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Alicia R. Mederos. C7
«Josefina de la Torre no era presuntuosa, pero tenía vocación de posteridad»
Entrevista a Alicia R. Mederos, periodista e investigadora

«Josefina de la Torre no era presuntuosa, pero tenía vocación de posteridad»

Este miércoles, la periodista e investigadora Alicia R. Mederos ofrece una charla sobre la polifacética autora en la Casa-Museo Tomás Morales, en Moya

Gabriela Vicent

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 21 de noviembre 2023, 01:00

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La periodista e investigadora, experta en la obra de la polifacética artista, ofrece una charla sobre su figura en el marco del Seminario 'Sobre el Modernismo y la Generación del 98', organizado por la Casa-Museo Tomás Morales de Moya. La sesión de este miércoles se desarrolla entre las 18.30 y las 20.30 horas y además de esta conferencia cuenta con la que protagonizará Sonia Petisco Martínez, doctora en Filología Moderna por la Universidad Complutense de Madrid, titulada 'Modernismo y Generación del 98: una aproximación al pensamiento dialéctico de Miguel de Unamuno'.

-¿Cómo describiría la posición de Josefina de la Torre dentro del Modernismo canario, movimiento a caballo entre la Generación del 98 y las vanguardias?

-La Generación del 98 le viene muy lejos a Josefina de la Torre, porque ella nace en 1907. Es decir, ella con quien verdaderamente se emparenta a lo largo de su vida es, por origen, con los modernistas canarios, con los que tiene un vínculo indiscutible, siendo, de hecho, una de las señas de identidad de su poesía. Ni siquiera Galdós, que cabalga entre los dos movimientos, es un vínculo fuerte en la obra poética de Josefina. No se la puede relacionar sino con los modernistas y, evidentemente, con las vanguardias posteriores.

«Hay algunos aspectos de su vida que ni siquiera sé si llegaré a poder desentrañar»

-Tuvo la suerte de conocer a la polifacética autora en Madrid, «en el epílogo de su vida», según detalla. ¿Cómo describiría esos encuentros madrileños, cuando ni siquiera sabía si seguía con vida?

- Fue mágico, el comienzo de una relación que todavía dura, como aquella de 'Casablanca'. Significó un punto de inflexión para mí que me acompaña desde 1999, año en el que la conocí, un 23 de abril, Día de las Letras, de Cervantes y no por casualidad. Ese día iba a visitarla un editor norteamericano con la intención de que le firmase un documento para poder publicar sus 'Poemas de la isla' en Estados Unidos, como después ocurrió.

Josefina de la Torre. C7

-Pero, ¿cómo llegó hasta ella?

-Se había publicado que todos los miembros de la Generación del 27 habían muerto tras la desaparición de Rafael Alberti. Un editor de una revista que entonces se publicaba aquí en Canarias, 'Anarda', me comenta que tiene ecos de que Josefina de la Torre podía seguir con vida. Me dio una pista, que era un familiar; hice una llamada... y ¡bingo! Josefina seguía viva en su casa de Madrid. En mi visita descubro baúles inmensos, temáticos, de distintas disciplinas artísticas, todas las que ella había puesto en marcha desde que nació. Allí se empieza a gestar ya mi voluntad de ocuparme del personaje y su contexto. Yo insisto en que no soy filóloga, ni lo pretendo. Pero sí soy una de las personas que, ahora mismo, más ha ido investigando en las distintas facetas de su obra. Por eso, siento que tengo legitimidad para hablar de este emblemático personaje en los contextos socioculturales en los que vivió.

-En su posición de periodista, ¿cómo describiría la crónica de esas conversaciones íntimas? ¿Cómo era Josefina de la Torre en las distancias cortas?

-Hay que tener en cuenta que, cuando yo la conozco, Josefina está a punto de cumplir 91 años. Tenía la cabeza muy en su sitio, pero ya se acercaba al siglo. No era una gran conversadora en ese momento. Era más bien una mujer prudente. Cuando le propuse que me dejara entrar en su casa tres veces por semana para poner en orden aquellos baúles, (que culminaron en la primera exposición, 'Los álbumes de Josefina de la Torre', en la Residencia de Estudiantes), ella accede, porque siempre tuvo clara su vocación de trascendencia, de posteridad, de dejar un legado, aunque no era presuntuosa. Al contrario, era muy amable, bastante risueña, pero tímida, algo que me sorprendió. Se sentía siempre un poco intimidada, incluso cuando acudía a las inauguraciones de sus exposiciones. Era consciente de todo lo que había vivido y lo dejó muy bien datado. Tenía un esqueleto muy ordenado de etapas y épocas. Ella solo intervenía cuando aparecía algún documento que le interesara reflejar especialmente. Y era una delicia escucharla, porque entonces sí que te elaboraba un guion completo.

-Josefina de la Torre tuvo una experiencia en el mundo del cine. ¿Es esta quizá su faceta más desconocida?

-También es verdad que es la menos intensa. Quizás es más interesante, por trayectoria, su faceta como actriz de teatro que, además, duró toda su vida. Ella confesaba que, para ella, la poesía y el teatro iban de la mano. Se sentía poeta, era lo que más le interesaba, pero también actriz. La época en la que pasa por el mundo del cine, en el que comenzó como actriz de doblaje para la Paramount en Francia es una etapa corta que comienza un año antes de la Guerra Civil. Su breve incursión en la industria cinematográfica fue muy frustrante. No sé si fue por su timidez o por lo que narra a través de Bela Z, el personaje trasunto de Josefina de la Torre, que tiene muchas pinceladas de lo que ella observó entre bastidores que rodeaba al mundo cinematográfico de la época. Pero su aportación mayor en el mundo de la escena fue como actriz teatral, como guionista y como directora de su propia compañía. Ahí sí tuvo un larguísimo recorrido, amparado por la vocación teatral de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

-¿Cuáles considera que son los 'tesoros ocultos' aún por descubrir de su vida y obra?

-Hay algunos aspectos de su vida que ni siquiera sé si llegaré a tener acceso a desentrañar. Con los legados sucede que hay ciertos aspectos que es imposible contrastar, si no manejas los diarios personales. Hay muchos detalles de sus vínculos y relaciones que sería muy interesante descubrir. Puede ser que, en algún momento, alguien de su familia se decida a publicarlos. A mí no me han dejado después de diez años, a pesar de tener con ellos una excelente relación.

-Colaboró en el documental 'Las sin sombrero', de Tania Ballo, sobre las mujeres silenciadas del 27. ¿Cómo resumiría la aportación fundamental y aún desconocida de este grupo a nivel literario y social?

-Ella estuvo en el Liceum Femenino y tenía muy buena relación con Concha Méndez y con su marido, Manuel Altolaguirre. Una vez más, creo que aquí la lectura a posteriori puede estar incurriendo en otro factor de exclusión. Es cómodo nombrar solo a los que se exiliaron. Había muchas mujeres allí y la gran mayoría no se exilió.

-En la nueva edición ilustrada de 'La muchacha isla' trata de acercar la figura de Josefina de la Torre a las nuevas generaciones. ¿Qué reto supuso dirigirse a un público infantil y escolar?

-'La muchacha isla' es la definición que queda registrada por Pedro Salinas en el prólogo que hace de 'Versos y estampas'. En ese 'bautizo' literario hay toda una voluntad que le da ese carácter insular a su poética. Eso es lo que la va a distinguir, según los estudiosos que vinieron después. Lo de público infantil es, en realidad, transversal, porque lo mismo lo puede leer una niña de 90 años. Para mí fue un reto personal poder hacer un esbozo biográfico de la vida de Josefina de la Torre parando en estaciones que creo que son clave en un siglo de vida, desde que nace en la playa de Las Canteras, hasta que fallece en Madrid, resaltando su presencia en momentos importantes de la vida de nuestro país.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos en torno a la figura de Josefina de la Torre?

-Josefina de la Torre se bajó del escenario teatral con 82 años. Me estoy centrando ahora en la investigación de determinadas experiencias teatrales que llevó a cabo desde que arranca en la escena en el Teatro Mínimo hasta casi el final de su vida. Hay que tener en cuenta que, en los años más difíciles de este país, ella tenía compañía propia y participó incluso en algunas experiencias teatrales poco conocidas a nivel nacional.

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