Nunca abandonéis la esperanza

¿Quién era Jorge Semprún Maura? Comunista, afiliado al PCE desde 1943; miembro de la Resistencia francesa, deportado por los nazis a Buchenwald, donde morirían 56.000 personas, liberado junto al resto de supervivientes en abril del 45. Durante toda su vida pública, no se privaría de mencionar, reiteradamente, el lema escrito en la puerta de acceso a Buchenwald: A cada uno, lo suyo… y lo suyo fue sobrevivir para contarlo. Escritor, filósofo que reflejaría, en su extensa y variada obra literaria y ensayística un compendio de vivencias, ideas filosóficas y experiencia política en la clandestinidad, en su transitar desde el comunismo hacia su salida de éste. Como independiente, fue durante tres años ministro de Cultura entre los años 1988-1991, en el Gobierno de Felipe González.

Semprún, español, nieto de Antonio Maura, hijo de profesor jurista republicano, creció en los Países Bajos y se formó en La Sorbona. El filósofo que hablaba español con la misma naturalidad que se expresaba en francés y alemán.

En el ya Auditorio Jorge Semprún, tuve la suerte de asistir a un momento para la memoria inolvidable, bendecido por la prosa recitada por Vicky Peña. La palabra de Semprún más escogida, cuidada, pura, doliente, directa y descriptiva de su paso por el campo de concentración nazi y narrada, para la memoria colectiva, en una de sus obras más importantes: 'El largo viaje'. Habiendo emprendido el camino coherente hacia la crítica constructiva, liberado ya de certidumbres totalitaristas para abrazar las dudas, Semprún se preguntó para qué y por qué una Europa unida. En sus ponencias y charlas, afirmó que la única frontera posible para Europa es la democracia. Porque donde haya democracia, siempre estará Europa. Que la base de su esencia, la conforma su propia diversidad. «Se debería empezar la construcción de Europa por la cultura, la cultura debe estar en el centro del pensamiento, la cultura solo se sustenta sobre las base de los valores democráticos». Qué vigente y qué necesario en estos momentos.

La memoria democrática, como la concibió Semprún, es a día de hoy un bien escaso. Yo reivindico desde esta tribuna su memoria, la de todos y todas, especialmente la de quienes con mayor o menor fortuna fueron capaces de encender la linterna, lejos de apagarla, en la oscuridad de lo vivido. Converger en el mensaje que nos dejó en su vida, para reconocerle que sí, que hay valores universales y que todas las culturas son auténticas; con sus especificidades, y que sólo se debilitan cuando se pretenden imponer por la fuerza.

Jorge Semprún representa la encarnación viva del siglo XX, conformando en su persona la propia paradoja de aunar lo mejor y lo peor de la humanidad del siglo XX, como en su día llegó a afirmar Javier Solana, amigo destacado, que asistió también al emotivo acto. En el campo de Buchenwald se calcula que hubo seiscientos españoles. Y en ocasiones, se escuchaba a alguien recitando versos de Lorca. Su obituario resonó con fuerza en el auditorio, de su propia voz e imagen: nunca abandonéis la esperanza.