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Suspendió el examen de espía, pero alumbró al agente secreto más famoso del mundo. Hace seis décadas nos dejaba Ian Fleming, el 'padre' de James Bond. Es el espía que Fleming soñó ser, al servicio de Su Graciosa Majestad y con licencia para matar, pero que acabó eclipsando a su creador. El periodista, banquero, espía frustrado y escritor dio pie con su imaginación a una industria que sigue hoy generando pingües beneficios. Bond cosecha millones de espectadores y euros en salas de cine, plataformas y teles o videojuegos. Sus novelas, con más de 60 millones de copias vendidas, soportan mal el paso del tiempo.
La fama del carismático espía con matrícula 007 supera de largo a la de Fleming, el escritor británico que firmó las 12 novelas y nueve cuentos que han inspirado 25 películas 'oficiales'. Desde 'Agente 007 contra el Dr. No' (1962) hasta 'Sin tiempo para morir' (2021), han recaudado más de 6.000 millones de euros. Hay otras tres producciones al margen de EON, la productora fetén de la popular franquicia.
Fleming aceptó llevar a su elegante agente de los libros al cine ante la irrechazable oferta de los productores Albert R. 'Cubby' Broccoli y Harry Saltzman. Hicieron de Bond el espía más sexy, irónico, elegante, audaz, ingenioso y machirulo de la fábrica de sueños. El escocés Sean Connery, el primer Bond, lo encarnó seis veces; George Lazamby, una. Roger Moore, siete; Timothy Dalton, dos; Pierce Brosnan, cuatro y Daniel Graig, cinco. Son los 'bonds' oficiales, además Barry Nelson –para la tele– y David Niven en un parodia de 'Casino Royale'.
Muchos admiradores de Fleming quizá ignoren que el escritor hizo sus pinitos en la literatura infantil con 'Chitty Chitty Bang Bang', relato publicado tras su muerte que también fue llevado al cine con enorme éxito.
Ian Lancaster Fleming nació el 28 de mayo de 1908 en el seno de una familia de banqueros en el elegante y rico barrio londinense de Mayfair. Destacó en sus estudios en el exclusivo colegio de Eton, que abandonó –como Bond– antes de graduarse por sus devaneos con varias chicas.
Trabajó como periodista en la agencia Reuters, donde aprendió «a escribir rápido y, sobre todo, a ser preciso». Ganó cierta fama en el gremio por la cobertura de un juicio en Moscú contra seis ingenieros británicos y sus intentos de entrevistar a Stalin. En Rusia comenzaría su labor de espionaje, pese a haber suspendido años atrás el examen de acceso al Foreing Office.
Dejó de ser 'plumilla' para ganar «dinero de verdad», primero como empleado de banca y luego como «el peor corredor bursátil del mundo», según su propia apreciación. Como James Bond, su creador prefería gastar su dinero y su tiempo en mujeres, alcohol y juegos de azar. Habitual de los casinos y chiflado por la ruleta, apostaba poco en comparación con Bond, capaz de jugarse la seguridad de Occidente a rojo o negro.
En la II Guerra Mundial Fleming se enroló en la División de Inteligencia Naval del Reino Unido a las órdenes del almirante John Godfrey, apodado 'tío John', uno de los mejores espías británicos. Se ganó la confianza de Godfrey, que sería su modelo para 'M', el nombre clave del jefe del MI6 (servicio de espionaje exterior británico) para el que trabaja 007.
Nunca estuvo en primera línea de combate, pero concibió imaginativos planes para socavar la ofensiva nazi y vivió experiencias que utilizó en sus novelas, como la operación Goldeneye para afrontar la posible ocupación Nazi de España. «Las tramas de Bond –admitió– surgieron de mis recuerdos de la guerra. Las pulí, añadí un héroe, un villano y una heroína y así surgió el libro».
Fleming se casó en 1952 con Anne Cherteris, año en el que escribió 'Casino Royale', la primera novela protagonizada por Bond. La culminó en su casa jamaicana, a la que bautizó como Goldeneye. James Bond era el autor del libro de ornitología que Fleming hojeaba en busca de inspiración. En justa compensación por su lanzamiento al estrellato, el ornitólogo llamó Ian Fleming a un exótico pájaro caribeño. La cifra 007 era el código con el que John Dee, primer espía inglés al servicio de Isabel I y contra Felipe II, utilizaba para referirse en clave a Su Majestad.
En 1964 los libros de Fleming vendían 112.000 ejemplares a la semana. La salud del escritor ya era delicada tras haber sufrido tres años antes un ataque cardíaco. Su corazón dijo basta el 12 de agosto de 1964 en una visita a Canterbury, en el Reino Unido. Bebedor y fumador empedernido, Fleming, tenía 56 años.
Tras su muerte, escritores como Kingsley Amis, John Gardner, Raymond Benson o Anthony Horowitz han mantenido humeante la pistola de James Bond, que ha seguido seduciendo a las más bellas mujeres del globo, las inefables chicas Bond.
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