeza y el corazón sigue muy unidos», apunta entre risas este maestro de la viola de gamba y las partituras antiguas.

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