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«Una película es un conjunto. La música es una parte extremadamente importante. Figura en la ley de Francia que el compositor es el tercer autor de la película», apunta este músico que mañana, junto con la cantante japonesa Kimiko Ono, protagoniza el concierto Tócala otra vez, Jean Michel, en el teatro Guiniguada de la capital grancanaria, a partir de las 19.00 horas.
Durante esta cita dominical ofrecerá un recorrido por algunas de las bandas sonoras más conocidas de la historia del séptimo arte, que afronta desde una perspectiva muy personal, tal y como hizo en el concierto de apertura de Fimucité, en el teatro Leal de La Laguna.
Jean Michel Bernard, además de ser un reputado intérprete, se está labrando una carrera como compositor de bandas sonoras. A la hora de afrontar esta labor, reconoce que primero escucha «las sugerencias del cineasta», aunque siempre se reserva «el derecho de proponer una alternativa, que a menudo puede ser decisiva».
Considera determinante en este oficio «saber escuchar, tener la capacidad de comprender con rapidez, dejar de lado el ego, y no temer a la innovación».
Desde su punto de vista, «si la música es demasiado redundante», el problema puede tener varios motivos. «Puede ser culpa del compositor o del cineasta. Se trata de un equilibrio extremadamente frágil, como si un elefante entrara en una tienda de porcelana. Hoy todo el mundo quiere o piensa en ser un compositor de música de cine, lo que es una aberración, ya que para empezar tendrían que conocer la historia de este arte y después amarlo», sentencia.
Su trabajo con el cineasta Michel Gondry, en Rebobine, por favor, ha sido uno de los más celebrados. «Nuestros universos corresponden. A menudo escribo los temas antes. Michel es inspirador. Intento escapar de las convenciones y no siempre es fácil lograr el apoyo de los cineastas. Michel me enseñó a desaprender... él no tiene barreras y si me pide que toque una pieza al revés, al principio me parece extraño, pero después lo acabo comprendiendo. Todo depende del nivel de inspiración», asegura este admirador confeso del español Alberto Iglesias, al que define como «un amigo inspirado y siempre elegante».
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