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François Leleux y Lisa Batiashvili, en el Auditorio Alfredo Kraus. C7
Un Beethoven colosal de Lisa Batiashvili

Crítica musical/ Camerata de Salzburgo y Lisa Batiashvili

Un Beethoven colosal de Lisa Batiashvili

Tocó con pulcritud extrema, una apabullante musicalidad y un profundo conocimiento de la partitura, amén de una técnica virtuosa y un sonido exquisito

Dionisio Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 3 de febrero 2025, 23:18

Con una gran asistencia de público que rozó literalmente el lleno, asistimos el pasado viernes al concierto del Festival de Música en la capital grancanaria, cuyo principal atractivo era poder escuchar a la violinista georgiana Lisa Batiashvili, en el monumental concierto que Beethoven escribió para violín y orquesta. No defraudó la solista las altas expectativas del respetable y nos convertimos los asistentes en admirados espectadores de uno de los momentos álgidos de la presente edición del Festival.

Salió a escena la violinista arropada por la Camerata de Salzburgo, en una formación clásica y ajustada en la cuerda, y teniendo como 'partenaire', y nunca mejor dicho, a su marido, el oboísta y director francés François Leleux.

Con los cinco golpes de rigor del timbal y 'allegro ma non troppo', se inició la obra con la larga introducción orquestal del primer movimiento, a la que se sumó la Batiasvhvili un poco antes de su primer solo, en el que dijo limpiamente y con aparente facilidad los enrevesados pasajes llenos de octavas, series de terceras y escalas con los que da comienza la obra. Con pulcritud extrema, una apabullante musicalidad y un profundo conocimiento de la partitura, amén de una técnica virtuosa y un sonido exquisito, llegamos al primer 'tutti' central del movimiento que director y orquesta atacaron con énfasis y buen fraseo. La reexposición nos trajo nuevas delicias de la Batiashvili, con momentos de gran lirismo y profunda musicalidad, haciéndonos más fácil la comprensión formal de la obra. Tras el segundo 'tutti' orquestal volvieron los momentos mágicos, como el pequeño dúo con el fagot y el diálogo con la orquesta fluyó equilibrado; bien es cierto que Leleux trató en todo momento de no tapar a la solista durante la obra, lo que permitió poder oírla en sus infinitos matices. Con el siguiente 'tutti' llegamos a la 'Cadencia', toda una sorpresa escucharle las que escribió el compositor Alfred Schnittke para Guidon Kremer, todo un alarde armónico y virtuoso que contó con la colaboración de la timbalera de la formación, estupenda en su importante papel en toda la obra.

En el segundo movimiento siguió derramando la violinista sus virtudes técnicas y artísticas con unos pasajes agudos afinadísimos y nítidos, y un lirismo que arrastró a la orquesta y a su director, que estuvieron francamente bien en crear la atmósfera necesaria en el desarrollo y 'finale' del mismo. Nos deleitó Batiashvili nuevamente con el sonido de terciopelo que extrae de su formidable Guarneri del Gesú y tras los acordes de rigor nos fuimos al tercer tiempo y su famoso comienzo, que sonó fresco y luminoso, y al que contestó la orquesta con vehemencia para meternos de llenos en el fragor virtuoso de las variaciones del rondó, en las que la violinista se lució ampliamente, excelente de nuevo el dueto con el fagot, nueva cadencia de Schnithke y vertiginoso y vibrante final. La orquesta acompañó en su justa medida y se lució con un sonido compacto y potente en los 'tuttis', muy bien conducida por Leleux que con gesto amplio y sin batuta, no solo fue fiel y mesurado en los acompañamientos sino que supo mostrar el músculo sinfónico, tan característico del autor, cuando hizo falta.

Entre atronadores aplausos y otras muestras de entusiasmo salió varias veces a saludar la solista en solitario y en compañía del director, en la última apareció éste armado de su oboe y la pareja nos deleitó con un duetto sobre una de las famosas arias de la Reina de la Noche en 'La Flauta mágica' de Mozart. De nuevo apasionados aplausos y un indeleble recuerdo en la memoria para todos los asistentes. En los corrillos del descanso todo eran palabras de admiración para la violinista y de satisfacción por lo solvente de la orquesta y su director.

En la segunda parte oímos en primer lugar la 'Sinfonía nº 1' del quinceañero y precoz pianista y compositor georgiano, Tsotne Zedginidze, unos de lo becados por la Fundación Lisa Batiashvili para jóvenes talentos musicales de su Georgia natal. La obra, de unos 20 minutos de duración, se desarrolla en varios episodios encadenados y muestra a un autor de talento y una madurez impropia de la edad, sin duda alguna; en algunos de sus pasajes nos pareció escuchar ecos de Stravinski, Shostakovich, Barber y otros, quizá referentes estéticos o sonoros del joven compositor, autodidacta, que ya ha tenido presencia en otros festivales y salas de concierto, y que alcanza un notable éxito siendo programado en un festival, tan solo dos días después del estreno de la obra.

La Camerata salzburguesa, fundada en 1952 por el director y musicólogo vienes Bernhard Paumgartner, ha tenido en sus más de 70 años de existencia exquisitos directores artísticos y presencia en festivales y teatros de todo el mundo. Desde su sede y temporada en el Mozarteum de Salzburgo difunde la música del clasicismo vienés, durante los festivales de su ciudad y como orquesta de ópera. Cuenta entre sus miembros con más de 20 nacionalidades y desde su fundación tiene a gala el tener una sonoridad identitaria que pudimos apreciar en la interpretación de la 'Sinfonía nº 41 Júpiter', de su adorado Mozart, en las manos expresivas de Leleux, que aportó orden y matices en la grandiosa última obra orquestal del autor salzburgués. Lejos de líneas historicistas, la interpretación fue más convencional y romántica, pero todo fluyó muy bien y nos hizo reflexionar; pues más allá de gustos, corrientes o 'modas' interpretativas, una buena partitura y unos intérpretes dispuestos a darlo todo son suficientes para hacernos disfrutar de la' buena música. Una breve propina mozartiana culminó el concierto entre nutridos aplausos.

Ficha

Camerata de Salzburgo. Dirección: François Leleux. Solista: La violinista Lisa Batiashvili. Obras de Beethoven, Zedginidze y Mozart. Lugar: Auditorio Alfredo Kraus. Fecha: 31 de enero.

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