La Orquesta Comunitaria de Gran Canaria llena el Auditorio en su 4º aniversario
La formación grancanaria cerró la temporada en la Sala Sinfónica del recinto del paseo de Las Canteras con el programa 'Aires de España'.
Dionisio Rodríguez
Miércoles, 2 de julio 2025, 22:29
Con un espectacular «no hay billetes» han conmemorado los miembros de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria, su coro y los numerosos agregados a la ... conmemoración, su cuarto aniversario; en un ambiente festivo, reivindicativo de sus logros y rodeados de un público entregado, que les rindió un sentido homenaje desde las butacas, y posteriormente en el paseo que circunda las taquillas y la salida de artistas, que se vio invadida de una exultante nube de público, deseoso de felicitar personalmente a la doble centena de intérpretes que acumuló la sesión.
Los que hemos conocido desde el principio los avatares que ha sorteado este proyecto ilusionante, no damos crédito a los evidentes éxitos de la iniciativa en dos de sus frentes principales; su consolidación y ejemplo pionero en nuestro país, y haberse constituido como un referente socio-cultural en el difícil panorama de la música clásica en directo. José Agustín Hernández Ojeda, hay que nombrarlo con nombre y apellidos, fue capaz con su clara visión del asunto, su tesón y el apoyo de un grupo cercano que permanece en la orquesta, de llevar adelante la creación de una agrupación sinfónica, con toda la complejidad que ello conlleva, y que además no percibe remuneración por sus prestaciones. Lo que nos pareció al grupo inicial de asesores un difícil objetivo, se ha convertido en seña de identidad e incuestionable realidad, conformada por músicos aficionados, jubilados, estudiantes mayores de edad y de otros ámbitos musicales, que dedican parte de su tiempo a los necesarios ensayos seccionales y de conjunto, que necesitan las obras. Una ola solidaria, hermanadora de intereses musicales, de comunicación y de «comunidad», que justifica su nombre y se hace evidente al verlos en acción.
En este lapso de tiempo, y ya bajo la dirección musical de David Crespo, la agrupación ha realizado numerosos conciertos en el Auditorio Alfredo Kraus, que desde el principio acogió la iniciativa con simpatía, siempre multitudinarios; y se ha hecho un hueco sin lugar a dudas, entre un público no habitual de los conciertos de música clásica, asistentes ligados a los intérpretes en muchos casos, apasionados y aplaudidores, con pocas referencias de lo que van a oír a veces, pero entusiastas, atentos y muy respetuosos durante el transcurrir del concierto.
La orquesta ha incorporado como directora asociada a Teresa Hernández Vega, proveniente del Sistema de orquestas juveniles venezolano y conformado un numeroso coro, que dirige Jesús Manuel Sosa, al que se unen elementos de otros, como en este caso el Donna Voce que comanda Narmis Hernández.
La agrupación ha obtenido diversos reconocimientos, locales, nacionales e internacionales por su meritoria labor, pero creemos que este cuarto aniversario de la agrupación y el programa ofrecido sirven de epítome de los logros obtenidos, al mismo tiempo que ha de significar una amplia reflexión del conjunto y sus responsables, en cuanto a la necesidad de emprender una nueva etapa, un poco más desarrollada y efectiva en el sector técnico instrumental; apoyada por especialistas (percusión, metales, maderas y cuerdas) que establezcan patrones de actuación más unificados y efectivos, solvente problemas técnicos y resuelva cuestiones estilísticas que restan eficacia y musicalidad al discurso del conjunto, más allá de quien lo dirija. Igualmente, la necesidad de tener una sede estable aportaría una estabilidad y una programación de actividades más eficaz. Necesita urgentemente la ciudad habilitar espacios para ensayos de conjuntos señeros de música, que sufren una penosidad que no se corresponde con sus altas prestaciones, y no estoy hablando tan solo de música clásica.
En lo que respecta al concierto propiamente dicho, un panorama de la música clásica española, no voy a hacer una crítica 'ad hoc', limitándome a señalar que las orquestaciones de Frühbeck de Burgos de 'Triana' (Albeniz) y 'Goyescas' (Granados), adolecieron de tiempos muy lentos, que dificultaron su interpretación y carecieron de carácter. Siguieron una lectura más o menos aseada de la 'Danza ritual del Fuego' (Falla) y una 'Danza del molinero del Tricornio' de Falla que atragantó a alguno de los solistas, aunque levanto vuelo en el episodio final.
En 'Las Danzas fantásticas' de Turina subió un poco el listón de orquesta y director, y salió indemne de los estragos de la percusión, que no acaba de integrarse en la sonoridad global y peca de graves arritmias, asunto a corregir. Mención aparte el timbalero, que cuajó buena actuación en general, pero pecó en la afinación de su instrumento en su importante papel en 'Triana'.
Terminó la velada con una de las conocidas danzas de la ópera 'La vida breve' (Falla), que incorpora al coro con palmas, «óles» y vocalizaciones que el conjunto desarrolló con entusiasmo, mientras Delia Rodríguez Santana, bailarina/bailaora de provecta edad, de rojo y capa de tul del mismo color, escenificó con flamenquería la danza en el corto espacio del que disponía, con sentido estético y musical.
Antes habíamos escuchado el estreno de autor canario habitual en los programas de la OCGC, en este caso de Alberto Gómez Ramos y titulada 'Luna'. Nos pareció obra inmadura en su orquestación – no pudimos oír ni una nota de un solo de violín sepultado por los metales– con tintes cinematográficos, los mejores momentos, y con ardorosas intervenciones del numerosísimo coro que ocupaba escenario y palcos proscenios; estos y algunos episodios logrados en su núcleo central pueden servir al autor para plantearse nuevas metas compositivas.
Un animoso bis zarzuelero de Tomás Bretón puso punto y final al concierto. Sonó muy bien el popular número de 'La Verbena de la Paloma', y el numeroso coro le dio ambiente de verbena popular, uno de los momentos más logrados del concierto desde el punto de vista musical.
Crespo se dirigió al público, micrófono en mano, hasta en tres ocasiones, un exceso evitable adjuntando al programa un código QR, que de buena y medida información de las obras y ayude a situarlas en su contexto, completando el proceso musical con textos adecuados que susciten una más profunda comprensión de lo que se oye. De ahí a el interés por los ciclos profesionales de música clásica de la capital hay menos recorrido.
A todo esto, y más allá de lo que exprese este cronista en su visión inevitablemente parcial y profesional (matizada) en esta crónica, el concierto fue todo un éxito de público, jaleadas con entusiasmo cada una de las obras y terminado en un torbellino de aplausos, que recogieron cada una de las secciones de la orquesta y coros en un protocolo interminable, que debe ser sujeto también a revisión.
Enhorabuena a todos los miembros y apoyos de la institución musical comunitaria grancanaria, por tan feliz logro y tan brillante puesta de largo en su aniversario.
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