Julia Navarro: «Los fascismos ahora se presentan de otra forma, pero están ahí»
La autora de 'El niño que perdió la guerra' invita al lector a reflexionar en un contexto histórico en el que los totalitarismos quisieron despojar de su identidad al individuo
Julia Navarro, periodista y escritora, busca con 'El niño que perdió la guerra' (Plaza & Janés, 2024) «no dejar indiferente» al que lo lee. «Es una novela en la que invito a reflexionar sobre el desastre de las dos grandes ideologías que dominaron el siglo XX y que causaron tanto dolor a tantos millones de personas». Y una manera «de reflexionar sobre la censura» que todos los regímenes totalitarios intentan imponer. «Lo primero que hacen es cercenar la libertad de los ciudadanos e instaurar la censura. Y luego suelen perseguir toda manifestación cultural que no pueden controlar».
Todo eso se manifiesta en la octava novela de Navarro a través de una serie de personajes y de dos familias, una republicana en la España franquista y otra rusa en los tiempos de Stalin. «Es una novela de personajes, de personas que se rebelan, personas que dicen no», cuenta Julia Navarro, de paso en la capital grancanaria para amadrinar este miércoles 18 de junio la nueva sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Mesa y López (18.00 horas).
Clotilde y Anya son protagonistas en un libro que narra la vida de Pablo, el niño español exiliado en la Unión Soviética, a donde es enviado para encontrar una existencia mejor pero que debe enfrentarse a la asfixia del régimen. Pero, matiza Julia Navarro, «en mis novelas siempre hay mujeres y hombres. Yo no busco que las mujeres sean protagonistas. La historia de la humanidad es una historia en la que estamos todos. No hay historia sin mujeres. Es imposible, la historia no se puede escribir sin nosotras. Por tanto, las mujeres están presentes en todas mis novelas. Pero no como un hecho excepcional. Sino como una constatación de que siempre hemos estado ahí».
En el caso de 'El niño que perdió la guerra' se trata de «mujeres que dijeron no, eran mujeres cultas» que se rebelaron frente a los totalitarismos que les tocó vivir.
«Las mujeres, a lo largo de la historia, hemos tenido un papel subordinado a los hombres. Y ellos han sido los que han marcado las pautas de la sociedad», señala la escritora. Pero «estábamos, solamente que la voz de las mujeres no se ha oído hasta el siglo XX», donde arranca la novela que da voz a hombres y mujeres. Pero se trata de mujeres que han tenido acceso a la educación y a la cultura, encarnadas por ejemplo en la poeta rusa Anna Ajmátova, de la que se puede decir que nace la inspiración de Navarro para escribir esta obra; o de Clotilde, una madre, pero también una caricaturista de los diarios republicanos. Son mujeres que no se doblegan.
«Yo siempre digo que he tardado toda una vida en escribir esta historia. ¿Por qué? Porque la primera vez que yo leí a Anna Ajmátova me impresionó tanto, me impresionaron tanto sus poemas, que quise indagar quién era la mujer que estaba detrás de todos aquellos versos. Y me encontré con una historia de dolor, de resistencia. Eso me llevó a interesarme más sobre lo que había sido la persecución de la cultura en la Unión Soviética, la persecución de tantos y tantos escritores, de músicos, de pintores, de todo aquel que tenía un pensamiento propio y un pensamiento crítico», explica Navarro.
Navarro busca provocar en el lector «alguna reacción», que la historia «sirva para la discusión, para la discrepancia»
«Y al final, esta novela seguramente yo no la podría haber escrito si no hubiese leído hace más de 40 años a Anna Ajmátova. La novela lo que hace es contraponer o abrirnos los ojos ante dos totalitarismos que son diferentes pero que son lo mismo. Las dos grandes ideologías que dominaron el siglo XX», da igual que una fuera roja y otra azul. En la actualidad, aunque las formas son distintas, la amenaza acecha. «Los fascismos no se presentan de la misma forma», evidentemente, pero «el trasfondo de esas ideologías totalitarias sigue estando ahí. Ahora se llaman de otras maneras, tienen otros nombres, otras expresiones de cara a la sociedad».
Frente a eso, la defensa de la democracia, entiende Julia Navarro, «es un asunto de todos los ciudadanos. Es algo que nos concierne a todos y en lo que todos nos tenemos que implicar. La democracia no es cosa de los políticos, es un asunto de todos los ciudadanos».
Como es cosa de todos el problema de la emigración, que «siempre ha existido». «Me parece absolutamente vergonzosa la actitud de la Unión Europea y también de nuestro país en cómo se trata a los inmigrantes».
«No busco el reconocimiento. Yo escribo porque es lo que he hecho siempre, es lo que sé hacer»
En paralelo, para escapar de la manipulación que viene en forma de 'fakes news' nada mejor que la educación, la cultura y la lectura. Y eso se traduce en 'El niño que perdió la guerra' en «personajes que dicen no, que se plantan ante dos corrientes ideológicas» y teniendo siempre presente «el poder de la cultura como tabla de salvación para sobrevivir en esas épocas oscuras». Y «ser capaces de discernir la verdad de la mentira» forma parte de esa salvación, pero para eso, dice Navarro, hay que tener herramientas.