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El actor Juan Diego Botto. rc
«Necesitamos el teatro más que nunca»
Juan Diego Botto

«Necesitamos el teatro más que nunca»

Actor, autor y director, gana el Premio Nacional de Teatro por «su profundo compromiso con la escena». Debutó en las tablas con 12 años, con 30 escribió su primer drama, y será director de cine con 46

Jueves, 23 de septiembre 2021, 13:06

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A su madre, Cristina Rota, y a Lorca, protagonista de su último desafío teatral, dedica Juan Diego Botto (Buenos Aires, 46 años) el Premio Nacional de Teatro 2021 que recibió este jueves y que suma a dos premios Max. «El teatro es el epicentro de mi vida», dice el actor, autor y director, premiado «por su profundo compromiso con la escena como vehículo de transmisión de realidades políticas y sociales incómodas» y «por su capacidad de hacerlas llegar al gran público a través de un lenguaje claro, sencillo y cargado de poesía». Así lo destacó el jurado del galardón que concede el Ministerio de Cultura y que está dotado con 30.000 euros.

«Se me conoce más por el cine, pero mi vida ha girado y gira sobre el teatro», dice Botto al agradecer el galardón. «Crecí viendo a mi madre en los escenarios y a los alumnos de su escuela. El teatro es el lenguaje en el que mas cómodo me siento y con el que más he disfrutado de mi oficio». «Es el epicentro de mi vida», asegura este polifacético hombre de escena que pisó las tablas por primera vez con doce años.

De bien nacidos es ser agradecidos y Botto expresa una «gratitud infinita» a su progenitora, actriz, productora y maestra de varias generaciones de actores. «Me ha enseñado todo; sigue ayudándome en cada trabajo, me hace ir un paso mas allá y me desafía para que arriesgue más».

Debutó en las tablas con 12 años, con 30 escribió su primer drama y será director de cine con 46

Cree Botto que en tiempos como estos, «necesitamos el teatro más que nunca». «Si sigue vigente es porque es un arte necesario, un lenguaje para conocernos y que permite expresar lo que nos pasa». «La catarsis de la que hablaban los griegos nos permite entendernos. El teatro un proceso de aprendizaje colectivo, y eso sigue siendo importante, más en tiempos en los que necesitamos de lo común, de lo colectivo, para no sentirnos aislados y confinados cada uno en su casa».

Un teatro que aquí y en cualquier lugar ¿goza de una mala salud de hierro? «Sí. Es la definición perfecta del teatro», concede Botto. «Llevamos en crisis casi tres mil años, y de crisis en crisis seguimos adelante. El vídeo vino a matar el teatro, pero el videocasete murió y el teatro sigue aquí con esa mala e inquebrantable mala salud».

Comunión con Lorca

Las cualidades destacadas por el jurado confluyen en 'Una noche sin luna', drama escrito por Botto en el que, según el jurado, «demuestra su naturaleza de hombre de teatro integral como dramaturgo e intérprete», y «la enorme vigencia que el discurso lorquiano posee en la actualidad». La pieza recoge entrevistas, charlas y conferencias de Federico García Lorca, fragmentos de sus obras y algunos de sus poemas. A través de ellos y de la dramaturgia de Botto es Lorca quien en primera persona acerca al espectador a su mundo.

«Aún nos queda mucho viaje con esta pieza», explica Botto, que nunca pensó que su pasión por Lorca «se tradujera en esta comunión que hemos tenido con el público». La dirige Sergio Peris-Mencheta. Seguirá con ella hasta finales de 2023, aquí y fuera, pero hará un parón para abordar su primer largo como director, un rodaje que comienza en tres semanas.

«Toco muchos palos, sí, pero todos relacionados con contar historias», dice cuando se le compara con un creador renacentista. «No sé diseñar un edificio, ni siquiera un castillo de arena, pero sí puedo contar desde la escritura, desde la interpretación y ahora desde la dirección», explica.

Debutó Botto en el teatro en 1987 con 'Alessio', obra de Ignacio García May producida por el Centro Dramático Nacional. Y ya no paró. En los 90 tomó parte en montajes como 'Veinte años no es nada', a las órdenes de Eduardo Recabarren, y 'El rufián de la escalera', dirigida por su madre, con quien también trabajó en 'Rosencrantz y Guildenstern han muerto' (2000) y en 'Despertares y celebraciones' (2007), obra firmada por el propio Botto, quien ya había dado el salto a la creación en 'El privilegio de ser perro' (2005), una serie de monólogos que conformaban un montaje que él también dramatizó y dirigió.

En 2008 dirigió y protagonizó 'Hamlet' en el María Guerrero, junto a José Coronado. Como autor insistiría con 'La última noche de la peste' (2007) y 'Un trozo invisible de este mundo' (2012), que dirigió Sergio Peris-Mencheta y con la que obtuvo el Premio Max al mejor autor revelación y al mejor actor.

La fama se la ha dado el cine, medio en el que Botto cuenta con una larga trayectoria por la que ha sido nominado hasta cuatro veces a los Premios Goya. Ha trabajado para Montxo Armendáriz, Adolfo Aristarain, Imanol Uribe, Vicente Aranda, Ridley Scott, Mariano Barroso, Gerardo Vera, John Malkovich o Daniel Calparsoro en películas como 'Si te dicen que caí' (1989), 'Historias del Kronen' (1995), 'Éxtasis' (1995), 'La Celestina' (1996), 'Martín Hache'(1997), 'Plenilunio' (2000), 'Silencio roto' (2001), 'Pasos de baile' (2002), 'Asfalto' (2000) y 'Obaba' (2005).

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