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VICTORIANO S. ÁLAMO
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 14 de junio 2021, 02:00
Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, 1942) contesta al teléfono radiante. «Hoy es el primer día desde la pandemia en el que he almorzado en el interior de un restaurante», explica ya vacunado desde Madrid, ciudad en la que se desarrolla 'Rodaje' (Anagrama), la novela con la que ha regresado a las librerías españolas recientemente.
Se trata de una ficción protagonizada por Pelayo Pelayo, un joven guionista que intenta sacar adelante su primer largometraje en los oscuros y duros años 60 franquistas.
«Pelayo tiene alguna cosa mía, por supuesto, pero la acción de la novela empieza diez años antes de mis inicios en el cine. Todo lo de la iniciación al cine fue parecida en mi caso. En realidad, todo es real y todo es ficción. Se trata de una mirada nostálgica por aquello de la juventud, no porque fuera una época agradable en este país. Pero eso no quita que todos los momentos se podían disfrutar, por eso se decía que los días eran grises y las noches en technicolor», apunta entre risas.
Mientras este guionista trata de sacar adelante la película con la que sueña, 'Rodaje' describe cómo era la vida en el centro de la capital, donde los integrantes del Partido Comunista, en la clandestinidad, trataban de luchar contra el régimen y no caer en las fauces de los agentes de la policía secreta que estaban repartidos por toda la ciudad.
El punto de partida, reconoce, fue fruto de la casualidad, como ya le ha sucedido en otras ocasiones, tanto con los guiones de sus películas como con sus novelas. «A veces, el origen es un detalle, una foto... en este caso fue que, en un momento concreto, me di cuenta de que pasó algo curioso. Y es que cuando Luis García Berlanga rodaba 'El verdugo' se estaba juzgando a Julia Grimau, que fue sentenciado a muerte. ¡Qué coincidencia! Un director, que poco tenía que ver con Grimau y el comunismo, y una película contra la pena de muerte», recuerda.
A partir de ahí erige un relato de ficción «que parte de testimonios reales», reitera. «Como el protagonista Pelayo Pelayo, yo compartía piso con un abogado laboralista como el de la novela. Era gente muy generosa. Ahora se critica a los partidos antifranquistas, pero no he conocido a gente más generosa, capaz de arriesgar su vida y su libertad sin recibir nada a cambio», dice sobre unos individuos que se jugaban el pellejo y que tenían claro que podían caer en manos de torturadores como Billy El Niño en cualquier momento, individuo que claramente inspira al comisario Conesa de 'Rodaje'.
Recuerda aquellos años como «románticos», ya que, dice, «la lucha era contra el mal, contra la dictadura, no se tenían dudas».
Cuestionado por el auge de la extrema derecha en España en los últimos tiempos, el director de filmes emblemáticos como 'Habla, mudita' (1973) y 'La mitad del cielo' (1986), Gutiérrez Aragón apunta que «todo lo antiguo se repite». «En aquella época había violencia y las ideas estaban muy extremadas, como ahora, aunque entonces había una lucha idealista», puntualiza.
¿Le aconseja a los políticos de Vox y a sus votantes que lean 'Rodaje'? «No sé si saben leer, pero se la recomendaría no solo a los de Vox, sino a los de la extrema izquierda, para que descubran que en aquellos años nada se regalaba y cómo la gente se jugaba el pellejo, también en la Transición. No fue un pacto entre militares y con el capitalismo, sino una conquista de las libertades. Me molestan muchos los ataques a la Transición. Fue uno de los escasos momentos de la historia en el que los españoles se pusieron de acuerdo para hacer algo bueno y no pelearse. Fue un éxito absoluto», defiende.
El desembarco de esta novela en las librerías estaba previsto para el año pasado, pero la pandemia de la Covid-19 hizo que se aplazara. No fue el único cambio. «Se iba a titular 'El ansia', pero con la pandemia pensé que no era el más adecuado», señala.
Desde la primera década del año 2000 no se pone detrás de una cámara. «Echo de menos el cine, es algo que se te mete mucho dentro. Añoro los equipos y el trato con la gente. Escribir es solitario y más tranquilo. Cuando empecé era escritor e iba para guionista y ahora he vuelto a la escritura, como en los primeros años. Empecé a ganarme la vida como escritor y me hice director porque quería que se rodaran mis guiones como yo quería», rememora Manuel Gutiérrez Aragón, que ganó el premio Herralde de Novela en 2012.
También añora la antigua normalidad, previa a la pandemia de la Covid-19. «Nada volverá a ser igual. Lo que se ha perdido no volverá. Confiemos en que la capacidad de olvido voluntaria de la gente es grande. Siempre ha sido así. Te olvidas lo mal que lo has pasado. De niño, me llamaba la atención que los adultos no querían hablar de lo malo, de la guerra, de las torturas, del hambre... Confío en que nuestra capacidad de olvido sea similar. Recuerdo que mi madre decía que todos sufrimos una guerra y la nuestra ha sido esta pandemia, que nos ha robado una parte de nuestra vida. Sobre todo a los jóvenes», afirma con pesar.
Ahora, ya vacunado y con un panorama sanitario más alentador, confía en volver pronto al archipiélago canario, donde reconoce que, en varias islas ha escrito algunos guiones y novelas. Eso sí, deja claro algo con su contagiosa risa: «Ni guardo guiones sin hacer ni novelas sin publicar. No guardo papeles en los cajones. Cuando me muera, no saldrá nada inédito mío».
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