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Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 9 de junio 2025, 02:00
El historiador grancanario y profesor en el Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) en el área de Historia Contemporánea, Ismael Rodríguez Marrero, cuya labor investigadora reciente se ha centrado en analizar comparadamente las sociedades insulares de Canarias y Okinawa durante la guerra y la posguerra (1936-1953) desde diversos prismas, presentará el día 10 de junio, a las 19.00 horas, en la Casa de Colón el libro titulado 'Guerra, posguerra e identidades insulares en el Atlántico y el Pacífico: las Canarias y las Ryūkyū', que acaba de publicar la editorial madrileña Dykinson.
Más allá de la fascinación adolescente que Rodríguez Marrero profesaba por la cultura japonesa, con el tiempo el historiador se percató de las similitudes que mantenía Canarias con las islas niponas de Ryūkyū y sus respectivas realidades a priori tan dispares cultural y geográficamente. Su estudio comparado fue tomando consistencia en su tesis doctoral que partía de unas pocas hipótesis muy generales y amplias que aludían al valor geoestratégico de las islas en sus respectivos escenarios del Atlántico y el Pacífico (no solo en materia militar), su lejanía respecto a sus centros de poder político y el factor insular como elemento crucial a la hora de construir ciertos aspectos culturales y sociales como las subjetividades durante la guerra o la propia identidad insular.
«Cuando fui avanzando en el estudio, otras líneas de reflexión e ideas fueron surgiendo y cobrando más fuerza. Así, en el plano de la geoestrategia, ambos archipiélagos se presentaron como lugares de escala casi obligada tanto para los circuitos comerciales, diplomáticos y militares. Momentos como el final del siglo XIX con el auge del imperialismo, la propia Segunda Guerra Mundial o el inicio de la Guerra Fría situaron a estas islas en un primer plano en el ámbito internacional. Además de las políticas propias que emanaban desde Madrid o Tokio, las injerencias de potencias extranjeras, sobre todo anglosajona y estadounidense, se dejaron sentir en ambos archipiélagos durante estos momentos citados», explica el historiador que, además de esta aportación, ha publicado numerosos trabajos en revistas y editoriales de alto impacto científico en el ámbito nacional e internacional como la International Journal of Military History and Historiography.
La formación de economías especializadas en la agroexportación, la formación de una identidad particular respecto a las poblaciones de sus metrópolis o la incidencia de la guerra y la violencia en espacios de frontera fueron campos de análisis suficientemente densos para que Rodríguez Marrero continuara explorando los paralelismos.
¿Hasta qué punto las conexiones con el exterior y la retroalimentación de esos circuitos comerciales y sociales influyeron en la idiosincrasia canaria y okinawense? Como señala el historiado, «tanto Canarias como las Ryūkyū se posicionaron como lugares de frontera que, lejos de ser escenarios abocados al aislamiento, jugaron un rol protagónico en las operaciones aeronavales para diversos contendientes. El hecho de que Alemania, Reino Unido y Estados Unidos vieran en las islas espacios idóneos para establecer bases militares cruciales para el Atlántico y el Pacífico ya nos dice mucho. Para el caso de la potencia norteamericana, el Comité de Planificación Conjunta (uno de los organismos encargados en la elaboración de planes para la posguerra en materia militar) siempre tuvo en estima a ambos archipiélagos como lugares óptimos para establecer eventuales bases militares».
«Sin embargo, aquí es donde salen a relucir una de las diferencias más claras: el discurrir de las negociaciones diplomáticas con España y Japón por parte de Estados Unidos en las décadas de los 40 e inicios de los 50. La política exterior de estos países fue un tanto dispar y ello repercutió notoriamente en el devenir de sus fronteras insulares. Para el caso del Pacífico, Japón era una potencia beligerante derrotada, donde Estados Unidos tuvo más margen de maniobra para imponer condiciones entre las que se encontraba la cesión sin cortapisas de las Ryūkyū. En cierto modo, tal y como apuntan varios autores como Ota Masahide, Okinawa fue una importante moneda de cambio en las negociaciones con Tokio», agrega Marrero.
«El caso de Canarias es bien distinto. Si bien el gobierno de Franco partía de cierta precariedad por las condiciones materiales y económicas que atravesaba España, la cesión de suelo español para el establecimiento de bases en territorio peninsular, así como la disponibilidad de otros espacios como las Azores o Casablanca Por-Lyautey, dejaron al archipiélago canario en un segundo plano. Sin embargo, Canarias siempre mantuvo un interés e importancia de primer nivel desde el punto de vista técnico, pues era, como así revelan estudios de la División Naval de Inteligencia estadounidense a inicios de la década de 1950, la mejor plataforma del Atlántico para proyectar misiones ofensivas y defensivas de bombardeos estratégicos», añade.
«Otra de las grandes diferencias entre Canarias y las islas japonesas es que las Ryūkyū fueron hasta finales del siglo XIX una entidad política independiente, aunque es cierto que durante la modernidad mantenía fuertes dependencias con China y Japón. En el caso de Canarias, tras el periodo de conquista en el siglo XV hubo un proceso más extenso de aculturación y configuración de una nueva sociedad. Pero a pesar de esta divergencia, en ningún archipiélago se propagó un movimiento nacionalista fuerte con ansias de independencia capaz de desbancar a los proyectos nacionales centrales», anota el historiador.
Ismael Rodríguez Marrero, que se encuentra madurando nuevas líneas de investigación centradas en la posguerra en Canarias, estima que aún queda mucho por abordar en esta cuestión. «Canarias sigue en la mente de los dirigentes estadounidenses durante las décadas de 1950 y 1960, no solo en lo referido a los asuntos militares, sino también en el contexto de la carrera aeroespacial». Para sus investigaciones ya ha localizado documentación en los Archivos Nacionales de Estados Unidos, que complementará con las de otros archivos y otro tipo de fuentes. «En Canarias, si bien poseemos trabajos, ha sido más difícil acceder, por ejemplo, a los testimonios de los excombatientes que participaron tanto en la guerra civil española como en la Segunda Guerra Mundial. Esto es una tarea pendiente de nuestra historiografía: realizar un estudio sistemático profundo no solo desde una perspectiva sociocultural, sino también desde un punto de vista cuantitativo. El historiador Daniel González Suárez ha sido el único que ha tratado de abordar esta cuestión, recopilando más de 60 entrevistas de excombatientes canarios del Ejército franquista, con el planteamiento de un proyecto de tesis que aún no ha visto la luz y que es muy necesario para paliar esta laguna histórica. También tenemos el valioso estudio de Francisco Jiménez Soto sobre los voluntarios de la División Azul que se alistaron desde Canarias», concluye Marrero.
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