
Víctor Álamo de la Rosa, escritor
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Víctor Álamo de la Rosa, escritor
«Este tomo es una novela de novelas, la obra de mi vida»Besay Sánchez Monroy
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 2 de marzo 2025, 01:00
A estas alturas del siglo XXI puede afirmarse que Víctor Álamo de la Rosa (Santa Cruz de Tenerife, 1969) se ha convertido en uno de los escritores más importantes de nuestra literatura. Desde que a finales de los años ochenta del siglo pasado empezara a publicar sus primeros textos, su labor ininterrumpida lo ha llevado a conformar una obra literaria que, salvo el teatro, toca todos los géneros: novelas, relato corto, poesía, ensayo, artículos. Es autor de varias de las novelas más celebradas de la literatura canaria contemporánea, como 'El año de la seca', 'Campiro que' o 'Terramores', publicadas en editoriales nacionales e internacionales de gran calado, como Espasa Calpe o Grasset. Sus libros han llamando la atención de la crítica especializada y de grandes personalidades como José Saramago, Lázaro Carreter o Rafael Arozarena, que han escrito sobre ellos. En colaboración con el filólogo Victoriano Santana Sanjurjo, ha emprendido la titánica labor de reunir en un tomo las novelas y los libros de relato que componen su ciclo herreño. 'Archipiélago herreño' es una oportunidad para recuperar aquellos textos que llevaban años sin ser reeditados y sumergirnos, ya sea nuevamente o por primera vez, en el universo narrativo del escritor.
-Este tipo de libros parecen convertirlo en todo un clásico de nuestras letras, razón por la que el filólogo Victoriano Santana Sanjurjo ha emprendido la publicación de sus obras completas. Supongo que este hecho le dará un poco de vértigo.
-Me da mucho vértigo. Es una sensación extraña. Por un lado, siento una felicidad inaudita al ver otra vez en librerías el trabajo de toda una vida, pero, por otro, como soy un autor en activo, siento que las voces del pasado me llaman cuando yo estoy escuchando otra música, porque estoy escribiendo nuevas novelas y relatos después de años de sequía. 'Archipiélago herreño', sin embargo, es también una obra nueva, a pesar de reunir mi narrativa desde 1991 hasta 2011, porque con Victoriano hemos retocado escenas y cronologías para que estas cinco novelas y los relatos puedan leerse como una sola novela, pero de más de 800 páginas. Creo que puede gustar mucho al lector que me conoce, pero también a quien por primera vez se hunda en este universo narrativo mío. De todos modos, debo agradecer a Victoriano Santana Sanjurjo esta puesta de largo de mi obra literaria, en la que lleva varios años trabajando. Y mi agradecimiento también al editor de Mercurio, Jorge Liria, porque primero sacaron un volumen titulado 'Da que pensar' donde rescataron artículos y ensayos míos desperdigados por mil publicaciones periodísticas, y después Victoriano se empleó a fondo para editar otro volumen con mi poesía completa, titulado 'Trabajar en los vientos', un libro que me llenó de felicidad porque la poesía es el género que más me interesa y mi propia obra narrativa había aplastado mi dedicación a la poesía. Debo, sin duda, al trabajo de Victoriano y al editor el verme inmerso en esta empresa, porque yo soy más de tirar para adelante, en plan lo hecho hecho está, y así obligarme a buscar nuevos caminos para nuevas novelas. Con estos tres volúmenes se va ordenando mi obra literaria y las nuevas generaciones podrán asomarse a mis propuestas creativas, juzgar si tienen o no valor.
-Con 'Archipiélago herreño' vuelven a las librerías algunas de sus novelas más importantes, las que en su día le granjearon éxito y prestigio, como 'El año de la seca', 'Campiro que', 'Terramores', entre otras.
-Sí, pero también se rescata para el lector contemporáneo 'El humilladero', mi primera novela, editada en 1994, gracias a Elsa López, o los relatos de 'Las mareas brujas', de 1991, que me los movió en su día mi maestro Juan José Delgado y Rafael Arozarena, textos escritos por un chiquillo de veinte años, que tenía el pelo largo en vez de estas canas. Le confesaré que sentí pánico a la hora de volver a leer aquellos textos de entonces, de más de treinta años atrás, para esta edición. Pensé que me pondría a destruirlos, pero, sin embargo, me gustaron, y eso me tranquilizó. Obedecen a mis principios como narrador y ya tienen la impronta de mi estilo literario. Además, al ofrecerse en este volumen todos juntos, cobran mayor densidad, más intensidad, se comunican unas novelas con las otras, creando otra con otros sentidos. Otro mérito de este 'Archipiélago herreño' es rescatar para el lector una de mis novelas preferidas, pero al mismo tiempo de las menos leídas, porque tuvo una edición muy local en su día a pesar de haber ganado un premio importante, el Alfonso García Ramos del Cabildo de Tenerife. Esa novela es 'La cueva de los leprosos', una novela de amor con dos grandes metáforas dentro: por un lado, el origen de Canarias en el mito de la Atlántida y, por otro, indaga en las relaciones sexuales bajo el paraguas de enfermedades como el sida, arrasadora en aquella época, de ahí que los enamorados sean leprosos. Es una novela más poética, digamos. En fin, es lo que te decía, con 'Archipiélago herreño' creo que ofrecemos una relectura novedosa en muchos sentidos de mi obra literaria, una novela de novelas, la obra de mi vida. Otro ejemplo es 'El año de la seca', sin duda la obra que me abrió varias puertas a partir de que José Saramago la prologara y Eugenio Montejo la presentara a Monte Ávila Editores en Venezuela. Esa novela salió en Brasil y Portugal en portugués y la primera edición en su redacción original en español en Monte Ávila hasta que Espasa Calpe se hizo con los derechos en España y salió también aquí. Yo hacía mi trabajo, es decir, escribir como un poseso, pero sin duda he tenido desde el principio el apoyo y generosidad de grandes de la literatura como Saramago, Montejo, Juan José Delgado, Elsa López, Rafael Arozarena e Isaac de Vega, entre muchos otros. En fin, que no todo el mérito es mío.
-En este tomo, además, el trabajo filológico de Victoriano Santana Sanjurjo impresiona. Se incluyen extractos de reseñas sobre sus novelas a cargo de numerosos escritores como Saramago, Sabas Martín, Rafael Arozarena, Isaac de Vega, Lázaro Carreter, Juan José Delgado, su maestro y mentor, Juan Manuel García Ramos, entre otros, y hasta un diccionario-guía sobre los personajes de sus novelas. Y además incluye unas hermosas fotografías del artista herreño Alexis W.
-Es lo que te decía. Soy un escritor afortunado. Yo fui el primer impresionado al leer el rigor filológico de Victoriano Santana Sanjurjo, aunque el primero en ponerme en el mapa de la crítica literaria fue mi maestro Juan José Delgado. Victoriano es el gran responsable de que este libro exista. El fotógrafo herreño Alexis W ya pone la guinda con sus magistrales fotos sobre emblemáticos paisajes herreños, un contrapunto a mi propia narrativa, porque a menudo me parece que Alexis W condensa en una foto lo que yo describo en cientos de páginas. Este libro es como un milagro. Una maravilla, la verdad. Espero que a pesar de sus dimensiones encuentre espacio en librerías y lectores, porque, a fin de cuentas, la literatura es comunicación, y el círculo empieza cuando escribo, pero no se cierra hasta que alguien lee. Victoriano seleccionó además durante años ensayos y reseñas sobre mi obra escritos por muchas personas que ahora vuelve a convocar en este volumen, como Ángel Sánchez, Elena Morales, Eligio Hernández, Anghel Morales, Luis León Barreto, Francisco Quevedo y un largo etcétera. La verdad es que su rigor filológico es impresionante. Se pasó años consultando la enorme bibliografía que hay sobre mis obras. Me ha obligado a descubrirme.
-En el epílogo que usted escribe en 'Archipiélago herreño', aventura la posibilidad de nuevos libros de ambientación herreña, pero cambiando la nomenclatura anterior. Es decir, la Isla Menor, como trasunto de la isla de El Hierro, ahora pasa a denominarse Isla Cero.
-Sí. En el último año estoy escribiendo mucho material nuevo, una decena de relatos y una novela nueva, todavía sin título. En las novelas de 'Archipiélago herreño' la voz es mítica, recupera voces del pasado, es El Hierro de antes, de la tradición oral y de los ancianos, de la guerra civil, la posguerra, el telégrafo, mientras que en los nuevos libros que proyecto aparece una isla de El Hierro contemporánea, la Isla Cero, la isla donde todo principia, basándome en la circunstancia de que era la isla del Meridiano Cero, es decir, el primer lugar, la isla al principio, como en el libro de fotografías que hice junto a Alexis W. Ahora es El Hierro asediado por los cayucos y pateras, con la vida plácida de mi pueblo invadida a diario por inmigrantes, oenegés, patrulleras y policía, El Hierro de los teléfonos móviles, El Hierro más mestizo, con ese peregrinar de inmigrantes no solo de África, sino de retornados de América Latina. El Hierro es la patria de mi infancia y no puedo vivir ajeno a todo ese caldo sociológico que nos ha traído el siglo XXI a un lugar tan pequeño. Es como un laboratorio del futuro en miniatura. De todos modos, en mi nueva novela, el argumento transcurre entre Tenerife y El Hierro, la Isla Cero.
-¿Podría hablarnos de esos nuevos proyectos literarios?
-Hay acabada una novela antigua que he corregido pero que no tengo prisa en publicar y un nuevo libro de relatos cortos. Estoy escribiendo una novela nueva, en la que trato de radiografiar, con mucha ironía y comicidad, la barbarie sociológica a la que asistimos en estos veinticinco años de siglo XXI. El mundo ha cambiado a partir de internet. A través de un narrador que es en realidad un feto abortado, cuento la vida promiscua de una mujer de cincuenta años. La novela es un dispendio técnico, con capítulos escritos como letras de reguetón, como el titulado 'Reguetón de Leidi Platanera', o escritos como hilos de wasap o ambientados en una piscina de waterpolo. Mi hijo Pablo, que en agosto cumplirá 14 años, me ha introducido en el reguetón, en las antípodas de lo que a mí me interesa, que es el metal de Slipknot y Metallica, pero me sirve para acercarme a la vida de las generaciones de ahora y ponerla en contraste con la mía. Revisitar los conceptos de familia, las relaciones heterosexuales, el feminismo y el machismo más obtusos, el fenómeno de las redes sociales y sus consecuencias, el incremento de la soltería, el concepto de matrimonio, pareja, follamigo, Tinder, la falta de compromiso, los divorcios, el complejo de Peter Pan y el pánico a hacernos viejos, el lugar del amor como fue entendido en el pasado, porque hoy parece extraño un matrimonio o pareja duradera. Los vínculos profundos sucumben, el deseo parece estar en crisis, la natalidad en sus horas más bajas. En la novela no juzgo, no hay moral, sino que expongo cómicamente una galería de hombres bastante infantiles que pasan por esta mujer desnortada haciendo match y así los capítulos van ofreciendo esa especie de retrato sociológico de lo que llamo la barbarie del siglo XXI, cuando cualquiera con un teléfono móvil puede esparcir la nube de la sospecha sobre cualquier otra persona. Mi novela se me ocurrió a partir de hablar con amigos y amigas, pero también tras la lectura de una novela muy valiente de la escritora argentina Pola Oloixarac, titulada Bad Hombre. A mi edad ya todo importa un poco menos, pero me fijo en los nuevos hábitos para tratar de ayudar y educar a mi hijo en un mundo que ha cambiado y cuyas complejas claves se nos escapan por la propia velocidad a la que vamos.
-En sus próximos libros, por un lado, sale de El Hierro, pero para volver de otro modo, con otra mirada.
-Sí. De todos modos, es curioso, porque ya he publicado otras novelas, como 'Todas las personas que mueren de amor', con la que gané el premio Benito Pérez Armas, 'El pacto de las viudas' o 'La ternura del caníbal', que nada tienen que ver con el universo mítico que ahora pone de nuevo de actualidad este 'Archipiélago herreño'. Eran novelas de otro tipo, que obedecían a otros intereses lejos de la insularidad. Imponerse nuevos retos forma parte de las tareas del escritor. Salir de las zonas de confort. Vamos a ver hacia dónde me lleva el reguetón de Leidi Platanera, un personaje que, sin embargo, no deja de tener concomitancias con Celedonia Jesús, el personaje principal de 'Campiro que'. Escribimos lo que la literatura nos deja escribir. A veces siento que todavía estoy empezando en el oficio, que la experiencia acumulada no sirve de gran cosa. Pero cuando al escribir damos con la palabra exacta, cuando redondeamos aquello que necesitamos expresar, mordemos un trozo de felicidad plena. Y eso es una recompensa suficiente.
-¿Cómo ve la actualidad literaria de Canarias?
-Es una pregunta compleja. Nunca en nuestra historia se han editado tantos libros en Canarias. Y eso es bueno. En las Islas hay casi 200 casas editoriales, y salen casi dos libros al día. Es de locos. Así que tenemos la cantidad, pero no sé evaluar la calidad. Fíjate que ahora mismo hay muchas generaciones conviviendo en el panorama literario, pero tengo mis dudas sobre si unas generaciones se leen a otras. Si no leemos lo anterior, nuestra tradición literaria no crecerá. Se dan palos de ciego. Yo espero que las generaciones más jóvenes hagan las cosas mejor que la mía y se impongan más filtros, más critica literaria. En literatura no vale todo. Echo de menos, en la avalancha editorial, que se separe el grano de la paja. Saber, entre tanta abundancia, a qué hincarle el diente.
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